Son dos datos como para llevarse las manos a la cabeza: que uno de cada cuatro españoles ya tiene actualmente un problema de salud mental -que no tiene por qué ser grave- y que uno de cada dos españoles lo van a terminar teniendo a lo largo de toda su vida.

Esto significa que hay cerca de 25 millones de españoles que tarde o temprano deberían ponerse en manos de los profesionales de la Salud Mental -psiquiatras y psicólogos-, pero que muchos no lo van a hacer por dos grandes motivos. La primera razón es por el estigma que les avergüenza a la hora de reconocer que tienen un problema en su cabeza y que deben pedir ayuda.

El segundo motivo es porque no lo van a tener nada fácil para acceder a esta ayuda. Los psicólogos en el sistema de salud pública son una especie exótica -difícil de ver-, mientras que los psiquiatras, a este ritmo, van a terminar tratándose los unos a los otros por la avalancha de pacientes que se les viene encima.

Es evidente que hay una clara desproporción entre las necesidades y los recursos. Entre la cantidad de españoles que sufren algún tipo de trastorno mental y el número de médicos que hay disponibles para tratarlos. Pero quiero creer que este problema es el resultado de una evolución positiva.

No es tanto que los cambios sociales hagan que la salud mental de los españoles se pudra -que también sucede-, sino que ahora sí se toma en serio lo que ya existía anteriormente, pero se relativizaba.

Lo que antes se resolvía con un «quítate la tontería de encima», «lo que tienes que hacer es no estar triste» o «es que tienes la piel muy fina», ahora está claramente identificado como un problema de salud mental y esto, aunque dispara las estadísticas, es bueno porque significa que al menos se va a encauzar a esos afectados.Es una evolución similar a la de otras lacras como las del acoso o el maltrato. Hemos pasado de limitar el concepto de maltrato a que una persona le cruce la cara a su pareja, a entender que el simple hecho de levantar la mano ya es un clarísimo caso de maltrato.

No creo que las actuales relaciones de pareja sean menos respetuosas que hace 50 años. Más bien al contrario, pero ahora le ponemos etiqueta a ese insulto, a ese desprecio... Maltrato.

Los especialistas que debaten durante estos días en Salamanca señalan que los principales grupos de riesgo de padecer problemas de salud mental son, principalmente, los colectivos en situación de desigualdad socio-económica: los inmigrantes, los desempleados, la gente que vive en soledad, aquellos que han padecido las consecuencias de la crisis económica... Pero todos coinciden en hacer un paréntesis con un grupo muy especial: los adolescentes.

No solo están copando las funestas estadísticas de tendencias suicidas, sino que cada vez suponen un porcentaje más importante de las consultas de Psiquiatría de la Comunidad.

¿Qué ha cambiado en las últimas décadas para que esto suceda? ¿Son los niños de ahora más crueles que los de la EGB? Por supuesto que no.

Lo que lo ha cambiado todo son las redes sociales, que han creado complejos que antes ni existían y que, además, evolucionan de una forma esperpéntica. Ya no es que los jóvenes quieran vestir o peinarse como los influencer de internet, es que ahora llegan a someterse a cirugías para parecerse a ellos mismos cuando se aplican los filtros de las aplicaciones.

La sobreexposición, las mofas a gran escala, la adicción que les roba el sueño... A falta de psiquiatras, buena sería una caída masiva de los satélites.

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QOSHE - Epidemia mental - Javier Hernández
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Epidemia mental

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24.11.2023

Son dos datos como para llevarse las manos a la cabeza: que uno de cada cuatro españoles ya tiene actualmente un problema de salud mental -que no tiene por qué ser grave- y que uno de cada dos españoles lo van a terminar teniendo a lo largo de toda su vida.

Esto significa que hay cerca de 25 millones de españoles que tarde o temprano deberían ponerse en manos de los profesionales de la Salud Mental -psiquiatras y psicólogos-, pero que muchos no lo van a hacer por dos grandes motivos. La primera razón es por el estigma que les avergüenza a la hora de reconocer que tienen un problema en su cabeza y que deben pedir ayuda.

El segundo motivo es porque no lo van a tener nada fácil para acceder a esta ayuda. Los psicólogos en el sistema de salud pública son una especie exótica -difícil de ver-, mientras que los psiquiatras, a este ritmo, van a terminar tratándose los unos a los otros por la........

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