La clausura del Congreso en septiembre de 2019, ejecutada por el entonces presidente Martín Vizcarra, permanecerá como una de las maniobras más inmundas y nefastas de nuestra política. El episodio, lejos de ser institucionalidad y constitucional, se ensambló sobre una patraña que desnudó la fragilidad de nuestro sistema democrático: enviar al primer ministro Salvador del Solar a plantear una cuestión de confianza, jamás coordinada con la Mesa Directiva del Parlamento.
El contexto era, pues, de extrema tensión. El Congreso, dominado por la mayoría opositora, se disponía a nombrar magistrados del Tribunal Constitucional en un proceso que Vizcarra calificaba de “opaco”. Decidido a frenarlo, instruyó a Del Solar para presentar la cuestión de confianza como mecanismo de presión. Pero el presidente del Congreso, Pedro Olaechea, firme en su carácter, no le concedió el uso de la palabra ni la entrada al Hemiciclo. Fue entonces cuando ocurrió una insólita escena: Del Solar, acompañado por un bribón —el legislador Gino Costa—, forzó........

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