(Expansión) - La Revolución Mexicana fue una de las ocasiones en la que se comenzó a perfilar la construcción de ciudadanía al menos por dos razones: fue la primera vez que hubo elecciones auténticamente libres, al tiempo que la Constitución de entonces asentó derechos políticos y sociales muy importantes.

El movimiento social que acompañó a Francisco I. Madero, explica Roberto Castellanos, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, reflejaba el camino hacia la construcción de ciudadanía y logró recoger, a través de la Constitución de 1917, derechos (‘garantías’ se les llamaba en ese entonces) que perfilaban el tipo de nación que se quería construir.

Desafortunadamente, muy pronto, la esperanza de que se pudiera construir ciudadanía se fracturó y el resto de esta historia ya lo conocemos con el desenlace de cada una de nuestras elecciones y, también, con nuestras aportaciones para fortalecer el tejido social y pensar en colectivo.

Sin embargo, más de 100 años después de aquel episodio, hay quienes piensan que no todo está perdido y que hay formas de dotar a la ciudadanía de momentos luminosos. En esta ocasión se comparte el modelo de pensamiento de alguien que trae la revolución en la sangre: Francisco Villa Campa.

‘El nuevo Panchito’, como solían llamarle su padre y su abuela, se enteró de su origen cuando apenas tenía cuatro años y medio. “Un día vas a escuchar muchas cosas malas sobre tu abuelo, pero todas son mentiras”, le habría dicho Austreberta Rentería, la última esposa de Francisco Villa y con quien convivió de 1977 hasta su muerte, en 1982.

“Mi abuela me contaba de un hombre muy alto, rojo tostado y de ojos verdes. Gracias a sus testimonios conocí el lado humano de Pancho Villa, mientras que en la primaria me tocó conocer al personaje de la Revolución. Decían que había matado a mucha gente, pero yo sabía de alguien que se levantaba a las cuatro de la mañana para ir a tocar y oler la tierra”, cuenta el nieto de uno de los personajes ilustres de la historia de México.

Francisco Villa Campa es hijo de Francisco Villa Rentería. Abogado egresado de lo que fuera la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Aragón (actualmemte Facultad de Estudios Superiores), de la UNAM, se especializó en políticas de prevención del delito y seguridad pública, lo que a su vez lo ha llevado a estudiar las conductas de las personas que les podrían permitir mejorar su calidad de vida.

En 2020, ganó el Premio a la Mejor Política Pública Estatal después de lograr reducir en un 82% la tasa de homicidios, así como el consumo de alcohol y agresiones con arma blanca en Jalapa, Veracruz. Posteriormente fue el Coordinador Jurídico de la Policía de Nezahualcóyotl, Estado de México, para después desempeñarse como Subdirector de Prevención del Delito. Actualmente no participa en ningún partido político y es un promotor del modelo de ONU Hábitat de Ciudades Seguras.

De esta forma, Francisco Villa apuesta a las actividades de proximidad y prevención, y al manejo de las emociones que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas.

La construcción de ciudadanía tiene muchas caras. Acudir a una casilla y votar es una de ellas, pero va mucho más allá de eso pues implica, entre muchas otras cosas, ser buenos vecinos, construir comunidad, fortalecer el tejido social, responsabilizarse con las tareas colectivas.

Desde su trinchera, Francisco Villa toca puertas para crear redes vecinales bajo un principio: “En una red todos tienen la misma oportunidad, todos tienen una situación de igualdad y si algo se rompe se reconstruye”.

En tiempos en los que impera la desconfianza y la polarización, el nieto del líder revolucionario llama a la construcción de una ‘seguridad humana’, una policía de vecinos cuidando de vecinos para así dotar de confianza a la autoridad. “Necesitamos tener órganos de control que permitan eficientar los servicios y contar con policías que quieran lo mejor para su entorno”.

Así, esta propuesta de construcción de ciudadanía implica diálogo y paciencia para cambiar perspectivas; cercanía, escucha, atención y documentación. “El solo hecho de ser escuchado te cambia la vida, pero no hay que prometer cosas que no vamos a lograr. Hay que ser realistas con lo que vamos a comprometermos”, afirma Francisco Villa Campa. “Necesitamos hacer acupuntura urbana”.

La verdadera ciudadanía no se adquiere solo por un factor de nacimiento. La ciudadanía se gana trabajando por ésta. Generalmente, nace desde edades tempranas. En su momento, el espíritu de la revolución mexicana pugnaba por derechos y obligaciones para todos. Ya vamos muy tarde en ello.

Francisco Villa Campa acude a escuelas para transmitir a niñas, niños y adolescentes la importancia de ser ciudadanos responsables y actuantes. Al mismo tiempo, se integra a las redes vecinales pues sostiene que a través de éstas se crean ‘vigilantes naturales’ que cuidan los entornos y los espacios públicos para el disfrute de sus comunidades.

“A mayor construcción de la seguridad humana, usaremos menos la fuerza, ya que los ciudadanos libres pueden participar en la construcción de la sociedad en igualdad”, concluye Francisco Villa Campa.

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De acuerdo con los postulados de ONU Hábitat, una ciudad segura es aquella en la que todos los niveles de gobierno juegan un papel de liderazgo en el desarrollo de estrategias eficaces y humanas de prevención del delito y seguridad de la comunidad, así como en la creación y el mantenimiento de marcos institucionales para su implementación y revisión.

Pero, además, es vital el papel de los principales actores urbanos, y en particular de los grupos empresariales y comunitarios, en los principales esfuerzos de seguridad urbanas progresistas donde las autoridades gubernamentales están quedando detrás o limitadas en su alcance y recursos.

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Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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#Entrelíneas | La Revolución que necesitamos, contada por Francisco Villa

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13.11.2023

(Expansión) - La Revolución Mexicana fue una de las ocasiones en la que se comenzó a perfilar la construcción de ciudadanía al menos por dos razones: fue la primera vez que hubo elecciones auténticamente libres, al tiempo que la Constitución de entonces asentó derechos políticos y sociales muy importantes.

El movimiento social que acompañó a Francisco I. Madero, explica Roberto Castellanos, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, reflejaba el camino hacia la construcción de ciudadanía y logró recoger, a través de la Constitución de 1917, derechos (‘garantías’ se les llamaba en ese entonces) que perfilaban el tipo de nación que se quería construir.

Desafortunadamente, muy pronto, la esperanza de que se pudiera construir ciudadanía se fracturó y el resto de esta historia ya lo conocemos con el desenlace de cada una de nuestras elecciones y, también, con nuestras aportaciones para fortalecer el tejido social y pensar en colectivo.

Sin embargo, más de 100 años después de aquel episodio, hay quienes piensan que no todo está perdido y que hay formas de dotar a la ciudadanía de momentos luminosos. En esta ocasión se comparte el modelo de pensamiento de alguien que trae la revolución en la sangre: Francisco Villa Campa.

‘El nuevo Panchito’, como solían llamarle su padre y su abuela, se enteró de su origen cuando apenas tenía cuatro años y medio. “Un día vas a escuchar muchas cosas malas sobre tu abuelo, pero todas son mentiras”, le habría dicho Austreberta Rentería, la última esposa de Francisco Villa y con quien convivió de 1977........

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