10/11/2023 | 08:29

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Dogma: proposición tenida por cierta y como principio innegable (RAE.es).

Algunos dogmas económicos que marcan la política monetaria aplicada por los bancos centrales son muy cuestionables, cuando no errados. Su seguimiento sin discusión durante lustros está generando unos efectos altamente perniciosos a medio plazo.

El objetivo principal de los bancos centrales es la estabilidad de los precios. Se entiende que se consigue dicha estabilidad de precios si la evolución de estos, medidos a través de la inflación (IPC: Índice de Precios al Consumo), se sitúa en niveles cercanos al 2%.

La inflación o el IPC, sirve para medir el aumento del coste de la vida. Se expresa como porcentaje de variación respecto a los precios del mismo mes del año anterior. Por lo tanto, cualquier dato que refleje un IPC por encima de cero implica que el coste de la vida es superior al del año anterior.

Las persistentes presiones inflacionistas, con constantes subidas de los precios, merman de forma sistemática el poder adquisitivo de las personas, especialmente de las franjas de población menos favorecidas. Por lo tanto, intentar controlar la inflación y las expectativas inflacionistas es loable y va en beneficio del conjunto de la población, aunque suponga sacrificios en el corto plazo.

No se puede decir lo mismo de las decisiones adoptadas por el BCE para intentar aumentar los niveles de inflación cuando estos se situaban en niveles cercanos a cero o incluso negativos. Ha sido un gravísimo error cuyas consecuencias se están pagando ahora. Tanto tiempo de liquidez abundante, accesible y a tipos ínfimos, incluso negativos para los Estados y algunas empresas, han tenido un efecto totalmente contraproducente a medio plazo.

No es cierto que la deflación, es decir, inflación negativa o una caída de los precios, sea necesariamente nociva para la economía, ni para los ciudadanos. Se argumenta que la deflación es perniciosa porque hace que los consumidores pospongan sus compras y sus consumos en espera de caídas adicionales de precios. Es una conclusión precipitada y muy discutible.

Ningún ciudadano, ni ninguna familia se quejará porque desciendan los precios, medidos por la inflación y, por tanto, su poder adquisitivo aumente. Tomando como ejemplo las televisiones, su precio no ha dejado de bajar en las últimas dos décadas, a la vez que aumentaban las prestaciones de los aparatos. No por ello los consumidores han pospuesto las adquisiciones de televisores, ni ha disminuido su demanda.

Hemos asistido durante varias décadas a presiones deflacionistas globales que han mantenido la inflación a raya: los "los dividendos de la paz", China, la globalización, el comercio electrónico o los bajos precios de la energía durante un largo periodo. Por lo tanto, no se puede achacar un nivel de baja inflación a una situación de escasa demanda y, por consiguiente, de debilidad económica que necesita una inyección monetaria para dinamizarla.

El gran beneficiado de la inflación es, sin duda, el Estado. Su recaudación aumenta con la inflación. Los costes financieros de su deuda se incrementan en mucha menor medida. Al subir los precios de los productos en general, aumenta la recaudación del IVA, al ser un impuesto proporcional al precio de venta. En el caso del IRPF, con un tipo de gravamen progresivo, de tal forma que cuanto mayor sea la cantidad sujeta al impuesto, mayor es el tipo de gravamen aplicado, la inflación hace que el incremento de la recaudación sea incluso superior al incremento del IPC.

El resto de personas y entidades endeudadas sólo se favorecen de la inflación si sus ingresos crecen al ritmo de la inflación y siempre que el coste financiero de sus deudas no crezca al mismo ritmo.

Los grandes perjudicados por la inflación son los consumidores, tanto más, cuanto menor es su poder adquisitivo.

El falso dogma de inflación ideal del 2%, cuando el índice de precios se situaba en niveles inferiores entre 2012 y 2021, llevó a una política monetaria ultraexpansiva que ha sido gasolina para la inflación cuando esta ha aparecido. La inflación es como la pasta dentífrica: una vez fuera del tubo no hay forma de volver a meterla en él.

A medio plazo los falsos dogmas económicos son muy perniciosos.

Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4 Banco.

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Falsos dogmas económicos

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10.11.2023

10/11/2023 | 08:29

Dogma: proposición tenida por cierta y como principio innegable (RAE.es).

Algunos dogmas económicos que marcan la política monetaria aplicada por los bancos centrales son muy cuestionables, cuando no errados. Su seguimiento sin discusión durante lustros está generando unos efectos altamente perniciosos a medio plazo.

El objetivo principal de los bancos centrales es la estabilidad de los precios. Se entiende que se consigue dicha estabilidad de precios si la evolución de estos, medidos a través de la inflación (IPC: Índice de Precios al Consumo), se sitúa en niveles cercanos al 2%.

La inflación o el IPC, sirve para medir el aumento del coste de la vida. Se expresa como porcentaje de variación respecto a los precios del mismo mes del año anterior. Por lo tanto, cualquier dato que refleje un IPC por encima de cero implica que el coste de la vida es superior al del año anterior.

Las persistentes presiones inflacionistas, con constantes subidas de los precios, merman de forma sistemática el poder adquisitivo de las........

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