20/12/2023 | 19:46

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El discurso del Rey en Nochebuena suele ser un ejercicio de equilibrio para molestar lo menos posible a los menos posibles. El objetivo parece siempre ser que se quejen poco tanto los que creen que no ha dicho suficiente, como los que creen que se ha pasado. El resultado es aburrido e inconsecuente.

Si tiene suerte, el año le brinda un acontecimiento sobre el que puede elaborar durante más minutos para eliminar generalidades etéreas.

En 2022 la guerra de Ucrania, en 2020 la pandemia, en 2017 la situación en Cataluña. Ese año dedicó un 60% del discurso a hablar de ello, sin decir nada muy concreto y usando frases como "Ha sido un año en el que hemos comprobado el compromiso muy sentido, firme y sincero de los españoles con la España democrática que juntos hemos construido". Las posibles llamadas de atención se ocultan tras una retórica plagada de términos biensonantes y abstractos que parecen sacados de un manual de scouts. Por ejemplo, en 2019: responsabilidad, generosidad, rigor, determinación, reflexión, serenidad, espíritu solidario, capacidad de sacrificio y superación, disposición para ayudar a los demás, coraje, entereza, resistencia, madurez, emprendimiento, creatividad, liderazgo en muchos campos, país moderno, clara vocación universal, energía, vitalidad, dinamismo, deseo de concordia, voluntad de entendimiento, solidaridad, igualdad, libertad, tolerancia, respeto. Inserta alguna expresión cargada de intencionalidad, como "solidez del Estado", pero se pierde entre el camuflaje de expresiones candorosas.

Los eventos menores ocurridos durante el año reciben menos atención, siempre condimentados con la catarata de valores correspondiente que dicen que no hay nadie como los españoles. Si el paro aumenta, sabemos salir adelante. Si hay incendios en La Palma, somos solidarios entre regiones. Si hay tensión en otros países, lo vemos con preocupación como ciudadanos del mundo. Si la población rural disminuye, sabemos reencontrarnos con nuestras raíces. Si la inflación sube, ahí están las familias para apoyar a sus jóvenes y ancianos.

Los discursos de fin de año de los mandatarios en todas partes son parecidos. Algunos lo tienen más fácil, especialmente los dictadores y los autócratas, porque no hay consecuencias negativas inmediatas para ellos, digan lo que digan. El Rey tiene que hilar muy fino y lanzar esas andanadas de escopeta de perdigones, que no contentan a nadie.

Nunca sabremos si la modosidad de los discursos del Rey en Nochebuena se debe a la censura del gobierno de turno, o a la capacidad de sus escribanos de manejar sinónimos. Lo que es seguro es que la audiencia subiría si se lanzase a ser más concreto. Su papel no se lo permite, porque oportunidades desde 2017 ha tenido muchas. Tal vez un colmillo algo más afilado de vez en cuando le vendría bien para su imagen.

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Lo que se puede esperar del discurso del Rey

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20.12.2023

20/12/2023 | 19:46

El discurso del Rey en Nochebuena suele ser un ejercicio de equilibrio para molestar lo menos posible a los menos posibles. El objetivo parece siempre ser que se quejen poco tanto los que creen que no ha dicho suficiente, como los que creen que se ha pasado. El resultado es aburrido e inconsecuente.

Si tiene suerte, el año le brinda un acontecimiento sobre el que puede elaborar durante más minutos para eliminar generalidades etéreas.

En 2022 la guerra de Ucrania, en 2020 la pandemia, en 2017 la situación en Cataluña. Ese año dedicó un 60% del discurso a hablar de ello, sin decir nada muy concreto y usando frases como "Ha sido un año en el que hemos comprobado el compromiso muy sentido, firme y sincero........

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