09/01/2024 | 20:18

No está nada mal convertirse en presidente del gobierno con 34 años. Gabriel Attal, hasta ahora ministro de educación en Francia, además de tener formación y carácter habla muy bien en público.

La habilidad número uno de los líderes carismáticos es saber cómo dirigirse a cualquier audiencia con poder, pasión, proximidad y positividad, y a Attal no le falta ninguna de las cuatro Ps. Transmite convencimiento absoluto en sus ideas, porque no se anda por las ramas. Su estilo también dice que sabe lo que hace, que es requisito esencial para que fiarse de alguien. Aquí aparece firme diciendo que va a poner firmes a todos los alumnos que siquiera parezca que hacen apología del terrorismo.

Tres aspectos de su estilo contribuyen a transmitir esa firmeza.

El más difícil de imitar es el uso de su inflexión vocal. No de su timbre, que es el que le ha tocado, igual que se pueden tener los pies más o menos grandes. De los componentes de la inflexión de la voz, el que maneja con más intención es la velocidad. Habla relativamente rápido, entre 180 y 200 palabras por minuto, lo que le aporta un grado adicional de pasión. Cuanto más rápido hablamos, hasta el límite en el que la audiencia tiende a desconectar, que está alrededor de 250 palabras por minuto, más parece que estamos dedicados al tema. Además, la rapidez hablando en público tiene la ventaja adicional de que la audiencia considera, aun de manera inconsciente, que la inteligencia de ese orador es más bien elevada, porque es capaz de manejar varios conceptos al mismo tiempo. Compensa la velocidad con el uso de las pausas, numerosas y dramáticas.

El segundo aspecto que consigue que parezca que está a los mandos es su postura bien plantada, con los pies a la anchura de los hombros. No puede evitar dar pasos laterales sin destino, que se convierten rápidamente en repetitivos. Al tener a la audiencia a ambos lados, voltear el tronco le lleva a este movimiento innecesario. Y la tercera manera de comunicar autoridad es el contacto visual mantenido con diferentes individuos en la audiencia. Solo mira sus notas para recordar una cifra, aunque, como hacían muy bien Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría, saberse el número sin papeles le daría un grado más de autoridad.

Gabriel Attal es otra prueba de que, como decía Churchill, "He who enjoys it [the gift of oratory] wields a power more durable than that of a great king. He is an independent force in the world".

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