Si se cae Pedro Sánchez el escenario que se avista es el cuanto peor, mejor con el que había tonteado Waterloo hasta las elecciones de julio de 2023. Por despecho, sobre todo por despecho. Tan simple y tan mezquino como eso, puro despecho.

El protagonismo de los republicanos se vivió como una humillación por parte de Waterloo-Junts, que cabalgaban alegremente —golpeándose el pecho con frenesí— ondeando la estelada al viento y proclamando un embate que ni remotamente tuvieron nunca intención alguna de arrancar. Tampoco sabían cómo. De manera que se recurrió a evocaciones mágicas y a consignas tan llamativas que, con el pretexto de mantener la llama, no hacían más que empujar al independentismo al rincón (no al de pensar) y a generar más y más frustración. Porque entre lo que se exigía y lo que acababa siendo había un abismo. Algunos de los hits más despampanantes eran '¡Abrid las cárceles!' o 'Levantad la DUI'. Nótese que siempre se hacía en tercera persona. Era una exigencia a otros, no la materialización de una actitud propia ni la asunción de ninguna responsabilidad concreta para hacerlo posible. Por el camino se creó un Consell de Ministres que, debo decir, no sé si es "para la República" o "de la República". Y que a ciencia cierta ya nadie sabe para qué sirve. En todo caso se sabe a quién sirve. Pero son dos cosas bastante distintas.

Pues bien, a partir de julio (cuando los diputados de Junts en Madrid entran en el juego por la aritmética parlamentaria) el mundo de Waterloo-Junts decidió asumir de la noche a la mañana la estrategia que había reprobado por activa y por pasiva. La asumió por la vía de los hechos consumados mientras, eso sí, insistía en gesticular más que nunca. La dialéctica siempre había sido de confrontación. Y persiste. Pero ahora se ha pasado a combinar con una praxis de acuerdos que pasaron por investir a Francina Armengol primero y a Pedro Sánchez después. Lo que era un anatema se convirtió de la noche a la mañana en la estrategia y la táctica. Eso sí, incrementando paradójicamente los decibelios contra los republicanos, precisamente para justificar lo que no tenía ninguna justificación en estricta coherencia estratégica. Y de lo de pagar por adelantado, mejor ni mencionarlo, que bastante pena deben pasar los que se habían llenado la boca hablando de ello.

Quizás sí que la actual mayoría parlamentaria acabará por descarrilar y se abrirá de par en par el escenario con el que tanto y tanto había flirteado Waterloo

Pues bien, resulta que la presidenta Armengol se ha visto salpicada por la trama Koldo de las mascarillas. Y al mismo tiempo Pedro Sánchez, si no directamente, sí indirectamente. La derecha española clama por nuevas elecciones. Es decir, para repetir aquellas que decían haber ganado. Y es obvio que este es un nuevo flanco que debilita al PSOE de Pedro Sánchez que, como bien sabemos, con la amnistía sostiene un pulso contra toda la derecha (con la complicidad de buena parte de la vieja guardia del felipismo) y contra el grueso del aparato judicial. Nada nuevo. La guerra con el aparato judicial se desató con los indultos y siguió con la derogación de la sedición y la reforma de la malversación. Toda una serie de iniciativas que ya tensaron la cuerda. ¿Y dónde estaba Waterloo-Junts cuando eso pasaba? Denunciando estos acuerdos como una traición. Esta es una de las grandes diferencias entre ahora y antes, cuando había una parte del independentismo, liderado por el Club de Waterloo, intentando reventar y denunciando por antipatrióticos todos los acuerdos que se materializaban.

Afortunadamente, nada de eso pasa ahora. Lo que ahora pasa, sin embargo, es que ante la necesidad de seguir marcando paquete —con la habitual actitud chulesca— la amnistía puede acabar yendo por mal camino por intereses personales que se quieren hacer pasar por colectivos. Algunos parecen haber descubierto ahora que existe una judicatura que está en guerra desde hace años contra la actual correlación de fuerzas y que hace todo lo que está en sus manos para hacerla implosionar.

Pues bien, por como va todo, quizás sí que la actual mayoría parlamentaria acabará por descarrilar y se abrirá de par en par el escenario con el que tanto y tanto había flirteado Waterloo. El del PP (con VOX dentro o fuera) gobernando España. Veremos entonces si de verdad es un escenario tan conveniente para levantar la DUI, para una amnistía de verdad, para el catalán o para abrir las cárceles de quienes podrían volver a entrar en ellas.

QOSHE - Del pagar por adelantado y del cuanto peor, mejor - Sergi Sol
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Del pagar por adelantado y del cuanto peor, mejor

4 0
03.03.2024

Si se cae Pedro Sánchez el escenario que se avista es el cuanto peor, mejor con el que había tonteado Waterloo hasta las elecciones de julio de 2023. Por despecho, sobre todo por despecho. Tan simple y tan mezquino como eso, puro despecho.

El protagonismo de los republicanos se vivió como una humillación por parte de Waterloo-Junts, que cabalgaban alegremente —golpeándose el pecho con frenesí— ondeando la estelada al viento y proclamando un embate que ni remotamente tuvieron nunca intención alguna de arrancar. Tampoco sabían cómo. De manera que se recurrió a evocaciones mágicas y a consignas tan llamativas que, con el pretexto de mantener la llama, no hacían más que empujar al independentismo al rincón (no al de pensar) y a generar más y más frustración. Porque entre lo que se exigía y lo que acababa siendo había un abismo. Algunos de los hits más despampanantes eran '¡Abrid las cárceles!' o 'Levantad la DUI'. Nótese que siempre se hacía en tercera persona. Era una exigencia a otros, no la materialización de una actitud propia ni la asunción de ninguna responsabilidad concreta para hacerlo posible. Por el........

© ElNacional.cat


Get it on Google Play