Con los tiempos que corren, hay que admitir que no todo el mundo —ni de casualidad— conseguiría hacer pagar 12 euros a 700 personas para pegar una turra política. Pero los hay que sí. ¡Mira por dónde! Teatro lleno en 24 horas, pasando por caja. Ni el Mago Pop. Pues mucha mierda. El éxito, de entrada, es incuestionable. 12 euros para vivir el gran momento, como aquel cubata que el cronista de 'Cap novetat' explicaba que cascaban en un toples de Magaluf en las tórridas noches de 2012, en la Mallorca británica. Siempre el 12, como símbolo, que es el punto horario de cambio. De día. ¿De ciclo? Quizás se avistan nuevos tiempos.

El protagonista de la hazaña es Graupera. Y la musa del nosurrendismo, la ínclita Ponsatí. Tiene mérito, porque se me pasan por la cabeza mil cosas que hacer (y gratis) para el 23 de abril. Se me ocurre que si en menos de 24 h han levantado 12 euros a 700 personas, con una semana hacen a un Palau Blaugrana. No sería descabellado. Le ponen el listón alto a Puigdemont para cuando se le permita felizmente volver a Catalunya para, quizás ahora sí, levantar la DUI, tal como exige Uriel Bertran, líder de la candidatura cívica de la ANC, que no lo tendrá fácil, visto que incluso un exministro del Consell de Puigdemont (el Gobierno legítimo) se ofrece para detener tal veleidad.

Graupera y Ponsatí lanzan un nuevo partido, Alhora, sin la zanahoria grotesca de levantar la DUI. Y lo hacen con una declaración de principios que casi parece copiada de los republicanos de Junqueras, cuando apelan a la independencia y el buen gobierno. Al sueño y a la gestión del mientras tanto. Pero, vaya, no es a ERC a quien inquieta la irrupción de Alhora. El nosurrendismo, con el Legítimo al frente, ya los declaró apóstatas, a los republicanos. No compiten los de Oriol Junqueras en el flanco del "pit i collons". Y, obviamente, tampoco les molesta la lista de la ANC. Ni hace perder el sueño a la Aliança de Sílvia Orriols que —encuestas en mano— parece la mejor posicionada para irrumpir en el Parlament. No por indepe, sino por islamófoba. El principal damnificado es, naturalmente, Junts. En los tres casos. Es la madre de todas las nuevas iniciativas que no dejan de ser, en cierta manera, escisiones. O más bien Waterloo —en Junts hay un buen número de gente sensata y honesta— que ve ahora como en el terreno de la coherencia los dejan en evidencia. Tanto proclamar que sentarse, hablar y acordar con el PSOE era un anatema, para acabar haciendo lo mismo que habían reprobado con rabiosas y despectivas invectivas. Qué tomadura de pelo a propios y extraños. Y encima se vanaglorian, suena a sarcasmo, de que han mantenido la posición.

Si hay espacio para Alhora, suerte y aciertos. Y si no, en poco tiempo les olvidaremos.

Volviendo al partido de Ponsatí (el icono) y Graupera (el ideólogo y líder). Se hará oír. Tiene una contrastada capacidad de movilizar a cuadros jóvenes, a centenares. Muy militantes, muy comprometidos, muy entusiastas. También estas son características de la parroquia de la ANC. Pero estos con una media de edad que pasan para ser los abuelos de los primeros, como si de una ruptura generacional se tratara.

Es la segunda vez que Graupera se tira en la arena con determinación. Y aunque se dice que a la tercera va la vencida, quizás esta vez el dicho no acierta. Fácil no será. Ya lo constataron con Primàries en Barcelona, una iniciativa bien regada por la ANC de Paluziè. Amén de generosas aportaciones de algún empresario. En esta ocasión no cuentan con ello, si no es que al final confluyen Alhora y la ANC. Pero si no lo hicieron Carretero y Laporta... tantas seseras, tantas monteras. Por mucho que hayan bautizado el artefacto como Alhora (al mismo tiempo, en catalán), difícilmente puede haber dos gallos en el gallinero.

La de Graupera y Ponsatí es una iniciativa atrevida. Como Primàries Barcelona. Un proyecto que se sostiene nuevamente sobre un liderazgo que no tiene alternativa. Los lugartenientes del grauperismo no están llamados a hacerle sombra. En todo caso, a acompañar sin molestar. Y a predicar la buena nueva.

12 euros nos explicaba Graupera, cuando era un remunerado cronista de La Vanguardia y de los medios del Grupo Godó, que se hacía pagar una cubata en una especie de whiskería en Magaluf, pueblo costero de noches salvajes para gente de palabra de acuerdo con su topónimo. Un artículo que contrastaba y disociaba la noche británica y la alemana en Mallorca. La británica salía más maltrecha. No sé si eso hace el proyecto más germanófilo que anglosajón. 12 euros de 2012, hace 14 años. Graupera está en los medios casi desde que era imberbe. Y desde que era imberbe —en tiempo del presidente Pujol, germanófilo también— qué confiesa que ya quería ser presidente de Catalunya. El presidente, que lo fue 23 años, lo había cuidado siempre. De jovencito ya prometía. Habría podido ser un líder del mundo juntaire, Graupera. Pero se había ido distanciando hace ya unos años. Graupera es mucho Graupera. Necesita un corsé a medida. A su medida. Del convergente rompió las bridas. Las siguientes refundaciones no lo reengancharon.

Hay que reconocer que, un tipo capaz de levantar 12 euros a centenares de jóvenes para aguantarle una master class patriótica en tiempo de resaca indepe, es digno de admiración. También hay que sacarse el sombrero ante la seguridad en sí mismo que muestra. Tiene todo el derecho a hacer lo que hace. A triunfar o volver a estamparse. Más derecho que los que se lo pretenden negar con el pretexto de preservar y no dividir el voto indepe, argumento que, llevado al último extremo, acaba siempre en la lista única o lista del president.

Si hay espacio para Alhora, suerte y aciertos. Y si no, en poco tiempo les olvidaremos. El futuro es de los audaces.

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12 euros, como una cubata en la whiskería de Magaluf

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10.03.2024

Con los tiempos que corren, hay que admitir que no todo el mundo —ni de casualidad— conseguiría hacer pagar 12 euros a 700 personas para pegar una turra política. Pero los hay que sí. ¡Mira por dónde! Teatro lleno en 24 horas, pasando por caja. Ni el Mago Pop. Pues mucha mierda. El éxito, de entrada, es incuestionable. 12 euros para vivir el gran momento, como aquel cubata que el cronista de 'Cap novetat' explicaba que cascaban en un toples de Magaluf en las tórridas noches de 2012, en la Mallorca británica. Siempre el 12, como símbolo, que es el punto horario de cambio. De día. ¿De ciclo? Quizás se avistan nuevos tiempos.

El protagonista de la hazaña es Graupera. Y la musa del nosurrendismo, la ínclita Ponsatí. Tiene mérito, porque se me pasan por la cabeza mil cosas que hacer (y gratis) para el 23 de abril. Se me ocurre que si en menos de 24 h han levantado 12 euros a 700 personas, con una semana hacen a un Palau Blaugrana. No sería descabellado. Le ponen el listón alto a Puigdemont para cuando se le permita felizmente volver a Catalunya para, quizás ahora sí, levantar la DUI, tal como exige Uriel Bertran, líder de la candidatura cívica de la ANC, que no lo tendrá fácil, visto que incluso un exministro del Consell de Puigdemont (el Gobierno legítimo) se ofrece para detener tal veleidad.

Graupera y Ponsatí lanzan un nuevo partido, Alhora, sin la zanahoria grotesca de levantar la DUI. Y lo hacen con una........

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