"El juez y el fiscal reclaman omnisciencia y negarla significa desencadenar su sed de venganza"
Jakob Wassermann

No pinta bien el futuro de los encausados en Tsunami y, sobre todo, el de Puigdemont. Incluso si se logra salvar el escollo del informe fiscal ante la sala segunda y este se ajusta al sentido común y al sentido jurídico, es decir, insiste en que no hay terrorismo y menos achacable al de Waterloo; incluso en ese caso las posibilidades de que la sala de admisión del Supremo admita la exposición razonada de García-Castellón y se quede con la causa me parecen muy grandes. Y no sólo. Creo que van a por todas. Voy por partes.

Habrán visto que la pinza se reproduce y que la mayor parte de los fiscales penales del Tribunal Supremo —prietas las filas en torno a los que llevaron adelante la acusación por rebelión en el procés que tan bien les fue— han entrado en campaña. No esperaron a la reunión de la normalmente pacífica Junta de Fiscales Penales para estudiar los asuntos, sino que primero procedieron a la filtración de un borrador de informe que el fiscal encargado, Álvaro Redondo, sólo había hecho llegar a su jefe Fidel Cadena. El pobre se mostraba sorprendido de que todo el mundo lo tuviera y de su llegada a la prensa. Aunque no lo crean, los hay que se han dedicado a su mundo casi todo el tiempo y son ingenuos hasta no creerlos.

El hombre explica a quien quiere oírle que él hizo ese borrador en la creencia de que los controladores de El Prat estuvieron retenidos y, por tanto, que había un delito de detención ilegal, que sí es uno de los delitos tipificados que pueden ser terroristas. Luego, continúa, al estudiar a fondo la causa, vio que no, que eso no había sucedido y cambió de calificación. Igual me daría que en esas famosas 72 horas hablara con alguien que se lo explicara. Por si acaso, alguno de sus propios compañeros del Supremo ya le había hecho una jugada para conseguir el efecto deseado, que no es otro que toda decisión jurídica que apunte a que no existe terrorismo sea considerada producto de una injerencia del fiscal general del Estado y, por tanto, del Gobierno. Eso santifica a los ojos de la opinión pública su postura, tan útil para imputar a Puigdemont y reventar la amnistía, y con ella al gobierno. No es sólo política, es el sentimiento corporativo y extendido de que el expresident se carcajea de ellos, que la estrategia de salir de España era buena y de que podría volver y hacerles tururetas. No lo van a consentir.

El ministerio fiscal es jerárquico y tiene unicidad, es decir, habla por una sola boca. No hay opiniones fluctuantes. Los fiscales no son sujetos jurídicos individuales, sino encarnaciones de ese único principio acusador. El ministerio fiscal no es democrático ni asambleario. Así que con esa votación de ayer no acaba la cuestión. Como quiera que los dos jefes de la sección penal —Sánchez-Covisa y Cadena— votaron cosas enfrentadas, ambos han acudido a dirimir la diferencia a su jefa superior, la teniente fiscal del Tribunal Supremo y número dos de la carrera fiscal, Ángeles Sánchez-Conde, que será la que finalmente se ocupe del informe. Es altamente improbable que Sánchez-Conde apoye la acusación de terrorismo a Tsunami y a Puigdemont. Así que aún existe la opción de que la cordura triunfe y el informe de la Fiscalía a la sala segunda coincida con el del fiscal de la Audiencia Nacional.

Que Sánchez-Conde no esté dentro del cotarro ayudará mucho y evitará que tenga que entrar en liza la orden directa y por escrito del fiscal general. Y es que la Fiscalía General no puede dejar que se imponga el criterio de un grupo de fiscales "indomables" que no está actuando de forma técnica y que persigue facilitar a la sala segunda quedarse con el asunto, que es lo que se persigue.

Puigdemont lo tiene mal, pero no es el único; ordenarán diligencias, declaraciones, vaya usted a saber si no entra alguien en prisión preventiva porque, oigan, es terrorismo y estos catalanes tienen costumbre de escaparse

Aunque la Fiscalía haga un informe favorable a no admitir la exposición razonada de García-Castellón, aunque la técnica jurídica y los hechos dificulten esa construcción del terrorismo, como dificultaban la de la rebelión y hasta la de la sedición, el brazo mediático y el político ya tienen preparados los argumentos para echarse encima de esos fiscales que lo apoyen, a los que llamarán obedientes al gobierno, y quedar, además, como unos héroes. Aunque la Fiscalía diga que no hay terrorismo —que es lo que pasará al final— eso no significa que la sala segunda no acepte quedarse con el caso. Creo que lo va a hacer. Todo respira en los alrededores de las Salesas en ese sentido. El respaldo de la Fiscalía a esa admisión está en el ambiente, con esa votación tan mayoritaria, y el informe que se presente realmente será vendido como una presión política inaceptable.

Cuentan por aquí y por allí que la idea es quedarse el caso y comenzar a actuar en Europa sobre Puigdemont. No quizá sobre cosas tan locas como el homicidio terrorista, pero sí algo más manejable como una kale borroka catalana. Mejor el Tribunal Supremo pidiendo un nuevo suplicatorio por terrorismo que un juez cualquiera de la Audiencia Nacional. Los movimientos empezarían antes de las elecciones europeas, dado que el Parlamento Europeo no se disuelve ni los asuntos decaen como sucede en España. Eso parece ser lo que barajan. Por terrorismo. Una palabra que les parece clave para que ni el Europarlamento ni Bruselas puedan dudar en esta ocasión. Dejan caer que van a ir con todo el arsenal: euroórdenes, suplicatorios, prejudiciales y la biblia en verso. Traerse a Puigdemont es un objetivo largamente acariciado, un sueño húmedo y justiciero. Yo hasta pienso que a algunos les pone más cachondos que derribar el Gobierno, que ya es decir.

Todo esto muestra a las claras que Sánchez tiene el Gobierno, pero no el poder. Su fiscal general es débil porque hay parte de la carrera que no le reconoce el peso para ocupar el puesto y, por tanto, creen que con presión nunca se atrevería a dar una orden directa. Por eso filtraron sin remordimiento el borrador, porque se están enfrentando a él de forma directa y además creen que pueden ganar. Incluso perdiendo ganan, al tiempo. Sánchez prometió para la investidura una amnistía total y rápida y no veo cómo va a conseguir cumplirlo.

Pinta mal lo de la amnistía así. Puigdemont lo tiene mal, pero no es el único. Ordenarán diligencias, declaraciones, vaya usted a saber si no entra alguien en prisión preventiva porque, oigan, es terrorismo y estos catalanes tienen costumbre de escaparse. ¿No está ya García-Castellón asegurándose de si todos están a su disposición?

Sánchez sigue hablando de unas reformas legales que serían a posteriori de la aprobación del texto actual de la amnistía y que constituyen un lodazal complicado que podría no salir. Junts ya le ha dicho que esa no es solución que vayan a aceptar. Veremos qué senda encuentran y cuánto quiere virar Sánchez cuando pasen las elecciones gallegas. El embate judicial es fuerte y no va a cesar ni tienen forma de pararlo.

Ni salvando ese informe fiscal ahora pinta nada bien la cosa.

QOSHE - Ni salvando el informe fiscal pinta bien - Elisa Beni
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Ni salvando el informe fiscal pinta bien

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07.02.2024

"El juez y el fiscal reclaman omnisciencia y negarla significa desencadenar su sed de venganza"
Jakob Wassermann

No pinta bien el futuro de los encausados en Tsunami y, sobre todo, el de Puigdemont. Incluso si se logra salvar el escollo del informe fiscal ante la sala segunda y este se ajusta al sentido común y al sentido jurídico, es decir, insiste en que no hay terrorismo y menos achacable al de Waterloo; incluso en ese caso las posibilidades de que la sala de admisión del Supremo admita la exposición razonada de García-Castellón y se quede con la causa me parecen muy grandes. Y no sólo. Creo que van a por todas. Voy por partes.

Habrán visto que la pinza se reproduce y que la mayor parte de los fiscales penales del Tribunal Supremo —prietas las filas en torno a los que llevaron adelante la acusación por rebelión en el procés que tan bien les fue— han entrado en campaña. No esperaron a la reunión de la normalmente pacífica Junta de Fiscales Penales para estudiar los asuntos, sino que primero procedieron a la filtración de un borrador de informe que el fiscal encargado, Álvaro Redondo, sólo había hecho llegar a su jefe Fidel Cadena. El pobre se mostraba sorprendido de que todo el mundo lo tuviera y de su llegada a la prensa. Aunque no lo crean, los hay que se han dedicado a su mundo casi todo el tiempo y son ingenuos hasta no creerlos.

El hombre explica a quien quiere oírle que él hizo ese borrador en la creencia de que los controladores de El Prat estuvieron retenidos y, por tanto, que había un delito de detención ilegal, que sí es uno de los delitos tipificados que pueden ser terroristas. Luego, continúa, al estudiar a fondo la causa, vio que no, que eso no había sucedido y cambió de calificación. Igual me daría........

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