El 11 de marzo, Álvaro Uribe lanzó una de sus típicas propuestas de control por cuenta propia. “Sin el Gobierno Nacional, incluso, deben concluirse las vías que cruzan por Antioquia, de interés para todo el país (sic). Que un millón de antioqueños aporten, aportemos, de a millón de pesos. Unos más, otros menos, unos a título de donación, otros a título de préstamo –recitó, como si se le acabara de ocurrir la idea, aún sin soltarse la corbata–. Que esto lo lideren el gobernador, el alcalde de Medellín, los alcaldes, la empresa privada, los grupos cívicos, los trabajadores de Antioquia. Salgamos adelante, enfrentemos este desafío cívico. Hemos podido con cargas mayores” –ordenó, frente a una escenografía hogareña de lavandas, como diciendo: encárguense.

“Excelente iniciativa, Presidente, vamos a sacarla adelante”, respondió el gobernador de Antioquia, y la inclusión del título de presidente para su “jefe natural” no fue un mero acto de zalamería. “Mi compromiso es con el hombre que nos devolvió la tranquilidad: el de la mano firme y el corazón grande”, había declarado en su discurso de posesión y había concluido con una frase que hoy es la consigna perfecta para el denominado aporte voluntario: “Si Antioquia resiste, Colombia se salva”. El alcalde de Medellín se sumó también a la “vaca” o la “vacuna”, o como se llame –no alcanzan las comillas con tantos eufemismos–, y declaró que lo hizo por amor. En nombre de “ese valor moral de los antioqueños y los colombianos que es la solidaridad”, según palabras de un funcionario inspirado, Uribe decidió donar un poni que era de sus nietos: “Para contribuir a la Vaca Cívica. Infundir amor a la Patria”, sentenció.

Animados por semejantes ejemplos, se han ido sumando ciudadanos de todo el país que exhiben sus donaciones por las redes, que reciclan canciones, (“Échale pa’lante, Antioquia, pa’ recaudar el primer billón”, canta Jorge Villamizar) y que son ‘influencers’ de La Vaca Paisa. Incluso se ha dicho que el Ejército Gaitanista de Colombia, la nueva denominación del grupo armado ilegal antes conocido como el ‘clan del Golfo’, hizo aportes (supuestamente), y no es descabellado imaginar la presencia de donantes anónimos y testaferros cuestionables en una iniciativa política regional que atraviesa carreteras en donde se ejercen controles territoriales al margen del Estado.

En una entrevista con Blu Radio, el secretario de Hacienda de Antioquia refutó esas hipótesis y mencionó la “trazabilidad” de la procedencia del dinero, los protocolos bancarios para evitar el lavado de activos y los procedimientos consagrados en la lista Clinton, como si nadie en el país supiera de la infiltración de dineros ilegales en política. Al informar, hace una semana, que habían recogido 1.700 millones (del millón de millones que necesitan para hacer realidad la propuesta de Uribe), el entusiasmo del secretario fue elocuente, como si estuviera en un bazar para hacer una cancha escolar, y como si las finanzas públicas se manejaran con esa misma metodología.

Si este país no hubiera vivido las consecuencias dolorosas de reemplazar el control institucional de la seguridad y de las vías, entre tantos asuntos, por el de los donantes con plata, la iniciativa de financiar proyectos de nación a través de esa “vaca regional” con tintes electorales sería solo patética. Sin embargo, esas cuestionables formas de recaudo para inversiones públicas no solo desvirtúan las instancias de Planeación Nacional, su interacción con lo local y la legitimidad de los sistemas de impuestos y de valorización, sino la institucionalidad del Estado y las ideas de lo público: de lo que sostenemos y nos sostiene a todos por igual, sin tendencia política ni poder adquisitivo.

YOLANDA REYES

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Un millón de amigos

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01.04.2024
El 11 de marzo, Álvaro Uribe lanzó una de sus típicas propuestas de control por cuenta propia. “Sin el Gobierno Nacional, incluso, deben concluirse las vías que cruzan por Antioquia, de interés para todo el país (sic). Que un millón de antioqueños aporten, aportemos, de a millón de pesos. Unos más, otros menos, unos a título de donación, otros a título de préstamo –recitó, como si se le acabara de ocurrir la idea, aún sin soltarse la corbata–. Que esto lo lideren el gobernador, el alcalde de Medellín, los alcaldes, la empresa privada, los grupos cívicos, los trabajadores de Antioquia. Salgamos adelante, enfrentemos este desafío cívico. Hemos podido con cargas mayores” –ordenó, frente a una escenografía hogareña de lavandas, como diciendo: encárguense.

“Excelente iniciativa, Presidente, vamos a sacarla adelante”, respondió el gobernador de Antioquia, y la inclusión del título de presidente para su “jefe natural” no fue un........

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