‘Extraño’ e ‘inaceptable’: eso le pareció al Ministerio de Exteriores de Alemania el discurso del presidente Petro en la COP28, en el que fusionó la tragedia humanitaria en Gaza con el cambio climático y afirmó que “Hitler está golpeando las puertas de los hogares de la clase media” de Europa y Estados Unidos.

Ese tipo de expresiones, sin embargo, aunque extrañas, tienen público. No faltan en el mundo ciudadanos ávidos de arengas antisistema, por descabelladas que sean, sobre todo en los países que más se benefician de dicho ‘sistema’, donde son especialmente taquilleras. Se trata de un fenómeno similar al de quienes necesitan a un predicador que los regañe porque son unos pecadores, y diezman generosamente por ello, gracias a lo cual obtienen un alivio psicológico para sentimientos de culpa fundados o infundados.

Para Petro es afortunado que ese público exista, pues, como dijo Mauricio Vargas en estas páginas, al Presidente le aburre el poder, al menos la parte del poder que consiste en la administración de la burocracia estatal y la solución de los problemas de la ciudadanía.

Cada día es más evidente que lo de Petro no es la ejecución, sino las palabras, la retórica, actividad para la cual posee un indiscutible talento, aunque aquejado por la misma debilidad que un profesor francés de literatura me anotó una vez en el margen de un ensayo que me había corregido: “Usted se deja llevar demasiado por el lenguaje”.

Por eso estoy seguro de que, una vez el Presidente se libere del tedioso ejercicio del poder, se convertirá en un conferencista cotizado, con los añadidos en prestigio y tarifa que otorga haber sido jefe de Estado. Y ni más faltaba que fuéramos a juzgarlo por eso, a criticarle el derecho, que aprovechan todos los expresidentes, de monetizar experiencias y conocimientos tan dura e ingratamente adquiridos.

Hay, sin embargo, un detalle. El renombre de Petro como abanderado de la causa climática, que fecundos emolumentos le aportará a partir de agosto de 2026, nos va a costar caro a los colombianos. Pues, como fue evidente en Dubái, el Presidente está edificando su reputación internacional sobre la base de renunciar, en nombre de sus compatriotas, a firmar nuevos contratos de exploración de hidrocarburos.

Como se ha explicado en muchas ocasiones, dejar de explorar en nuestro territorio es una medida simbólica, que no reducirá las emisiones globales de carbono. Los consumidores de hidrocarburos simplemente los comprarán a otro país. Eso nos incluye a nosotros, quienes, al mismo tiempo que decimos que no exploraremos en busca de más combustible fósil, anunciamos que lo traeremos de Venezuela.

Discúlpeme el lector por ahondar en una obviedad, pero las emisiones de carbono producto de la quema de hidrocarburos son independientes de su origen. La molécula de CO2 no tiene pasaporte: la que produce la combustión de gas venezolano es idéntica a la emitida por el gas colombiano. Con la diferencia crucial de que, al comprar el combustible al país vecino, o a cualquier otro país, desarreglamos las finanzas nacionales, reducimos nuestra capacidad de combatir la pobreza y nos volvemos voluntaria e idiotamente dependientes, en el caso de Venezuela, de uno de los regímenes más criminales e ineficientes del mundo.

No aprendimos nada de Alemania, cuya dependencia del gas ruso, al producirse la invasión a Ucrania, desató una crisis energética que hoy tiene a la potencia europea quemando lignito: de todos los tipos de carbón, el más dañino para la salud y la atmósfera.

Está bien que el Presidente quiera posicionarse como evangelista internacional de la causa climática, está en su derecho. Pero que ese posicionamiento no se pague al precio de puntos adicionales de pobreza en su propio país.

THIERRY WAYS
En X: @tways
tde@thierryw.net

(Lea todas las columnas de Thierry Ways en EL TIEMPO, aquí)

QOSHE - Un conferencista costoso - Thierry Ways
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Un conferencista costoso

4 1
10.12.2023

‘Extraño’ e ‘inaceptable’: eso le pareció al Ministerio de Exteriores de Alemania el discurso del presidente Petro en la COP28, en el que fusionó la tragedia humanitaria en Gaza con el cambio climático y afirmó que “Hitler está golpeando las puertas de los hogares de la clase media” de Europa y Estados Unidos.

Ese tipo de expresiones, sin embargo, aunque extrañas, tienen público. No faltan en el mundo ciudadanos ávidos de arengas antisistema, por descabelladas que sean, sobre todo en los países que más se benefician de dicho ‘sistema’, donde son especialmente taquilleras. Se trata de un fenómeno similar al de quienes necesitan a un predicador que los regañe porque son unos pecadores, y diezman generosamente por ello, gracias a lo cual obtienen un alivio psicológico para sentimientos de culpa fundados o infundados.

Para Petro es afortunado que ese público exista, pues, como dijo Mauricio Vargas en estas páginas, al Presidente le aburre el poder,........

© El Tiempo


Get it on Google Play