El lunes 30 de octubre amanecimos más optimistas sobre el ejercicio de la democracia en Colombia, pues, a pesar de los consabidos problemas en algunas zonas rurales, se tuvieron elecciones territoriales limpias, con resultados claros y rápidos.

Estas elecciones territoriales han sido interpretadas como un plebiscito sobre el desempeño del primer gobierno de izquierda que ha tenido Colombia. Y el veredicto ha sido un contundente “voto castigo” a la pobre gestión del petrismo, tanto a nivel de Gobierno Nacional como territorial.

Los resultados fueron más allá de las encuestas al mostrar claros triunfos (en la franja 40 a 72 %) a favor de candidatos de oposición de diversas raíces políticas. Resultó grato el renacer del Nuevo Liberalismo, que en cabeza de Carlos F. Galán logró hacerse con la Alcaldía de Bogotá, en primera vuelta y con cerca del 50 % de los votos.

La moñona política implicó sepultar la candidatura de Bolívar (del partido de gobierno) a manos del novedoso Oviedo, quien logró llegar al Concejo gracias a la segunda votación más abultada (20 %). Resultará útil que Oviedo replique el aprendizaje de primera mano sobre Bogotá que realizó Galán, participando activamente en el Concejo, constituyéndose así en nuestra mejor opción para el 2028.

Este triunfo de “construir sobre lo construido” es particularmente relevante para avanzar en las obras de infraestructura, las cuales el petrismo venía obstaculizándole a la diligente gestión de la alcaldesa Claudia López, bajo momentos tan difíciles como los del covid (2020-2021). El infantilismo de izquierda de Petro queda entonces como una imborrable mancha de su gestión presidencial, quien pasará a la historia como el niño de 15 años que leyó y visitó el Mausoleo de Mao, pero quien nunca maduró para ser un buen gobernante.

Tiene también significado especial el triunfo de la oposición al petrismo en las alcaldías de Medellín y Cali, las cuales venían haciendo daño institucional y de gestión en las empresas de servicios públicos territoriales, con incidencia sobre los planes energéticos nacionales. Barranquilla ha completado una década mostrándonos los frutos que alcanzan mandatarios con visión de mediano plazo, destacándose por la renovación de su aeropuerto, sus accesos de vías rápidas y habiendo controlado los problemas de los arroyos. Igualmente, se ha reducido la pobreza, con beneficios sobre Soledad y vecindades.

También cabe estar optimistas sobre los mandatarios que repiten en gobernaciones, como las de Cundinamarca y Valle, pues su experiencia y mejor entendimiento con burgomaestres de las capitales generarán positivas sinergias.

El contraste de nuestro optimismo no podía ser mayor respecto de lo observado tras las elecciones en Argentina, donde el recurrente populismo peronista logró “comprar” la mayoría de votación a favor de un gobierno irresponsable hasta la médula: con 130 % de inflación anual, pendiente del pago inmediato de casi US$ 45.000 millones al FMI, optó por reducir los impuestos, expandir la burocracia y otorgar subsidios a favor de una clase política que vive expoliando al Estado desde hace 70 años.

Significa mucho, entonces, que Colombia hubiera podido girar hacia el centro responsable, con este voto castigo al populismo petrista, antes de que la nómina estatal lograra inclinar la balanza electoral a su favor. En Argentina, cerca del 40 % de la fuerza laboral está empleada por el sistema federal o provincial y son ellos los que marchan al son de las ‘barras bravas’ electorales, haciendo imposible recuperar la sindéresis económica y social. En Colombia, la participación del empleo público ha venido incrementándose del 15 al 25 % en la última década (incluyendo aquí los beneficiados por los recurrentes subsidios), luego vamos por mal camino en burocracia; pero este umbral aún no ha impedido que reaccionáramos a tiempo para evitar el barranco del populismo petrista.

SERGIO CLAVIJO

(Lea todas las columnas de Sergio Clavijo en EL TIEMPO, aquí)

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Voto castigo y sus implicaciones

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12.11.2023

El lunes 30 de octubre amanecimos más optimistas sobre el ejercicio de la democracia en Colombia, pues, a pesar de los consabidos problemas en algunas zonas rurales, se tuvieron elecciones territoriales limpias, con resultados claros y rápidos.

Estas elecciones territoriales han sido interpretadas como un plebiscito sobre el desempeño del primer gobierno de izquierda que ha tenido Colombia. Y el veredicto ha sido un contundente “voto castigo” a la pobre gestión del petrismo, tanto a nivel de Gobierno Nacional como territorial.

Los resultados fueron más allá de las encuestas al mostrar claros triunfos (en la franja 40 a 72 %) a favor de candidatos de oposición de diversas raíces políticas. Resultó grato el renacer del Nuevo Liberalismo, que en cabeza de Carlos F. Galán logró hacerse con la Alcaldía de Bogotá, en primera vuelta y con cerca del 50 % de los votos.

La moñona política implicó sepultar la candidatura de Bolívar (del partido de gobierno) a manos del novedoso Oviedo, quien........

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