La paradoja impositiva de Colombia no termina de asombrarnos. De una parte, se tuvo un incremento de 15 % real en el recaudo del 2023, lo cual debería ser señal de tranquilidad fiscal tras los esfuerzos de las reformas tributarias de 2021 y 2022. Pero, de otra parte, se aprobó un desbordado presupuesto 2024 que, aun después del recorte propiciado por la inexequibilidad de la no deducibilidad de regalías, alcanzará 26,5 % del PIB frente al 21 % que se tenía en 2019.

Así, el encomiable esfuerzo de elevar el recaudo de 14,5 % del PIB hacia 17 % en los últimos años luce insuficiente, dados los desmanes de gasto operativo de la administración Petro. Las acusaciones petristas de “derrochones” a pasados gobiernos aplican entonces por igual al suyo, creando el Ministerio de Igualdad, que añade burocracia partidista y subsidios generalizados.

Además, se está destinando el 4 % del PIB en pagos de intereses sobre una deuda bruta que continúa bordeando el 64 % del PIB. Y, para el 2024, está claro que este gobierno tampoco contendrá su déficit fiscal al pronosticarse un 4,5 % del PIB y balance primario todavía en negativo (-0,7 %).

Esta situación fiscal bien podría empeorar si Colombia se embarcara en el “experimento” que, según Petro, buscaría sustituir mayor recaudo empresarial (cercano a 1 % del PIB) por mayor recaudo de altos estratos. Pero resulta que las tasas efectivas de tributación de estos últimos ya bordean el 30 % (incluyendo el impuesto a la riqueza). Luego el problema es la incapacidad de la Dian para controlar la evasión estructural de “ricos en la informalidad” (incluyendo narcotraficantes). Tan solo un millón de contribuyentes añadimos pagos a las retenciones. Así que de poco sirve que ahora declaren 5 millones de personas, pues el grueso continuará en modo evasión o elusión.

Al compararse la estructura de recaudo de Colombia con la Ocde, salta a la vista que para poder reducir exageradas tasas de imporrenta empresariales (35-40 %, como ahora bien lo reconoce hasta el mismo Petro) debe expandirse la cobertura de la tasa efectiva del IVA del 19 % (actualmente afectando solo 45 % de ítems).

Esto permitiría elevar el recaudo del IVA del actual 8,3 % del PIB hacia 11 % del PIB observado en el promedio de la Ocde.

No contentos con grandes esfuerzos que viene haciendo la tributación privada (incluyendo sobretasas de 5 % en el sector minero-energético y financiero), Bonilla había anunciado otra reforma tributaria que elevaría también el recaudo predial, ya afectado por la cascada tributaria de imporriqueza. ¿Se habrá dado cuenta Minhacienda de que Colombia ya tributa 1,6 % del PIB en predial, cifra similar a la observada en Ocde?

El veredicto internacional habla por sí solo: en calidad de estructura tributaria, Colombia ocupó, en 2023, la última posición entre 38 países Ocde. Las firmas en Colombia tributan 5,5 % del PIB, superando el 3 % del PIB de Ocde. Y, como ilustré recientemente, estas sobrecargas frenan la inversión (-15 % real), reducen la productividad del país y generan ineficacia administrativa.

Esto explica por qué la tributación individual en Colombia figura en la franja “poco amigable” con el contribuyente: solo fiscalizan a una minoría de hogares, a tasas efectivas elevadas para estratos altos, pero a tasa cero para quienes ganan el ingreso medio en Colombia (el cual debería gravarse al 10 %). Y la otra razón para figurar Colombia como campeona de ataque tributario a las firmas, y su alta complejidad, tiene que ver con la baja cobertura del IVA, según lo ya explicado.

Paradójicamente, varios de estos elementos “técnicamente correctos” llevaron a la crisis de abril de 2021, luego es realmente difícil entender la “lógica” petrista en su propuesta de finales de 2023. Pero sin movernos en esta dirección, la inversión/PIB continuará estancada en 18 % y nuestro crecimiento potencial cayendo del 3 % al 2 % anual, también por efectos de políticas anti sector privado.

SERGIO CLAVIJO

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Estructura impositiva: ¿orgullo nacional?

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07.01.2024

La paradoja impositiva de Colombia no termina de asombrarnos. De una parte, se tuvo un incremento de 15 % real en el recaudo del 2023, lo cual debería ser señal de tranquilidad fiscal tras los esfuerzos de las reformas tributarias de 2021 y 2022. Pero, de otra parte, se aprobó un desbordado presupuesto 2024 que, aun después del recorte propiciado por la inexequibilidad de la no deducibilidad de regalías, alcanzará 26,5 % del PIB frente al 21 % que se tenía en 2019.

Así, el encomiable esfuerzo de elevar el recaudo de 14,5 % del PIB hacia 17 % en los últimos años luce insuficiente, dados los desmanes de gasto operativo de la administración Petro. Las acusaciones petristas de “derrochones” a pasados gobiernos aplican entonces por igual al suyo, creando el Ministerio de Igualdad, que añade burocracia partidista y subsidios generalizados.

Además, se está destinando el 4 % del PIB en pagos de intereses sobre una deuda bruta que continúa bordeando el 64 % del PIB. Y, para el 2024, está claro que este........

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