La aprobación en la Cámara de Representantes de la reforma a la salud propuesta por el gobierno de Gustavo Petro le deja al pueblo colombiano una lección que le debe servir, en un próximo debate electoral, para pensar mejor su decisión en el momento de depositar el voto. Esa lección es clara: no creer en lo que los políticos prometen cuando están en busca de votos, convencerse de que engañan a los electores y tener claro que no llegan a las corporaciones públicas para defenderlos. Lo que se vio durante los debates para que la reforma a la salud fuera aprobada muestran con claridad meridiana que lo que los políticos defienden no son los intereses del pueblo, sino la participación burocrática que reciben a cambio de votar a favor de las iniciativas del gobierno.

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Los políticos son hábiles para traicionar la voluntad del pueblo. En campaña prometen muchas cosas, y una vez llegan a las corporaciones públicas se olvidan de sus promesas. Todo porque se venden al mejor postor. La reforma a la salud pasó los debates en la Cámara de Representantes porque el Gobierno Nacional compró apoyos a su iniciativa con eso que popularmente se llama mermelada. Recordemos cómo el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, le reclamó al Partido Verde sus críticas a la mencionada reforma: sacándole en cara la entrega de algunas entidades del Estado, como el Sena. ¿No es esta, acaso, una prueba contundente de cómo el gobierno compra votos para alcanzar sus objetivos? Sin tanto ofrecimiento burocrático a los parlamentarios, la reforma no habría pasado.

En los debates que se llevaron a cabo en la Cámara de Representantes para aprobar esta reforma los políticos demostraron que no les interesa el futuro de la salud del pueblo colombiano. Estatizar la salud es regresar a tiempos de ingrata recordación, cuando el Seguro Social la manejaba. Los colombianos llegamos a pensar (ingenuos que somos), que los parlamentarios pertenecientes a los partidos tradicionales frenarían este orangután. Pero, ¡qué va! Todos a una, como en fuente ovejuna, se vendieron al gobierno. Les interesaba más la oportunidad de que fueran premiados con burocracia. Ninguno parece haber leído los interesantes artículos de Germán Vargas Lleras en este diario sobre su inconveniencia.

Para lograr esta aprobación, a la presidencia de la corporación no le importó someter a votación en bloque parte del articulado. Ni aprobarla sin la certificación del Ministerio de Hacienda.

Daba pena ajena escuchar en esos debates al ponente, Alfredo Mondragón, representante del Pacto Histórico, tratando de convencer a sus colegas de los beneficios de esta reforma. En la defensa del articulado demostró que no era la persona indicada para argumentar sobre ella. Que un tecnólogo en Autotrónica, egresado del Sena, haya sido el ponente de la reforma a la salud, dejó mal parada a la Cámara de Representantes ante la opinión pública. Mondragón no tenía la formación académica para sustentar ante sus compañeros lo que se debatía. Estaba en el lugar equivocado. Se le notaba, como dijo una columnista de Semana, que “no tenía la más remota idea de lo que se aprobó y discutió”. Sin embargo, para satisfacción de Petro, la reforma fue aprobada.

La aprobación en la Cámara de Representantes de esta reforma fue un triunfo de Gustavo Petro, no de Colombia. El presidente la convirtió en “un punto de honor de su gestión”, no importándole los problemas que para la atención de la salud de los colombianos representa. Se podría decir que, aprobándola, los representantes le dieron gusto a él, no al pueblo que dicen representar. Es decir, se entregaron por un plato de lentejas, traicionando a quienes los eligieron. Para lograr esta aprobación, a la presidencia de la corporación no le importó someter a votación en bloque parte del articulado. Ni aprobarla sin la certificación del Ministerio de Hacienda. ¿De dónde va a sacar el gobierno la plata que se necesita para poner a funcionar los Centros Primarios de Atención en Salud? Eso vale lo de una reforma tributaria.

Nos queda la esperanza de que la reforma a la salud sea hundida en el Senado. Esperamos que los senadores sean más sensatos a la hora de votarla. De aprobarse en esta instancia queda esperar a que, como lo indican algunos constitucionalistas, sea declarada inexequible en la Corte Constitucional por vicios tanto de forma como de fondo. Esta es una reforma estatutaria. Por lo tanto, su paso por el congreso debió haberse iniciado por el senado. De otro lado, los políticos saben el costo que para ellos tiene su aprobación. Ese entregarse al gobierno se lo cobrarán los electores, en las urnas, en una próxima contienda electoral. Antes de depositar su voto, la gente va a recordar quiénes la apoyaron. ¿No es traicionar la voluntad del pueblo aprobar una reforma que rechaza el 67% de los colombianos?

JOSÉ MIGUEL ALZATE

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Los políticos traicionan la voluntad del pueblo

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19.12.2023

La aprobación en la Cámara de Representantes de la reforma a la salud propuesta por el gobierno de Gustavo Petro le deja al pueblo colombiano una lección que le debe servir, en un próximo debate electoral, para pensar mejor su decisión en el momento de depositar el voto. Esa lección es clara: no creer en lo que los políticos prometen cuando están en busca de votos, convencerse de que engañan a los electores y tener claro que no llegan a las corporaciones públicas para defenderlos. Lo que se vio durante los debates para que la reforma a la salud fuera aprobada muestran con claridad meridiana que lo que los políticos defienden no son los intereses del pueblo, sino la participación burocrática que reciben a cambio de votar a favor de las iniciativas del gobierno.

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Los políticos son hábiles para traicionar la voluntad del pueblo. En campaña prometen muchas cosas, y una vez llegan a las corporaciones públicas se olvidan de sus promesas. Todo porque se venden al mejor postor. La reforma a la salud pasó los debates en la Cámara de Representantes porque el Gobierno Nacional compró apoyos a su iniciativa con eso que popularmente se llama mermelada.........

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