La moda política de una derecha anti institucional y cargada de demagogia parece tomar cada vez más fuerza en América Latina. Esta respuesta política a los excesos de la izquierda, sus narrativas y sus errores tiene todos los ingredientes para resultar verdaderamente costosa para las democracias locales.

No faltan quienes en Colombia buscan retomar discursos como los que llevan a acabar con instituciones con la promesa de enfrentar la burocracia y pasar por encima de muchos derechos de la ciudadanía para reducir la inseguridad. Y cuando más se vuelven populares las corrientes que se enfrentan a derechos e instituciones es cuando más hay que luchar por fortalecer las democracias y no ceder un centímetro en derechos que tantos años se han necesitado para conseguir.

Sobre todo, esta moda anti institucional e intimidante debe ser un llamado de atención para los proyectos de izquierda latinoamericanos que han gobernado durante las décadas recientes. Porque a pesar de la documentada falta de autocrítica en ese sector, su descuido de la seguridad y la prosperidad es evidente, hasta el punto de convertir a América Latina en una de las zonas más inseguras y violentas del mundo. Si hoy nuestra región se ve inclinada hacia la elección de discursos tan llenos de amenazas para los valores de la democracia, los excesos y los fracasos de los modelos de izquierda tienen una especial responsabilidad ahí.

Colombia está lejos de ser ajena a esas modas de la nueva política anti-políticos de este hemisferio. Aquí, cada vez que ha surgido un nuevo referente controvertido en la política regional se ha repetido que “Colombia necesita un Fujimori”, que “necesitamos un Bukele” y que se busca “el Milei colombiano”. En medio del desgaste y el desencanto frente al actual gobierno de izquierda, que cualquier encuesta o sondeo corrobora –o, más aún, los resultados de las elecciones de 2023 dejaron más que claro–, el riesgo del posible posicionamiento de un proyecto demagógico es real. Y aunque algunos sectores políticos se ilusionan con un cambio significativo de poder en 2026, apostarle a la demagogia y a la desinstitucionalización sería una irresponsabilidad sin precedentes. Un camino así sólo cosecharía más divisiones, más rivalidades y más fragmentación en la arena del debate público.

Es un hecho que diversos sectores de derecha encuentran cada vez más inspiración en el estilo y las tesis de líderes como Milei y Bukele, así como también de su predecesor Bolsonaro. Esto se ha visto acentuado por la pelea twittera entre los presidentes Bukele y Petro, quienes a nivel regional han buscado posicionarse como dos abanderados de orillas únicas entre las cuales no existe, según sus miradas, postura intermedia alguna. Entre la rivalidad de esos dos gobiernos y los discursos libertarios de Milei que tanto se difunden a través de las redes, la derecha colombiana tiene un camino que sin duda busca seguir, de cara a 2026.

Si el actual panorama de promesas imposibles y cálculos alegres pero irresponsables en la defensa de reformas llenas de riesgo no es para nada prometedor, la solución no puede ser la desinstitucionalización ni la radicalización hacia la derecha. Es mucho lo que debería aprender la ciudadanía colombiana sobre los niveles de agotamiento y polarización política en países como Argentina por cuenta de la elección de miradas radicales y excluyentes, para no repetir nunca historias con tan mal pronóstico. Si algo nos ha enseñado la turbulenta historia de esta región es que los experimentos de la demagogia pueden prometer muchas maravillas, pero rara vez logran cumplirlas y muy pocas veces suelen salir bien.

Las principales víctimas de estos brincos entre demagogias contrarias son la democracia institucional, las figuras de los partidos y la opción de elegir proyectos moderados con visiones conciliadoras y capacidad de construir hacia el largo plazo. De esta espiral de promesas imposibles de cumplir y de revanchas entre dos bandos diametralmente opuestos sale inmensamente derrotada la opción de construir proyectos responsables, incluyentes y respetuosos de la diferencia.

Hoy más que nunca creo que antes de pensar en un Bukele o Milei a la colombiana, lo mejor que le podría pasar al país es una opción conciliadora y lejana de las revanchas y los extremismos. La pregunta es quién.

FERNANDO POSADA
En X: @fernandoposada_

(Lea todas las columnas de Fernando Posada en EL TIEMPO, aquí)

QOSHE - Milei, Bukele y las elecciones colombianas de 2026 - Fernando Posada
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Milei, Bukele y las elecciones colombianas de 2026

2 5
21.01.2024

La moda política de una derecha anti institucional y cargada de demagogia parece tomar cada vez más fuerza en América Latina. Esta respuesta política a los excesos de la izquierda, sus narrativas y sus errores tiene todos los ingredientes para resultar verdaderamente costosa para las democracias locales.

No faltan quienes en Colombia buscan retomar discursos como los que llevan a acabar con instituciones con la promesa de enfrentar la burocracia y pasar por encima de muchos derechos de la ciudadanía para reducir la inseguridad. Y cuando más se vuelven populares las corrientes que se enfrentan a derechos e instituciones es cuando más hay que luchar por fortalecer las democracias y no ceder un centímetro en derechos que tantos años se han necesitado para conseguir.

Sobre todo, esta moda anti institucional e intimidante debe ser un llamado de atención para los proyectos de izquierda latinoamericanos que han gobernado durante las décadas recientes. Porque a pesar de la documentada falta de autocrítica en ese sector, su descuido de la seguridad y la prosperidad es evidente, hasta el punto de convertir a........

© El Tiempo


Get it on Google Play