Cuando a mediados de 2022 el país eligió a Gustavo Petro nuevo presidente de la República, el mundo entero puso sus ojos sobre Colombia. Se trataba del giro hacia la izquierda de uno de los pocos países de América Latina que en el siglo XXI se habían mantenido dentro de los márgenes de la derecha. Pero casi dos años después de esa elección, cada vez resulta más evidente que la realidad sobre ese aparente giro hacia la izquierda es mucho más compleja de lo que inicialmente mostraba ser. Luego de elegir el primer gobierno de izquierda en décadas —no el primero ni el único de nuestra historia—, la ciudadanía de Colombia está lejos de haber dado un timonazo hacia ese lado.

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La primera explicación ante este fenómeno cada vez más visible puede atribuirse a que si bien los electores ofrecieron una oportunidad a una alternativa política, la combinación entre las altísimas expectativas que habían depositado en esa nueva opción y el desencanto ante sus errores puede haber llevado a muchas conclusiones sobre qué tan conveniente fue ese giro. Esto puede evidenciarse en la percepción de la ciudadanía sobre sus propias corrientes políticas. En febrero de este año, la más reciente encuesta Polimétrica reveló que apenas el 16 por ciento de los colombianos se identifican dentro de la izquierda, mientras que el 30 por ciento afirman ser de derecha y el 54 por ciento, de centro. En la misma línea, a finales del año pasado la encuesta de percepción de los jóvenes colombianos (de Cifras y Conceptos y la Universidad del Rosario) presentó un dato muy interesante y diciente: en menos de tres años, los jóvenes que se identifican con la derecha pasaron de ser el 7 por ciento a ser el 37 por ciento de esa población. En materia de encuestas, es visible que en los meses recientes el país —y sobre todo la juventud— está dando un giro hacia la derecha, algo que podría definir el futuro político de Colombia en los años entrantes.

Tampoco el Congreso se volvió de izquierda, incluso cuando en ambas cámaras se estableció una coalición mayoritaria para apoyar al Gobierno. Es una realidad que ni siquiera los partidos más inclinados hacia los intercambios y favores clientelistas se han entregado de lleno al discurso del Gobierno ni le han aprobado cada uno de sus proyectos como si se tratara de una notaría legislativa. El caso de iniciativas como la reforma de la salud ha demostrado que aún en medio de las tensiones y las negociaciones burocráticas, la Rama Legislativa ha mantenido una independencia prudente. Y las cortes, que por años desde la derecha han sido tildadas de progresistas, tampoco han apoyado cada capricho político del Gobierno ni han cedido ante sus presiones. Este proceso político que vive Colombia ha sido una enorme prueba de la separación de poderes que las instituciones han logrado superar sin mayor contratiempo.

A nivel de las elecciones regionales, el país también estuvo lejos de girar a la izquierda en los cargos más importantes a lo largo y ancho del territorio. En las votaciones de 2023, Colombia volvió a elegir autoridades territoriales de corte más de derecha en las principales alcaldías y gobernaciones, lo cual permitió medir cómo están las fuerzas de cada sector a nivel local. Mientras la inseguridad se posiciona como la principal preocupación entre los colombianos, más se vuelve una moda —preocupante, sin duda— pedir medidas más drásticas que muchas veces van en contravía de los derechos que consagra la Constitución. Y en varias regiones del país,

los dirigentes ganadores fueron quienes enfocaron sus discursos en las soluciones ante la inseguridad, un tema que parece haber sido desprotegido por el nuevo gobierno nacional. Es cierto que la ciudadanía eligió un proyecto político de izquierda, en gran parte como demanda de una alternativa de cambio tras una era dominada por la imagen de Uribe como presidente, líder de oposición y como poder detrás del poder. Pero el desgaste que ha traído el actual gobierno en materia de peleas innecesarias, improvisación y errores inducidos por el dogmatismo en nada resuelve el descontento inicial de la ciudadanía colombiana. La gran preocupación que hoy surge, y ante la cual deben saber reaccionar los partidos con sensatez, es que frente a los errores y excesos de esta alternativa a la cual la ciudadanía le entregó una oportunidad con esperanza se posicione cada vez más una derecha radicalizada y con poco interés en reconciliar a una nación dividida.

El Gobierno Nacional y sus defensores más cercanos cometerían un error al creer que tras su elección en 2022, Colombia se convirtió en un país de izquierda y que por ende la agenda para gobernar debe ser desde las líneas más ortodoxas de esa corriente, lejos de la promesa inicial de construir una coalición amplia y representativa de muchas vertientes políticas del centro e izquierda. Las encuestas dejan claro que si bien la ciudadanía creyó y sigue creyendo en promesas de cambio, sus 11 millones de votos no representan un cheque en blanco para desmontar lo que funciona desde los cálculos alegres y las promesas imposibles de cumplir.

El actual proceso de encierro ideológico y político que protagoniza el Gobierno Nacional deja más que claro que aunque sus líderes entendieron muy bien el panorama electoral de su momento, han sido mucho menos exitosos en la lectura de los matices políticos de la ciudadanía a la cual ahora están en la tarea de representar.

FERNANDO POSADA

@fernandoposada_

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El giro a la izquierda que no fue

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19.03.2024
Cuando a mediados de 2022 el país eligió a Gustavo Petro nuevo presidente de la República, el mundo entero puso sus ojos sobre Colombia. Se trataba del giro hacia la izquierda de uno de los pocos países de América Latina que en el siglo XXI se habían mantenido dentro de los márgenes de la derecha. Pero casi dos años después de esa elección, cada vez resulta más evidente que la realidad sobre ese aparente giro hacia la izquierda es mucho más compleja de lo que inicialmente mostraba ser. Luego de elegir el primer gobierno de izquierda en décadas —no el primero ni el único de nuestra historia—, la ciudadanía de Colombia está lejos de haber dado un timonazo hacia ese lado.

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La primera explicación ante este fenómeno cada vez más visible puede atribuirse a que si bien los electores ofrecieron una oportunidad a una alternativa política, la combinación entre las altísimas expectativas que habían depositado en esa nueva opción y el desencanto ante sus errores puede haber llevado a muchas conclusiones sobre qué tan conveniente fue ese giro. Esto puede evidenciarse en la percepción de la ciudadanía sobre sus propias corrientes políticas. En febrero de este año, la más reciente encuesta Polimétrica reveló que apenas el 16 por ciento de los colombianos se........

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