Arcángel, un famoso cantante de reguetón de nuestra época, ha dicho en una entrevista que el género desde el cual se ha consagrado como una estrella es muy pobre musicalmente. Lo que ha dicho sobre su propio estilo musical es una verdad muy impopular en estos tiempos sobre la cual es necesario hablar.

En mi caso llevo años intentando entender por qué un estilo musical con tan pocas transformaciones se ha mantenido en la cima de las listas de reproducción en el mundo entero durante dos décadas. Quizás sea por eso mismo: porque ha cambiado poco y en ese sentido sigue la misma estructura desde hace años. Para oírlo, como dice el propio Arcángel, hay que pensar poco en términos de la música y no preocuparse demasiado por comprender lo que ocurre durante esos cuatro o cinco minutos. Además, existe la certeza absoluta de que la siguiente canción no romperá de la manera más mínima esa estética. El sonido en el fondo sigue siendo igual y hace cada vez más urgente la pregunta –siempre genuina y respetuosa– de cuál es el valor tan extraordinario que millones le encuentran.

Mientras décadas anteriores estuvieron dominadas por la búsqueda por llevar estilos y géneros cada vez más lejos, el reguetón parece más una apuesta por lo estático y lo inmóvil. Mientras en los noventa los sintetizadores, las guitarras y la divergencia rítmica eran inmensamente populares en las emisoras de radio, hoy la corriente es cada vez más hacia lo homogéneo: el pop suena a reguetón, la salsa suena a reguetón y hasta las rancheras suenan al pegajoso y dominante ritmo del reguetón. ¿Qué pasó con ese valor esencial de la experimentación y el deseo de llevar más allá un estilo de música, que hasta hace poco era una regla en la producción de nuevos ‘hits’?

A la hora de preguntar cuál es el motivo del éxito de este estilo no hay que caer en los errores del purismo o el moralismo desde los cuales tantos critican el reguetón. El rock, el rap y el pop han hablado desde hace años de mucho de lo que el reguetón ahora habla, y más aún de la marginalidad, la psicodelia, la pobreza y el perdón. Al mismo tiempo, hay una enorme ingenuidad entre tantos que hoy celebran que el reguetón por fin liberó la conversación sobre temas sensibles dentro de la industria de la música y permitió hablar de asuntos antes censurados: ¡como si el rock no hubiera hablado de sexo desde hace más de cincuenta años! Basta con oír dos o tres canciones en el catálogo del jazz o el ‘blues’ o el ‘funk’ para entender que temas como el deseo, la desdicha y la traición desde hace mucho tiempo son el eje central de cientos de canciones y que el reguetón está lejos de haber innovado por ese lado.

No deja de ser paradójico que el momento en el que la música latinoamericana más brilla a nivel mundial no es por cuenta del impresionante talento de las orquestas de salsa que en otra época brotaron a lo largo de la región, ni por la extraordinaria ola de rockeros que surgieron en países como Argentina y México desde finales de los años sesenta y que llenaron de identidad las vidas de millones de personas. En muchos otros momentos, el talento latinoamericano tuvo mayores méritos para conseguir el boom que los reguetoneros enhorabuena han logrado desde una escala cada vez mayor.

Hasta hace pocos años la música tenía un efecto casi inmediato entre su audiencia, al motivar a miles de personas a ser artistas, a tomar un instrumento y escribir una nueva canción con los amigos del barrio o del colegio. Hoy ese sueño de miles de jóvenes en el mundo entero de colgarse una guitarra e innovar desde el pop, el rock o el metal se hace cada vez más lejano en el recuerdo. No se trata de ser nostálgicos de otros tiempos, ni de añorar el gusto musical de generaciones anteriores, sino de preguntar por qué llevamos veinte años oyendo una canción que poco parece cambiar y por qué perdimos el deseo de oír músicas que sonaran más diversas. Hoy más que nunca busco acordarme de lo que era escuchar radio a comienzos de este mismo milenio, no por extrañar aquella época, sino para entender lo distinto que es todo ahora y, sí, lo mucho que nos hemos permitido perder en el nivel de la música con la que acompañamos nuestra cotidianidad.

En la misma entrevista decía Arcángel que en el reguetón poco importa saber interpretar algún instrumento, como si la musicalidad pudiera ser sacrificada sin consecuencia alguna en el mercado masivo del entretenimiento. De inmediato recordé las palabras de un amigo productor, quien dice que el único género que en los últimos años ha puesto en riesgo el dominio del reguetón es la música popular, también conocida como ‘despecho’. Y al ver que ahí sí tienen cabida los músicos que reivindican el valor de tocar un instrumento –que sin ser una obviedad debería ser el mínimo en cualquier estilo musical–, realmente espero que ese género, o cualquier otro que rescate el valor de la musicalidad, logre ganar semejante disputa.

FERNANDO POSADA
En X: @fernandoposada_

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¿Por qué el reguetón?

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17.12.2023

Arcángel, un famoso cantante de reguetón de nuestra época, ha dicho en una entrevista que el género desde el cual se ha consagrado como una estrella es muy pobre musicalmente. Lo que ha dicho sobre su propio estilo musical es una verdad muy impopular en estos tiempos sobre la cual es necesario hablar.

En mi caso llevo años intentando entender por qué un estilo musical con tan pocas transformaciones se ha mantenido en la cima de las listas de reproducción en el mundo entero durante dos décadas. Quizás sea por eso mismo: porque ha cambiado poco y en ese sentido sigue la misma estructura desde hace años. Para oírlo, como dice el propio Arcángel, hay que pensar poco en términos de la música y no preocuparse demasiado por comprender lo que ocurre durante esos cuatro o cinco minutos. Además, existe la certeza absoluta de que la siguiente canción no romperá de la manera más mínima esa estética. El sonido en el fondo sigue siendo igual y hace cada vez más urgente la pregunta –siempre genuina y respetuosa– de cuál es el valor tan extraordinario que millones le encuentran.

Mientras décadas anteriores estuvieron dominadas por la búsqueda por llevar estilos y géneros cada vez más lejos, el reguetón parece más una apuesta por lo estático y lo inmóvil.........

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