Archivo - Sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, Suiza

En un contexto geopolítico marcado por la terrible invasión de la Rusia de Putin a Ucrania y el trágico conflicto en Oriente Próximo, en los que la vida y la dignidad del ser humano se han visto violentadas con fuerza, la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumple 75 años desde su adopción por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Hoy debemos reafirmarnos e insistir con convicción en que los derechos humanos han de ser principios rectores de inexcusable cumplimiento, por encima de cualquier debate político. Deben ser un elemento común a cualquier ideología y ordenamiento jurídico, siendo la democracia el instrumento natural y adecuado para el desarrollo de los mismos. Solo así veremos progresar la humanidad.

Ante tales escenarios, la comunidad internacional debe actuar desde el multilateralismo, la cooperación y la solidaridad, haciendo valer siempre el respeto al derecho internacional humanitario que a todas y a todos nos protege. Así, la resolución de los conflictos de los que estamos siendo testigos requerirá de estrategias diplomáticas efectivas, mediación imparcial e intervención humanitaria en cumplimiento de la aspiración global de salvaguardar la dignidad, la igualdad y la libertad inherentes a todo ser humano por el mero hecho de su nacimiento.

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Y con este mismo espíritu, proclamando la democracia como el único sistema político que ha demostrado desde el inicio de sus tiempos la capacidad de ofrecer y garantizar un entorno adecuado para la paz social y la concordia, hemos de hacer frente a tales desafíos y a otros que como sociedad global aún tenemos por delante: la erradicación de la pobreza, el fin de la lacra de la violencia machista, la lucha contra el terrorismo, la respuesta humanitaria a las crisis migratorias, la equidad en la transición ecológica o la igualdad de oportunidades en la transformación digital.

Para dar respuesta a todo ello, es esencial recordar la importancia de la participación activa, continua y entrelazada de las administraciones públicas, el tejido asociativo y de la sociedad civil en su conjunto. Como aseverara Eleanor Roosevelt en los trabajos preparativos de la Declaración, ¿dónde, después de todo, empiezan los derechos universales? ‘‘En lugares pequeños, cerca de casa; tan cercanos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa del mundo. Sin embargo, son el mundo de cada individuo’’.

Estas palabras hoy resuenan poderosamente, recordándonos que la protección de los derechos comienza en nuestras calles, barrios y ciudades; en nuestras acciones cotidianas para promover la justicia y la dignidad humana en todo momento y en todo lugar.

Y nuestra Constitución, cuyo 45 aniversario conmemoramos esta semana, es el mejor instrumento para hacer valer los principios universales consagrados en 1948. Su valor como guardiana de nuestras libertades radica en su capacidad de proveer las necesidades y aspiraciones de una sociedad en constante cambio, promoviendo la protección de los derechos fundamentales ante cualquier coyuntura y transformación social.

En definitiva, tal y como ilustraba Gregorio Peces-Barba, nuestra Carta Magna no es únicamente la norma superior del ordenamiento jurídico, sino la auténtica expresión de la concordia y la convivencia entre ciudadanos. A través de su observancia reafirmamos hoy nuestro compromiso vivo con la igualdad, la justicia y la libertad y nuestra determinación por trabajar en un proyecto que ponga el foco en la dignidad del ser humano como bien superior a proteger.

QOSHE - 75 años de justicia y dignidad - Maria Eugènia Gay
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75 años de justicia y dignidad

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10.12.2023

Archivo - Sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, Suiza

En un contexto geopolítico marcado por la terrible invasión de la Rusia de Putin a Ucrania y el trágico conflicto en Oriente Próximo, en los que la vida y la dignidad del ser humano se han visto violentadas con fuerza, la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumple 75 años desde su adopción por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Hoy debemos reafirmarnos e insistir con convicción en que los derechos humanos han de ser principios rectores de inexcusable cumplimiento, por encima de cualquier debate político. Deben ser un elemento común a cualquier ideología y ordenamiento jurídico, siendo la democracia el instrumento natural y adecuado para el desarrollo de los mismos. Solo así veremos progresar la humanidad.

Ante tales escenarios, la comunidad internacional debe actuar desde el........

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