Tiempo de encuentro, no encontronazo
Estamos llamados a reunirnos y a unirnos, a vislumbrar y a testimoniar esta presencia en un orbe frecuentemente distraído, hasta el extremo de dejarse corromper y no dejar que resplandezca en nuestra existencia la luz que iluminó la gruta de Belén. Con demasiada frecuencia, olvidamos que construir un mundo más celeste que terrícola, sólo es posible si la perversión no se interpone en nuestros andares, lo que requiere poner alma más que armas y mística poética más que política mundana. Vuelva a nosotros ese espíritu cercano y abandonemos por siempre aquello que nos degenera por completo. Sin duda, nuestra mayor perversión actual se sustenta en la universalidad de esta deformación que nos destruye, lo que nos invita a un cambio interior más auténtico y donante.
Indudablemente, si no peleas por dar fin a este estado de podredumbre, acabaremos todos formando........© El Nuevo Siglo Bogotá





















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