En Colombia pando y pandito significan de escasa profundidad, seco, como lo son los discursos, intervenciones, ponencias y presencia de algunos de los influencers que con ruido de cáscara de nuez se volvieron honorables parlamentarios desde el año pasado.

“Mafe” Carrascal, “Jota Pe” Hernández, Miguel Polo, Susana “Boreal” y “Cathy” Juvinao están en el Congreso catapultados por su presencia -mal llamada activismo- en redes sociales. Trinos y videos. La sociedad del ruido diría Byung-Chul Han, pero no le metamos filosofía que estos personajes no aguantan un triqui traque y el coreano aún no ha publicado este título.

De los cinco, los más bullosos son el senador Jonathan Ferney Pulido Hernández, alias Jota P., y el representante Miguel Polo. Este par de congresistas vienen del mundo del espectáculo, no de escenarios de la democracia donde florecen el discurso, la reflexión o la racionalidad y cuya madurez requiere tiempo, una espera que ellos no van a soportar porque el retorno de la inversión no es inmediato. “Un solo tuit con una noticia falsa o un fragmento de información descontextualizado puede sr más efectivo que un argumento bien fundado, advierte Byung -Chul Han en Infocracia.

Cuán panditos son lo mostraron la semana pasada en el legislativo, donde se están jugando reformas de gran calado, no para el gobierno, que es de turno, sino para el país, incluidos los 189.291 colombianos de la Coalición Centro Esperanza que votaron por Jota P., y los 40.053 de la lista que llevó a la Cámara a Polo.

David Racero, del Pacto Histórico, filósofo de la Universidad Nacional, señaló a Polo y a otros congresistas de “robarles a los colombianos”, en sentido figurado, porque no estudian los proyectos y desconocen lo que se hace en el legislativo; pero Polo es tan pandito que se toma las cosas literalmente y armó tremendo espectáculo, maximizado por los medios de comunicación que en cada pavada ve una oportunidad de aumentar el tráfico digital.

Él, que prometió con su curul afro “arrebatarle la bandera de las razas a la izquierda”, nunca será un Malcolm X, mucho menos un Benkos Biohó, rey del pueblo libre de San Basilio de Palenque, porque no es capaz de un activismo racial inteligente como el de Michelle Obama. En lo que sí ha cumplido este autodenominado “enamorado del capitalismo” es en emular a sus mentores, pero tarde que temprano se dará cuenta de que el bufón de la Corte existe. El aporte de Polo es, con razón, un “cero a la izquierda”, como lo definió Racero.

Pandito también alias Jota P., tan desocupado que se levantó en el DAPRE la lista de mercado de presidencia y vicepresidencia, que suma 30 millones para cuatro meses (de marzo a junio de 2023); o sea $3.750.000 mensuales para cada casa, pero como buen ‘youtuber’ no mostró el contexto, sino la cifra bruta. Él, que prometió “ayudar a muchas personas que sienten que sus sueños no se pueden hacer realidad”, no aporta a una prosperidad colectiva exacerbando el odio por los opositores políticos que también como él, lograron su sueño.

El costo que pagaremos los colombianos por las distorsiones democráticas que propician estos personajes, está por verse. Jota P. y Polo son commodities, incapaces de acción política alguna.

QOSHE - Panditos - Adriana Llano Restrepo
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Panditos

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14.11.2023

En Colombia pando y pandito significan de escasa profundidad, seco, como lo son los discursos, intervenciones, ponencias y presencia de algunos de los influencers que con ruido de cáscara de nuez se volvieron honorables parlamentarios desde el año pasado.

“Mafe” Carrascal, “Jota Pe” Hernández, Miguel Polo, Susana “Boreal” y “Cathy” Juvinao están en el Congreso catapultados por su presencia -mal llamada activismo- en redes sociales. Trinos y videos. La sociedad del ruido diría Byung-Chul Han, pero no le metamos filosofía que estos personajes no aguantan un triqui traque y el coreano aún no ha publicado este título.

De los cinco, los más bullosos son el senador Jonathan Ferney Pulido Hernández, alias Jota P., y el representante Miguel Polo. Este par de congresistas vienen del mundo del........

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