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Ficciones y realidades

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30.11.2025

Recientes fenómenos de nuestro acontecer político demuestran la manera en que lo que llamamos “instituciones” se basan en ficciones que todos asumimos como realidades. Una de ellas es la existencia de un constituyente primario en la clásica concepción de participación directa de toda la población, algo que en los tiempos modernos es una utopía. El ejemplo más citado es el proceso de expedición de la Constitución del 91. En las dos ocasiones en que el “pueblo” votó por la convocatoria de una asamblea constitucional, no participó más del 50 por ciento del censo electoral. Y, el 9 de noviembre de 1990, cuando se eligieron los integrantes del cuerpo constituyente la participación fue apenas del 30 por ciento. El 70 por ciento no concurrió, como se decía antes, a la “cita democrática”.

Lo mismo ocurre con la existencia formal de la separación de poderes ya que desde hace varios años -no solamente en este gobierno- el Congreso por la vía del clientelismo no es un verdadero contrapeso para el inmenso poder presidencial. Basta mirar cómo partidos que se han declarado independientes o incluso........

© El Nuevo Día