Los incumplimientos que dieron lugar a la decisión de Panam Sports comenzaron con Iván Duque, que es tan colombiano como Gustavo Petro. Solo varían en que uno es de derecha y el otro de izquierda. Somos el Macondo de Gabriel García Márquez donde la diferencia surrealista entre liberales y conservadores era que unos iban a misa a una hora y los otros a otra. Pero en Petro pesó, además, que no simpatiza con quienes gobiernan a Barranquilla desde 2008. Y mira poco o nada hacia acá excepto para echar largos discursos en la Plaza de la Paz y lograr votos.

Ya Colombia había mostrado lo irresponsable que es para el Mundial de Fútbol de 1986. Le habían dado la oportunidad de realizarlo cuando la Selección aún no era la que brilló en Italia 90. Pero salimos con el chorro de babas de que renunciábamos a esa vitrina internacional.

Lo de los Panamericanos no es una sorpresa. Los sempiternos incumplimientos del Estado son una expresión de la patria de las promesas que se lleva el viento, cuyo distintivo es la política tramposa que produce políticos falsos y demagogos de tarima. A quienes, es lo más trágico, les creemos porque ellos no brotan de la nada. Vienen de la misma biología nacional. Nos sentimos, con jactancia, los más vivos del planeta por nuestras tramoyeras habilidades. Solo que eso no ha servido para nada a la reputación colombiana.

He hecho una especie de parafraseo con el lema del gobierno del presidente Petro, ‘Colombia: potencia mundial de la vida’, porque el incumplimiento es, por arraigo cultural, una tradición nacional. Arranca con algo tan simple como no ser puntual en las citas. A última hora desmontamos compromisos sin explicación, dejando molestos a quienes fueron puntuales y puteándole la madre al incumplido.

El problema es que toda la humanidad no funciona con el folclorismo colombiano. Sin embargo, cuando un compatriota va a un país de estrictas reglas tiene dos opciones: o se adapta o retorna al caos. Y si se adapta sabe que en un país organizado no puede volarse los semáforos o pitar como un loco o cerrar el tráfico en las intersecciones o llevar la música a todo volumen, tal como sucede en ciudades desquiciadas del estilo de Barranquilla.

Lo ocurrido con los Panamericanos nos ha encuerado de cuerpo entero. Tras el reiterado incumplimiento que aburrió a Panam Sports ha sucedido la típica colombianada: suplicar arrepentidamente que nos devuelvan los Juegos que el Gobierno nacional, ahora sí, parece querer hacer por la costosa factura política que le están pasando de repercusiones internacionales. Los países serios no son un circo como Colombia. No hacen estas payasadas.

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Colombia, potencia mundial del incumplimiento | Columna de Horacio Brieva

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10.01.2024

Los incumplimientos que dieron lugar a la decisión de Panam Sports comenzaron con Iván Duque, que es tan colombiano como Gustavo Petro. Solo varían en que uno es de derecha y el otro de izquierda. Somos el Macondo de Gabriel García Márquez donde la diferencia surrealista entre liberales y conservadores era que unos iban a misa a una hora y los otros a otra. Pero en Petro pesó, además, que no simpatiza con quienes gobiernan a Barranquilla desde 2008. Y mira poco o nada hacia acá excepto para echar largos discursos en la Plaza de la Paz y lograr votos.

Ya Colombia había mostrado lo irresponsable que es para el Mundial de Fútbol de 1986. Le habían dado........

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