Colombia ha sido un país difícil para los cambios. Lo demuestra el discurrir de la historia nacional.

Sustituir la Constitución de 1886 por la de 1991 no fue sencillo. Costó varias guerras irregulares y montones de muertos.

La cuestión agraria sigue siendo un tema central en la agenda nacional porque la concentración de la tierra en pocas manos es una de las talanqueras al desarrollo económico y social del campo.

El derecho al voto lo empezaron a ejercer las mujeres en el plebiscito de 1957 que dio paso al Frente Nacional, cuando ya en la mayoría de las democracias liberales había sido otorgado desde la década de 1920.

La elección popular de alcaldes tardó varias décadas en concretarse hasta que se adoptó en 1986 con ciertas resistencias. Hubo voces que sostenían que solo debía ensayarse en las principales capitales del país.

Tampoco se han alcanzado cambios sustanciales en el régimen político y electoral y en la justicia, para no hablar del abierto temor que suscitan propuestas como la federalización del país. Es decir, hemos sido un país timorato en materia de reformas.

Gustavo Petro es un líder político proveniente del M-19 que se vendió como reformador en sus campañas presidenciales. Y asumió la jefatura del Estado con el ímpetu de hacer reformas decididas. Tras más de un año de administración, hoy creo que en vez de Gobierno del Cambio debió hablarse de Gobierno de Transición Moderada y elegirse un camino previo de construcción de consensos en torno a los cambios, sobre todo en temas tan problemáticos como salud y transición energética.

Había que tener en cuenta no solo la historia del país, sino el hecho de que en todas las repúblicas constitucionales hay pesos y contrapesos como el gran poder de veto de los parlamentos, que particularmente en Colombia se ha resuelto cuando el Ejecutivo compra al Congreso con prebendas, su compota preferida. Así se han asegurado las mayorías en favor de las iniciativas de ley de los gobiernos. Hasta ahora, Petro no ha logrado sacar adelante todas sus reformas. ¿Por insuficiente mermelada?

Fukuyama en su libro El liberalismo y sus desencantados dice que en la China de Deng Xiao-ping se hicieron los cambios en la economía después de 1978 por ser un país autoritario.

Colombia es otra cosa. Tengo claro que un cambio profundo no ocurrirá en el cuatrienio de Petro. Tomará varios años. Lo importante es que las reformas se hagan bien y que el anhelo popular de cambio no decrezca y sea innegociable. Ojalá las ineficacias y torpezas del Gobierno y los escándalos que han afectado la imagen presidencial, no terminen imponiendo una hostilidad anti-cambio.

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¿Gobierno de cambio o de transición moderada? | Columna de Horacio Brieva

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06.12.2023

Colombia ha sido un país difícil para los cambios. Lo demuestra el discurrir de la historia nacional.

Sustituir la Constitución de 1886 por la de 1991 no fue sencillo. Costó varias guerras irregulares y montones de muertos.

La cuestión agraria sigue siendo un tema central en la agenda nacional porque la concentración de la tierra en pocas manos es una de las talanqueras al desarrollo económico y social del campo.

El derecho al voto lo empezaron a ejercer las mujeres en el plebiscito de 1957 que dio paso al Frente Nacional, cuando ya en la mayoría de las democracias liberales había sido otorgado desde la década de 1920.

La elección popular........

© El Heraldo


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