El ser humano nace bueno, sano, incontaminado. En la criatura que arropamos recién salidos de una madre no puede encontrarse la potencialidad de la maldad porque sencillamente ese nacimiento es el regalo de la naturaleza convertida en un milagro, quizás el más perfecto que existe en el cosmos de la naturaleza humana. Hace muchos años un sabio sacerdote Jesuita Juan Climaco Salazar nos decía que la maldad es una creación del hombre que se ha convertido en perverso la cual tiene la violencia y el crimen como forma cotidiana de corromper al ser humano frágil e indefenso. La llegada al mundo de todo ser convertido en persona es un advenimiento semejante a un premio, pero al desarrollarse en la comunidad se contamina.

Colombia tiene quizás cerca de noventa años de estar contaminada. Muchos países, mucho antes y ahora se enfrentan en medio de tosca violencia buscando poder, ambición, posesiones, dominios políticos, territorios, riqueza. Unos con otros y unos con los mismos de su vientre. Nosotros tenemos décadas de estar nadando en sangre, en asesinatos, en odios, en una vida repleta de rencores y venganzas. Es nuestra forma de expresión, el lenguaje estilizado, perfeccionado para comunicarnos. Ningún gobierno de sesenta años atrás y ni el actual han podido corregir estas costumbres. Se asesina para dialogar porque ya no conосеn otro camino. A diario se demuestra que en este aspecto todos los gobiernos de todas las tendencias fueron y son derrotados. El crimen gobierna nuestra conducta y es como nuestro ADN.

En esta época todo ha empeorado. Ya no se pregunta, ya no hay interrogatorio, solo balazos y cuchilladas. La violencia es nuestro idioma, la sangre es nuestro destino, la muerte es el éxtasis del asesino para cobrar venganza, robar, estafar. Se nos olvidó que el ser humano debe vivir entre el respeto y la dignidad. Nos convertimos en auténticos salvajes y así lo confirman las estadísticas. Cuando vamos saliendo de la niñez a la adolescencia encontramos los maestros de la ignominia. Y nos enseñan que no preguntemos sino que asesinamos para tener la respuesta en el baño de sangre.

Ni las religiones, ni los esfuerzos de una educación laica dominante y digna, ni siquiera la mirada tierna de una madre a su bebe son inspiradores para inocular a aquella criatura que llega al mundo sana pero lista a corromperse. O acaso no estamos presenciando a cada minuto, cada hora de nuestras vidas confirmando que cada día hay más cementerios, funerarias, Jueces para el crimen, más ambulancias y policías dedicados a levantar cadáveres? Dónde está la cordura, la paz de los hombres en nuestro interior, la bondad de las poesías?

QOSHE - Odio, rencor, venganza, violencia | Columna de Álvaro De la Espriella - Álvaro De La Espriella
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Odio, rencor, venganza, violencia | Columna de Álvaro De la Espriella

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28.02.2024

El ser humano nace bueno, sano, incontaminado. En la criatura que arropamos recién salidos de una madre no puede encontrarse la potencialidad de la maldad porque sencillamente ese nacimiento es el regalo de la naturaleza convertida en un milagro, quizás el más perfecto que existe en el cosmos de la naturaleza humana. Hace muchos años un sabio sacerdote Jesuita Juan Climaco Salazar nos decía que la maldad es una creación del hombre que se ha convertido en perverso la cual tiene la violencia y el crimen como forma cotidiana de corromper al ser humano frágil e indefenso. La llegada al mundo de todo ser convertido en persona es un advenimiento semejante a un........

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