En la última década, la ciencia del comportamiento ha dejado de ser un campo académico de nicho para convertirse en una herramienta omnipresente en la toma de decisiones, tanto en el sector público como en el privado. La reciente concesión del Premio Nobel de Economía a Richard Thaler subraya la relevancia de esta disciplina que, lejos de ser una mera teoría, se ha infiltrado en las estrategias de gigantes tecnológicos como YouTube y Google, cuyas plataformas son el escenario de una ingeniería conductual a gran escala.

La ciencia del comportamiento, y en particular la economía conductual, se centra en el estudio de los procesos psicológicos detrás de las decisiones económicas. Thaler, un pionero en este campo, ha destacado por su teoría del “empujón” (nudge), que sugiere cómo pequeñas intervenciones pueden alentar a las personas a tomar decisiones diferentes. Sin embargo, lo que en un principio se presentó como una forma de mejorar la toma de decisiones individuales y colectivas, se ha convertido en una herramienta de doble filo.

Estas corporaciones han adoptado la economía conductual no solo para influir en las elecciones de consumo, sino para moldear las percepciones y comportamientos a una escala sin precedentes. La “arquitectura de elección”, acuñada por Thaler, se manifiesta en cómo se nos presentan los productos en un supermercado virtual o en las recomendaciones de videos que perpetúan ciclos de visualización. Pero, ¿dónde trazamos la línea entre la orientación útil y la manipulación sutil?

La respuesta a esta pregunta se complica aún más cuando consideramos el papel de estas empresas en la configuración de la opinión pública y la política. Por ejemplo, la Unidad de Perspectivas Conductuales del gobierno del Reino Unido, conocida coloquialmente como la “nudge unit”, ha utilizado principios de economía conductual para redactar recordatorios de impuestos, logrando adelantar más de 200 millones de libras esterlinas en ingresos fiscales en un año.

Sin embargo, este rápido crecimiento ha venido acompañado de críticas que cuestionan desde la base de evidencia hasta la ética de las intervenciones conductuales.

Las críticas no se han hecho esperar, y con razón. La ciencia del comportamiento, aplicada a través de plataformas como YouTube y Google, ha sido acusada de promover un enfoque mecanicista y lineal que ignora los efectos de segundo orden y las consecuencias no intencionadas. Además, la homogeneidad de los participantes en la investigación de la ciencia del comportamiento ha sido señalada como un factor que limita la aplicabilidad y relevancia de sus hallazgos en contextos diversos.

La preocupación más profunda radica en el paradigma de control que subyace a estas prácticas. Las plataformas digitales tienen el poder no sólo de influir en las decisiones de los consumidores, sino también de configurar las normas sociales y políticas. La manipulación de la conducta, disfrazada de conveniencia o personalización, puede tener implicaciones profundas para la autonomía y la libertad individual.

En respuesta a estas críticas, se han propuesto diez acciones para mejorar la aplicación futura de la ciencia del comportamiento, que van desde ampliar el alcance de los problemas abordados hasta adoptar métodos y valores más robustos. Sin embargo, la implementación de estas propuestas requiere una reflexión crítica sobre el papel que las corporaciones tecnológicas juegan en la sociedad y cómo sus plataformas pueden estar aprovechando la ciencia del comportamiento de formas que no siempre son evidentes para el usuario promedio.

La evidencia sugiere que la ciencia del comportamiento ha tenido impactos positivos en áreas como la salud, la educación y la sostenibilidad. Pero cuando las estrategias de cambio de comportamiento se aplican en plataformas con el poder y el alcance de YouTube y Google, se corre el riesgo de que los intereses corporativos eclipsen el bienestar público.

En conclusión, mientras que la ciencia del comportamiento ofrece herramientas valiosas para comprender y mejorar la toma de decisiones humanas, su aplicación por parte de entidades con poderes casi monopólicos plantea preguntas serias sobre la ética y la transparencia.

QOSHE - La sutil manipulación de la conducta - Javier Murillo
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La sutil manipulación de la conducta

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06.11.2023

En la última década, la ciencia del comportamiento ha dejado de ser un campo académico de nicho para convertirse en una herramienta omnipresente en la toma de decisiones, tanto en el sector público como en el privado. La reciente concesión del Premio Nobel de Economía a Richard Thaler subraya la relevancia de esta disciplina que, lejos de ser una mera teoría, se ha infiltrado en las estrategias de gigantes tecnológicos como YouTube y Google, cuyas plataformas son el escenario de una ingeniería conductual a gran escala.

La ciencia del comportamiento, y en particular la economía conductual, se centra en el estudio de los procesos psicológicos detrás de las decisiones económicas. Thaler, un pionero en este campo, ha destacado por su teoría del “empujón” (nudge), que sugiere cómo pequeñas intervenciones pueden alentar a las personas a tomar decisiones diferentes. Sin embargo, lo que en un principio se presentó como una forma de mejorar la toma de decisiones individuales y colectivas, se ha convertido en una herramienta de doble........

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