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Un año para recordar

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22.12.2025

En todo el mundo, sin excepción de continente, raza, sexo o religión, el año que terminará en nueve días será muy difícil de olvidar. Aquello que durante años fue una amenaza fantasma, un temor difuso, casi telúrico, compartido pero lejano, ha comenzado a configurarse como una realidad. Ojalá todavía evitable. Nuevamente, la situación global actual impone, permite y propicia estallidos bélicos. País por país, región por región, resulta imprescindible subrayar el carácter decisivo que este año ha tenido, en particular para Estados Unidos.

El segundo mandato de Donald Trump no sólo ha confirmado muchos de los temores iniciales, sino que ha resultado ser aún más definitivo. Estados Unidos no tiene un presidente; tiene un emperador. Tras más de cuarenta años de vida profesional y experiencia política en Washington, esta es la primera vez que, si usted tiene intereses –y que levante la mano quien habite este planeta y no los tenga en Estados Unidos–, puede circular por Washington con un único objetivo: ser escuchado, aceptado y no rechazado por la Casa Blanca.

En su primera campaña, Donald Trump prometió “drenar el pantano”, expresión con la que se hace referencia al establishment político del Distrito de Columbia. A casi una década de aquella tarea, el resultado es visible. Hoy, quienes influyen de manera decisiva en la política de la Casa Blanca no responden a los códigos tradicionales de Washington. Son jóvenes, operativos y ajenos a la cultura política que durante décadas marcó el acceso al poder.

El ejemplo más claro es Karoline Leavitt, actual secretaria de Prensa de la Casa Blanca, con apenas 28 años. Junto a ella, Kush Desai, subsecretario de Prensa, que no supera los 35, forma parte de una generación que ha llegado al corazón del poder sin haber pasado por los........

© El Financiero