En estos días, fiel al precepto socrático de que hay que conocerse a sí mismo, meditando acerca de mi oficio he llegado a la conclusión de que, en el 99% de los casos, un escritor es alguien que no vive de lo que hace.

Veamos. En 2022 publiqué Entrena como bestia, pelea como salvaje, una biografía del campeón mundial de lucha libre Bill Martínez, más conocido como el Tigre Colombiano. Seis años me tomó escribir ese libro, al cabo de los cuales la editorial me dio _ millones de pesos por derechos de autor. Al dividir esa cantidad por los meses de trabajo invertidos resulta que durante ese periodo obtuve un salario mensual de… ¡55.000 pesos! Esta semana recibí la liquidación correspondiente al 2023, donde aparecen 53 libros vendidos. Cincuenta los compré yo, he regalado 18 y el resto yace intacto en un rincón. El reporte de Planeta cierra lacónica y salomónicamente: “Saldo a su favor: 0,00. Saldo a nuestro favor: 0,00. Total a cobrar: 0,00″.

Por estos días también me llegó liquidación de la editorial que publicó Envío vers.o.s. Obra re-unida, el volumen que reúne íntegros mis primeros cinco poemarios. Salté de la silla al ver que se habían vendido 188 ejemplares, y le escribí alborozado a Luz Eugenia Sierra, la editora, agradeciéndole y comentándole que me parecía increíble que 188 personas hubieran comprado el libro. Ella me aclaró que en librerías solo se habían vendido ocho, los otros 180 los adquirió la Secretaría de Educación. Sea de ello como fuere, lo cierto es que por el 10% de las ventas recibí la exorbitante suma de 448.400 pesos, que haré rendir hasta febrero del 2025, fecha del próximo corte.

Es por esto que, en la segunda estrofa de “El inmortal”, el poema que le da título a mi sexto poemario, digo: “Amigo editor:/ seré/ inmortal.// Por lo pronto,/ si no como, no sobrevivo”. Y en la tercera vaticino: “Al paso que vamos,/ mi cuarto de hora/ será post mortem”.

¿Y entonces? ¿Por qué no escarmentar y buscar menesteres menos menesterosos? Como reza un poema de Envío vers.o.s., porque “Sé bien/ lo que nunca aprendo”. Y también porque, así como un escritor es alguien que no vive de lo que hace, a la vez se desvive por lo que hace.

En mi caso, por supuesto, ya estoy enfrascado en un nuevo libro, que seguro me demandará otros tantos años de labor. Ya tengo escritas 262 páginas, y aspiro a no dar el brazo a torcer. Encomendándome a un verso del poeta Orlando Gallo, secretamente me digo: “La próxima línea, tal vez”. Y, así mismo, repito como un mantra la frase de Flaubert: “El talento es una larga paciencia”.

Aunque llevo todas las de perder, no claudico. Sé bien que mi reino no es de este mundo, y con Lezama Lima suscribo que “la grandeza del hombre está en el flechazo, no en el blanco”. Aun así, aliento la esperanza de que la próxima línea, tal vez. Verso a verso, cuartilla a cuartilla, algún día quizás me suene la flauta, y entonces, parafraseando a Kafka, dejaré de ser un genio de la frustración y un atleta del hambre.

He aquí un estudio de caso para ilustrar la pauperización, precarización, invisibilidad e irrelevancia del arte de escribir en nuestra sociedad.

QOSHE - Un atleta del hambre - John Galán Casanova
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Un atleta del hambre

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02.03.2024

En estos días, fiel al precepto socrático de que hay que conocerse a sí mismo, meditando acerca de mi oficio he llegado a la conclusión de que, en el 99% de los casos, un escritor es alguien que no vive de lo que hace.

Veamos. En 2022 publiqué Entrena como bestia, pelea como salvaje, una biografía del campeón mundial de lucha libre Bill Martínez, más conocido como el Tigre Colombiano. Seis años me tomó escribir ese libro, al cabo de los cuales la editorial me dio _ millones de pesos por derechos de autor. Al dividir esa cantidad por los meses de trabajo invertidos resulta que durante ese periodo obtuve un salario mensual de… ¡55.000 pesos! Esta semana recibí la liquidación correspondiente al 2023, donde aparecen 53 libros vendidos. Cincuenta los compré yo, he regalado 18 y el resto........

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