El domingo 10 de julio de 2022, un hombre y dos mujeres tocaron en la puerta de la casa de don Hernán Darío Castrillón, de 67 años en ese momento, en el barrio La Colina, en Medellín. Fueron allí iracundos y con la decisión de golpearlo porque horas antes él les había reclamado por el incesante ruido y por las rumbas que siempre hacían en la casa vecina. Le reventaron los ojos. Lo dejaron ciego.

El 31 de octubre de 2021, los patrulleros Sandra Pérez y Leibiston Ortiz llegaron al sector de Nueva Guinea, en la isla de San Andrés, para atender un caso de exceso de ruido. Cuando se acercaron al lugar donde infringían la ley, los recibieron a tiros y los mataron.

El 17 de noviembre del año pasado, Álvaro Manuel Amador, de 34 años, no aguantó el desespero que le producía el ruido de su vecino, se quejó y la respuesta fue una puñalada que lo mató. Esto pasó en el barrio Las Cruces, en Bogotá.

El pasado 7 de enero, la periodista Ana Cristina Restrepo y su esposo fueron a la casa de unos vecinos en la vereda El Tablazo, en Rionegro, a reclamarles por el exceso de ruido que ya llevaba varios días afectando la tranquilidad de su familia y de otros visitantes del sector. Los responsables de violar la normativa sobre los decibeles permitidos en zona rural respondieron insultando, tirándole piedras al carro de Ana y rompiendo uno de los vidrios.

Los anteriores ejemplos se refieren al ruido producido por ciudadanos en sus viviendas y a sus reacciones desmedidas, violentas e intolerantes. Pero la contaminación acústica también proviene de muchas otras fuentes: camiones, carros, motocicletas, aviones, barcos, buses, equipos de construcción, maquinaria eléctrica, guadañadoras, establecimientos de comercio, industrias y talleres, como lo señala el proyecto de ley contra el ruido que está liderando el representante a la Cámara Daniel Carvalho.

La iniciativa legislativa propone organizar la normativa existente –que es mucha y está dispersa– y definir cuáles son las autoridades competentes para darle claridad a los ciudadanos sobre las rutas a seguir. “Si los alcaldes, por ejemplo, no tienen la voluntad política y no ponen énfasis en el tema, sus funcionarios y la policía no van a prestar atención. Por eso estoy insistiendo en que el tema quede incluido en los planes de desarrollo. Los municipios deben estar obligados a crear un plan de gestión del ruido”, dice en entrevista para esta columna el representante Carvalho.

El proyecto de ley recuerda que según la Organización Mundial de la Salud “la contaminación acústica puede ocasionar diferentes impactos a la salud física y mental, tales como: sordera, falta de descanso, hipertensión, ataques de nervios, estrés, ansiedad, dolores de cabeza, mareos, paranoia, ineficiencia o baja productividad en el trabajo, fatiga, insomnio, problemas digestivos, entre muchos otros problemas de salud”.

Eso no lo consideran los que tiran piedras, los que apuñalan, agarran a golpes o a tiros a quienes piden controlar la contaminación auditiva. Las leyes se pisotean si no hay cambios en la cultura que endiosa el ruido y descalifica el derecho a la paz y al silencio. La opinión de Carvalho es que debe haber pedagogía, pero “si no empiezan a imponer sanciones económicas serias nunca vamos a lograr el cambio cultural. Hay que implementar medidas duras y blandas”.

El silencio da fuerza interior, permite la contemplación y la creación y quizás por eso tantos se dedican a borrarlo de la existencia. Es mejor, para muchos, ensordecer al pueblo para evitar que piense. Sumemos voces y conciencias, defendamos el derecho a vivir mejor y divulguemos y apoyemos el proyecto de ley contra el ruido.

QOSHE - El ruido - Claudia Morales
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El ruido

5 26
11.01.2024

El domingo 10 de julio de 2022, un hombre y dos mujeres tocaron en la puerta de la casa de don Hernán Darío Castrillón, de 67 años en ese momento, en el barrio La Colina, en Medellín. Fueron allí iracundos y con la decisión de golpearlo porque horas antes él les había reclamado por el incesante ruido y por las rumbas que siempre hacían en la casa vecina. Le reventaron los ojos. Lo dejaron ciego.

El 31 de octubre de 2021, los patrulleros Sandra Pérez y Leibiston Ortiz llegaron al sector de Nueva Guinea, en la isla de San Andrés, para atender un caso de exceso de ruido. Cuando se acercaron al lugar donde infringían la ley, los recibieron a tiros y los mataron.

El 17 de noviembre del año pasado, Álvaro Manuel Amador, de 34 años, no aguantó el desespero que le producía el ruido de su vecino, se quejó y la respuesta fue una puñalada que lo mató. Esto pasó en el barrio Las Cruces, en Bogotá.

El........

© El Espectador


Get it on Google Play