Los colombianos volvieron a sus sedes luego del largo paréntesis entre los años. Esta vacación es el ritual más terco de todo el pueblo. Más que carnavales, Semana Santa o vacaciones estudiantiles de mitad de período. Eso se debe al poder del mito. Por encima de nuestro derrame terco de sangres, a la gente la convence más un niño entre pajas que ese mismo infante ya adulto entre vociferaciones de “¡Crucifícale!”

Tal vez en la antigüedad no era así. Durante el larguísimo reinado de la religión romana, el luto y el padecimiento se imponían sobre cualquier otro ritual. Ahora no. Los ciudadanos quieren sacudirse el letargo y están dispuestos a sacarle jugo a la vida y sus placeres.

El hedonismo encandelilló a los jóvenes, que les huyen a las penitencias. ¿Sufrir? Para qué, si vinimos a gozarla. Para gozarla hay que tener plata y para tenerla hay que trabajar en lo que más y más rápido dé. De aquí a la práctica del comportamiento mafioso no hay más que un golpe de dados.

Para las numerosas tropas juveniles, las imágenes llagadas de las iglesias son repulsivas. En cambio, incluso las tumbas de los abatidos jefes narcotraficantes son hoy santuarios turísticos. Así las cosas, la Semana Santa no es sino un puente festivo largo en que por desgracia las carreteras que antes se recorrían en dos horas, hoy exigen seis para llegar a tierra caliente.

En contraste, el cambio de año con sus tres lunes festivos encadenados es la gloria. Como hay que darle contento a la mamá y probar los tamales de la abuela, se acude a una o dos novenas de aguinaldo, igual que a una fiesta, sin rezos ni tutainas. Después, cada cual arma grupo con sus pares y ¡zaz! a las piscinas y a las rumbas vallenatas nocturnas.

Este es el nuevo ritual para cambiar de año. Sin mito, sin niño Dios ni reyes magos, que son apenas unos muñecos cómicos, ataviados como beduinos escapados del calendario y que nadie sabe de dónde salieron ni qué magias hacen. ¿Alguien conoce la mirra? ¿Sin antes buscar en ningún diccionario ni en Wikipedia, cuánta gente sabe para qué diablos sirve esta sustancia que le traen al recién nacido?

Por supuesto, ritos y mitos encierran un enigma que sirve para transmitir su aura quimérica. Pero luego de varios milenios y de numerosos filósofos desconfiados, aquellas figuras tremendas perdieron su solemnidad. Fueron reemplazadas por las rimas de las canciones y los rompecabezas de los poetas visionarios.

Los carnavales y fiestas de pueblo han tomado la vara de las vetustas sagas que ya no transmiten ni susto ni alegría ni arrepentimiento. “Imagine” y “The other side of the moon” son los nuevos himnos internacionales. Bob Dylan, los Mejía Godoy y Amy Winehouse se encargan de convocar multitudes, así sea desde ultratumba.

Radios y redes difunden las veinticuatro horas unas músicas que se clavan en el gusto general, luego de dar en el blanco de la sensibilidad de una nueva humanidad que no quiere estar ni agobiada ni doliente.

arturoguerreor@gmail.com

QOSHE - Ensalmo para cambiar de año - Arturo Guerrero
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Ensalmo para cambiar de año

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12.01.2024

Los colombianos volvieron a sus sedes luego del largo paréntesis entre los años. Esta vacación es el ritual más terco de todo el pueblo. Más que carnavales, Semana Santa o vacaciones estudiantiles de mitad de período. Eso se debe al poder del mito. Por encima de nuestro derrame terco de sangres, a la gente la convence más un niño entre pajas que ese mismo infante ya adulto entre vociferaciones de “¡Crucifícale!”

Tal vez en la antigüedad no era así. Durante el larguísimo reinado de la religión romana, el luto y el padecimiento se imponían sobre cualquier otro ritual. Ahora no. Los ciudadanos quieren sacudirse el letargo y están dispuestos a sacarle jugo a la vida y sus placeres.

El hedonismo encandelilló a los jóvenes, que les huyen........

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