Después de las recientes elecciones, todos los colombianos se han vuelto analistas, expertos, politólogos. Cada cual hace su análisis, al tenor de sus fobias, miedos y entusiasmos. Es como si se tratara de infinitos países con infinitos porvenires. Es la lotería del sube y baja, la feria de pueblo donde el pajarito saca en su pico la papeleta de la suerte.

Que si ganó o perdió el Gobierno, que si se acabó la esperanza de un cambio, que si regresaron las mafias y los corruptos que nunca se habían ido, que si este país le cumplió a la teoría del péndulo o a la del eterno retorno. Hay para todos los gustos y para íntegras las gamas, desde el optimismo delirante hasta el pesimismo suicida.

Una de dos, o Colombia es indescifrable o los colombianos nos acomodamos a la versión más conveniente, para no enloquecer. O tal vez se trata de que las cábalas y reacciones de cada elección política son la edición de una manera diferente de pelear. En vista de que la cruel realidad no cesa de brindar motivos para la lucha, resolvemos encender esta periódica contienda que es un poco gaseosa, difusa.

Adivinar el número de la lotería, en apego a las supersticiones del cantante Diomedes Díaz, no es tan divertido como burlarse de quienes tienen diferente sesgo sobre el modo insuperable de arreglar esta patria desmemoriada e inasible. Al fin y al cabo, el juego de azar no es tan adictivo como aglomerarse a contemplar el momento en que cae uno de los combatientes a machete.

¿A usted cómo le fue el domingo de las votaciones? Este es el saludo infaltable durante esta semana posterior. Es una especie de chispa, pues el incendio verbal se prende tan pronto el primer amigo opina sobre ganadores y perdedores. En qué tragedia termine el cruce de posiciones políticas, nadie lo sabe, pero todos lo temen.

En esto, las elecciones se asemejan al fútbol. Así como cada hincha se considera el mejor entrenador y el mejor árbitro, todos los que votaron o no votaron se creen graduados en ciencias políticas con posgrado en el exterior. Y ya se sabe a qué batalla callejera suelen conducir las trifulcas teórico-deportivas.

Los candidatos y directores de partidos políticos se encargan de alimentar las ínfulas analíticas de sus militantes. Cada cual ofrece una mirada triunfante sobre las cifras que en la realidad lo golpearon. Todos resultan ganadores en el discurso y en los papeles, a medida que los boletines de la Registraduría informan el descalabro de todos, menos el del único elegido.

De este modo, cada dos años se confecciona y retiñe el mapa mental de la conducción del país. La política refuerza los estereotipos desafortunados que constituyen la educación democrática desde los tiempos de Bolívar y Santander. Y Colombia persiste en la creencia de tener el sistema público más estable de América Latina y sus alrededores. ¿Alguien es capaz de conjeturar sobre los motivos por los que se encenderán unos contra otros nuestros descendientes tan mal enseñados?

arturoguerreror@gmail.com

QOSHE - ¿A usted cómo le fue en las elecciones? - Arturo Guerrero
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¿A usted cómo le fue en las elecciones?

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03.11.2023

Después de las recientes elecciones, todos los colombianos se han vuelto analistas, expertos, politólogos. Cada cual hace su análisis, al tenor de sus fobias, miedos y entusiasmos. Es como si se tratara de infinitos países con infinitos porvenires. Es la lotería del sube y baja, la feria de pueblo donde el pajarito saca en su pico la papeleta de la suerte.

Que si ganó o perdió el Gobierno, que si se acabó la esperanza de un cambio, que si regresaron las mafias y los corruptos que nunca se habían ido, que si este país le cumplió a la teoría del péndulo o a la del eterno retorno. Hay para todos los gustos y para íntegras las gamas, desde el optimismo delirante hasta el pesimismo suicida.

Una de dos, o Colombia es indescifrable o los........

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