La lucha contra el cambio climático no puede reducirse a apagar las chimeneas industriales y los motores de combustión que queman combustibles fósiles y sustituirlos por fuentes renovables de energía, pues la acumulación de carbono en la atmósfera es sólo la mitad del ciclo, siendo la otra mitad la captura de ese carbono en los suelos y la vegetación, que junto con la emisión de gases conforman el ciclo completo del carbono en el planeta. Si se apagaran un día todos los motores, el carbono seguiría formando parte de la atmósfera durante varios siglos, pues la capacidad del planeta para capturarlo y almacenarlo en la tierra ha ido disminuyendo todos los años por las malas prácticas de uso y agotamiento de la capa orgánica de los suelos, que se conoce como desertificación. La verdadera lucha contra el carbono en la atmósfera es la captura y el almacenamiento del carbono en los suelos y la vegetación.

Toda la agricultura convencional, desde la revolución verde de los agroquímicos, ha sido una minería de los suelos orgánicos, que consiste en una guerra química contra la biodiversidad de microorganismos que le da vida a la vegetación, para reemplazarlos por los tres nutrientes principales de nitrógeno, fósforo y potasio, ignorando todos los oligoelementos que les dan fuerza inmunitaria a las plantas para defenderse de plagas y enfermedades. Al arar y dejar descubiertos los terrenos de siembra se comienza a calcinar la biodiversidad de los suelos y al aplicar abonos químicos y plaguicidas se cierra el ciclo de destrucción de suelos, erosión y desertificación, que además arrastra consigo el sistema hídrico, al reducir la absorción de agua en los suelos y aumentar la escorrentía que causa inundaciones y deslizamientos.

La sequía que se puede esperar con el fenómeno de El Niño es una oportunidad para corregir el rumbo fatal de destrucción de los suelos. El verdadero almacenamiento de agua ocurre en los suelos orgánicos, más que en todos los lagos y embalses del país sumados. Así como hoy se prohíben las quemas de socas y praderas, llegará el día cuando se prohíban el arado previo a la siembra, los fertilizantes químicos y los plaguicidas, como parte de la lucha contra la erosión y desertificación del planeta.

Existe un pasto, originario de la India, con propiedades únicas para combatir la erosión y estabilizar taludes en zonas montañosas, el pasto vetiver, cuya fuerte raíz penetra cuatro o cinco metros bajo tierra y se adapta a todos los climas, pendientes y altitudes. Si se siembra en hileras en sentido opuesto a las pendientes, forma terrazas naturales que detienen la escorrentía del agua y la retienen para los cultivos. Además, es una fuente rica de materia vegetal para cubrir suelos y hacer compost, pues crece a mayor velocidad que cualquier otro pasto. El vetiver debería estabilizar todos los taludes de carreteras de montaña que amenazan con deslizamientos sobre las vías, para evitar muertes y bloqueos en la circulación.

Preveo que, así como los campesinos chocoanos demandan una gran indemnización por la contaminación del río Atrato con mercurio, que les ha causado tantos daños a la salud, un día se demandará a los agricultores convencionales que destruyen los suelos y la biodiversidad y empobrecen la capacidad nutritiva de los alimentos, contaminados con venenos tóxicos que pasan a los seres humanos en la mesa, además de erosionar y desertificar el planeta, agravando el cambio climático.

QOSHE - Regeneración de suelos contra el cambio climático - Alejandro Reyes Posada
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Regeneración de suelos contra el cambio climático

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23.01.2024

La lucha contra el cambio climático no puede reducirse a apagar las chimeneas industriales y los motores de combustión que queman combustibles fósiles y sustituirlos por fuentes renovables de energía, pues la acumulación de carbono en la atmósfera es sólo la mitad del ciclo, siendo la otra mitad la captura de ese carbono en los suelos y la vegetación, que junto con la emisión de gases conforman el ciclo completo del carbono en el planeta. Si se apagaran un día todos los motores, el carbono seguiría formando parte de la atmósfera durante varios siglos, pues la capacidad del planeta para capturarlo y almacenarlo en la tierra ha ido disminuyendo todos los años por las malas prácticas de uso y agotamiento de la capa orgánica de los suelos, que se conoce como desertificación. La verdadera lucha contra el carbono en la atmósfera es la captura y el........

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