Hace unos días, la Asociación Amigas Supervivientes de nuestro municipio llenó la rotonda Ramón de la Sota, del Puerto de Sagunto, de lápidas ficticias. 627 para ser exactos, una por cada mujer asesinada a manos de su pareja o ex pareja en los últimos díez años en España, y otras tantas por cada menor víctima de la violencia vicaria. La imagen era absolutamente sobrecogedora.

Las lápidas, como digo, eran ficticias. Pero, tras esta acción de sensibilización tan potente, hay mucha verdad, por difícil que nos resulte de asumir. No son números, son vidas. No son nombres, son personas. Mujeres con familia y amistades, con sus hobbys, con su trabajo, con sus planes de futuro. Como cualquiera de nosotras y nosotros. Con un proyecto de vida que ya nunca será.

Ni qué decir de las y los menores asesinados por las parejas o ex parejas de sus madres. Por su propio padre, en muchas ocasiones. Víctimas de un machismo capaz de acabar con la vida de niños y niñas con tal de causar dolor a sus madres. Difícil de comprender, sí. Y, justamente por eso, no podemos permanecer calladas y callados.

A menudo, como responsable del Departamento de Igualdad del Ayuntamiento de Sagunto, me preguntan si opino que, en materia de violencias machistas, estamos retrocediendo. No lo creo. Afortunadamente, pienso que la frustración y la profunda tristeza que sentí frente a los nombres de tantas mujeres, niños y niñas asesinadas, es compartida por la mayor parte de la ciudadanía. Hemos dado muchos pasos adelante en la atención, protección y el acompañamiento que, desde ámbitos muy diversos (judicial, policial, social, sanitario, educativo), se da a las víctimas. Pero, sobre todo, he podido tener conversaciones con generaciones muy jóvenes y creo que el mensaje va calando, que saben identificar las situaciones de desigualdad, los llamados micromachismos, y, por supuesto, el maltrato tanto físico como psicológico. Saben reconocerlo y, sobre todo, tienen muy presente que todo ello es totalmente intolerable.

No obstante, sigue quedando mucho por hacer. Aunque estemos reduciendo poco a poco el número de mujeres asesinadas al año, estar mejor no es suficiente porque con que exista una sola víctima de violencia de género ya es demasiado, ya es inaceptable. Y hablamos de una violencia de género que muta, que se adapta a las nuevas realidades intentando sobrevivir. Un machismo que se niega a desaparecer y hace todo lo posible por perpetuarse, como vemos en el mundo de las redes sociales. Todo esto expone una verdad incómoda sobre nosotros y nosotras como sociedad: sigue habiendo machismo, seguimos siendo machistas. Y cómo cualquier verdad incómoda, genera resistencias y negacionismos, pero los datos y, lo que es peor, las mujeres detrás de esos números están ahí.

La violencia de género existe y tiene su origen en las desigualdades entre hombres y mujeres, en estereotipos que nos marcan desde la infancia, en un aprendizaje que aprueba el abuso de poder de unos e impone la sumisión de otras. Y todo ello debe acabar. Porque la violencia de género existe, sí, y también mata.

Darío Moreno Lerga
Alcalde de Sagunto

QOSHE - Ni una menos - Darío Moreno Lerga
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Ni una menos

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24.11.2023

Hace unos días, la Asociación Amigas Supervivientes de nuestro municipio llenó la rotonda Ramón de la Sota, del Puerto de Sagunto, de lápidas ficticias. 627 para ser exactos, una por cada mujer asesinada a manos de su pareja o ex pareja en los últimos díez años en España, y otras tantas por cada menor víctima de la violencia vicaria. La imagen era absolutamente sobrecogedora.

Las lápidas, como digo, eran ficticias. Pero, tras esta acción de sensibilización tan potente, hay mucha verdad, por difícil que nos resulte de asumir. No son números, son vidas. No son nombres, son personas. Mujeres con familia y amistades, con sus hobbys, con su trabajo, con sus planes de futuro. Como cualquiera de nosotras y nosotros. Con un proyecto de vida que ya nunca será.

Ni qué decir........

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