Nuestro cerebro también merece paz
La guerra también deja cicatrices en las mentes. Colombia lo sabe bien. Después de seis décadas de conflicto, no solo hay tierras heridas: también hay cerebros marcados por el trauma, el miedo y la pérdida.
El neurocientífico colombiano Juan F. Cardona ha demostrado que la violencia no solo destruye hogares, sino también conexiones neuronales. La pobreza, el desplazamiento y el estrés prolongado han alterado regiones cerebrales responsables de la memoria, la regulación emocional y el control del miedo. Lo que Cardona llama un “síndrome nacional de sobrecarga alostática” explica por qué millones de colombianos viven con ansiedad, depresión y una sensación de amenaza constante.
Por eso, propone algo esencial: incorporar la salud mental y cerebral en el corazón de las políticas públicas. Programas de atención informada en trauma, investigación interdisciplinaria y apoyo comunitario son herramientas para reparar no solo cuerpos, sino también identidades fracturadas.
En los Montes de María, otro grupo de investigadores........





















Toi Staff
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