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¿Crees en el diablo?

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21.12.2025

Ciudad de México.-Guardo recuerdos, y los recuerdos me guardan a mí. Ahora soy niño de 6 años, y estoy en la casa del abuelo. La tía Amelia, guisandera de fama en la familia, se dispone a cocinar el pavo de la Navidad. Lo primero que necesita para eso, claro, es el pavo. Ya está aquí. Se le ha traído del rancho San Francisco, donde los Fuentes tienen casa, corral grande y labor. El plumaje del pavo es completamente negro, color poco navideño, pero lo que importa, declara con buen sentido la cocinera, es lo de adentro. Goya, la sirvienta, toma el pavo y lo pone sobre el lavadero de cemento. El niño que soy yo la mira hacer, y piensa si acaso va a lavar al pavo. No. Toma Goya un hacha y con un solo golpe le corta la cabeza al ave. Y aquí viene el recuerdo que nunca se ha ido del recuerdo: el pavo salta del lavadero y corre sin cabeza por el patio. Una memoria así es muy memorable: el niño empieza a presentir las realidades de la vida, y las de la muerte. El pavo mexicano es una de las aves con más nombres: guajolote, cócono, mulito, gallinote, concho o conche,........

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