Hace unos años atrás, para cuando el Papa Francisco visitó Bolivia, el por entonces ministro de Culturas y Turismo, Machicado, anunciaba que, para satisfacer el pedido de hojas de coca efectuado por el Sumo Pontífice, seleccionaron hojas de coca de los Yungas para hacérselas presente. Arguyendo que esta variedad sería “más degustable” que la del Chapare; entre otras razones, debido a que “la coca del Chapare, según investigaciones científicas, posee 17 alcaloides, entre ellos la cocaína, mientras que la producción de los Yungas solo alcanza los 14.” (El Deber, 29.06.2015)

Tal afirmación que pretendía distinguir la hoja de coca, en cuanto a su alcalinidad, era parcial. Ya que no obstante de su procedencia (Yungas o Chapare), la verdad científica sobre la hoja de coca es que ésta contiene cocaína. Y ha llegado la hora de llamar a las cosas por su nombre, para superar habituales “eufemismos” tales como: “Coca no es cocaína”, "la coca es buena y originaria, la cocaína es mala, extraña, ajena y nos vino de fuera", “Kausachun coca, coca originaria y ancestral como patrimonio cultural y como factor de cohesión social, en su estado natural no es un estupefaciente".

Se debe precisar que, a nivel mundial, la extensa literatura contemporánea en bioquímica y farmacología asevera, coincidentemente, que Andean Niemann fue quien “aisló” químicamente por primera vez a la cocaína en 1860. Asimismo, y sin lugar a duda, afirma que la sustancia denominada cocaína “abunda en las hojas de la coca (Erythroxylum coca).” (Goodman Gilman, A. et al, 1996).

Las mencionadas disciplinas científicas describen que “muchos químicos de esa época, saborearon su compuesto recién aislado y observaron que producía adormecimiento de la lengua” (ídem). El eminente cirujano W.S. Halsted, por ejemplo, popularizó su uso para la anestesia local; y, hacia 1884, Carl Koller la usó como un anestésico para operaciones oftalmológicas. Sin embargo, la literatura especializada afirma que “a causa de su toxicidad y sus propiedades adictivas, en 1892 se inició una búsqueda de sustitutivos sintéticos de la cocaína con las investigaciones de Einhorn y colaboradores. En 1905 este esfuerzo culminó en la síntesis de la procaína.” (ídem)

Bajo tales irrefutables hechos científicos, se puede colegir que la hoja de coca contiene cocaína. Su única utilidad radica precisamente en ello. Es por eso que, “durante siglos los nativos de los Andes habían mascado un extracto alcalino de estas hojas, por sus acciones estimulantes y eufóricas” (ídem). Dichas acciones estimulantes y eufóricas, definitivamente, nunca se produjeron ni se producen como efecto de “magia o religión” alguna, sino simplemente porque la masticación de la hoja de coca (acullico), libera la abundante cocaína que existe en su savia.

Ahora bien, a la masticación (aislamiento mecánico de la cocaína), debe sumársele el efecto que sobre las hojas masticadas ejercen las enzimas de la saliva (aislamiento químico de la cocaína), así como el ácido clorhídrico que en abundancia secreta el estómago de los seres humanos.

Ergo, como se puede inferir claramente, la trituración de la hoja de coca (sea mediante “pisado” o mediante trituradoras mecánicas), más su posterior mezcla y “maceración” con las sustancias químicas denominadas precursores (acido clorhídrico o éter etílico o ácido sulfúrico, etc.), realizados en el “aislamiento industrial” de cocaína, son procesos análogos y con efectos física y químicamente idénticos a los de la masticación y digestión humana del jugo extraído de la hoja de coca mediante el acullico.

Finalmente, después de todo lo expuesto, cabe preguntar(se), ¿qué utilidad tendría la hoja de coca sin su alcaloide denominado “cocaína”? La respuesta es simple, ninguna. Inclusive, la industria farmacológica mundial, desde hace 118 años (de la síntesis de la procaína), carece absolutamente de interés comercial en la cocaína aislada y más aún en la hoja de coca sin cocaína (alcaloide).

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¿La hoja de coca contiene cocaína?

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15.11.2023

Hace unos años atrás, para cuando el Papa Francisco visitó Bolivia, el por entonces ministro de Culturas y Turismo, Machicado, anunciaba que, para satisfacer el pedido de hojas de coca efectuado por el Sumo Pontífice, seleccionaron hojas de coca de los Yungas para hacérselas presente. Arguyendo que esta variedad sería “más degustable” que la del Chapare; entre otras razones, debido a que “la coca del Chapare, según investigaciones científicas, posee 17 alcaloides, entre ellos la cocaína, mientras que la producción de los Yungas solo alcanza los 14.” (El Deber, 29.06.2015)

Tal afirmación que pretendía distinguir la hoja de coca, en cuanto a su alcalinidad, era parcial. Ya que no obstante de su procedencia (Yungas o Chapare), la verdad científica sobre la hoja de coca es que ésta contiene cocaína. Y ha llegado la hora de llamar a las cosas por su nombre, para superar habituales “eufemismos” tales como: “Coca no es cocaína”, "la coca es buena y originaria, la cocaína es mala, extraña,........

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