Qué pasó ayer
The Hangover, dirigida por Todd Phillips, es sin duda un clásico contemporáneo. En ella, cuatro amigos de perfecta clase media deciden celebrar la despedida de soltero de uno de ellos en Las Vegas. Tras un brindis en una azotea, despiertan con un tigre en la tina, un recién nacido en brazos, dientes faltantes y un anillo de matrimonio en un dedo. Y uno de ellos, simplemente, ha desaparecido.
Algo parecido le pasó a la izquierda, a la centroizquierda y parte de la centroderecha este domingo. Todos hemos despertado —los que votamos por Carolina Tohá, algunos de los votaron por Evelyn Matthei, y para qué hablar de quienes alguna vez votamos por Gabriel Boric— con un tigre en la bañera y un recién nacido que no es nuestro pero nos dice “papá”.
Los variados, pero desiguales, intentos de autocrítica que han inundado diarios y grupos de WhatsApp intentan, como en la película, reconstruir lo ocurrido entre el brindis de la victoria de Boric hace 4 años y este despertar abrupto lleno de escenas que no recordamos haber vivido.
Quienes vieron la película saben que el enigma se resuelve con la imprudencia de uno de los invitados drogó a los amigos con un brebaje que anuló todas las inhibiciones y desató una serie de locuras que tardarán en entender y reparar toda la película. La analogía con el estallido, la Convención y los ensayos constitucionales no podría ser más atingente. Como Bradley Cooper y sus amigos, una extraña pócima nos hizo perder toda contención. En una sola........





















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