Después de un año cargado de exposiciones, conferencias, publicaciones justas y de todo tipo, comparto estas reflexiones devenidas de lo que se habla en privado.

Hablo con colegas del ambiente –me refiero al artístico, no sólo a los otros- y la mayoría -si no todxs aunque no debería escribirlo porque mi ego no da pa tanto- y me comentan que también ellxs están cansados de lo que llaman el “Arte Chochi”, en relación a los eventos artísticos hechos exclusivamente por mujeres aunque esté realizado para todo tipo de público sin considerar el género, la cuenta corriente, raza, etc. pero sí pretendidamente orientada –y como es lógico, legal y lícito para cualquier artista (también los fontaneros,...)- a todo clientes, coleccionistas y prensa en general (en el caso de que los hubiera ya que parece que todas estas últimas son especies en extinción, de la que se salen sólo los consagrados y tampoco todos). La excusa que se pone –aunque no estoy ajena a esta corriente- es que lo que interesa es la visualización ante la invasión masculina y de todas las opciones sexuales que tienen o no tienen nada que ver con el arte.

Cuando nos reunimos en el artisteo, comentamos cómo durante un tiempo eran los hombres quienes partían y se repartían el bacalao, copando los museos, centros de arte, las exposiciones, saraos artísticos,...y que después de esto llegó con fuerza lo que se conoce como el “Power Pink” o Poder Rosa en relación a los gais (que no necesariamente a las lesbianas ni a las bi, aunque obviamente de haber expos que les o nos incluyan, las “hailas” o las ha habido y esperemos a pesar de lo que parece que escribo, sigan, si es que el arte puede ejercer de plataforma o manifestación reivindicativa), de manera que si no eras homo o te gustaba la bollería fina, lo tenías difícil ya que programadores de salas, directores, comisarios, curadores, técnicos y demás protagonistas “teloneros” del Arte pro otores de esta opción sexual, eran los que invitaban a las exposiciones, elegían a quienes debían participar, portar la bandera del Arco Iris, independientemente del valor (no sólo el precio) de las obras, cuando en realidad los principales actores deberían ser siempre los artistas como ya dije en otro artículo, independientemente de su orientación.

Aquí no se está criticando ni nada ni a nadie, ni mucho menos las opciones sexuales que libremente elegimos cada uno. Sólo se comenta un hecho a todas luces evidente salvo para quienes han sido los beneficiados por esta situación u otra serie de autores que pasaban por ahí o conocían a unos que a su vez conocían a otros, etc.

Este tipo de comentarios que se hacen en la “trastienda”, en “petite comité”, en los cócteles de bienvenida (uy, qué lejos están) entre nosotros o los íntimos sin tener necesariamente que tener el carnet de artista (que por cierto no los hay), no es el que habitualmente sale en los medios, pero es uno de los factores que inciden en las muestras que se celebran en algunos centros públicos o galerías privadas.

Después llegó con la legitimidad necesaria, las reivindicaciones de otros colectivos como los LGTBQ+ que escogían las muestras artísticas como una de las mejores maneras de manifestar una situación de cierta discriminación, cuestión esta que puede pasar desapercibida, porque esta presunta “miembra” no va por ahí preguntando ni lanzando plumas.

Ahora ocurre que el mujerío es lo que prima y aunque no puedo precisar al autor de la frase que aludía a que ahora si no “eres mujer, no perteneces a cualquier minoría étnica y lesbiana”, poco puedes hacer en las artes plásticas. Es por esto por lo que me declaro ahora y desde YA, transexual y así no tienen por qué preguntármelo más a la hora de solicitar sala, enviar Currículum, invitación a periodistas (no diré críticos de arte), ni demás especies que pululan alrededor de lo que entraría (o no), en los “Cánones de la belleza” sea platónica, real o virtual.

Pienso que de seguir como vamos, dentro de poco se nos exigirá no un Carnet de Artista, sino de Identidad Sexual, en el que habrá que cambiar la foto según el día, la hora o quienes nos inviten o según nos sintamos los autores o los “¿mecenas”?. Ahora que estamos casi en Navidad y que el año nuevo está a las puertas, pienso que es el momento propicio para hacerlo. No lo dejen para la Feria, ni los carnavales, porque les confundirán con otros especímenes como la mujer-araña, la mujer-serpiente u otros bichos de la barraca en la que el arte y los artistas, poco a poco nos estamos convirtiendo. Y si no, al tiempo. Lo mejor sería que estemos todas, todos y todes juntas, juntos y juntes. ¿No les parece?

QOSHE - ¿Arte Chochi?: Yo también soy trans. - Teresa Lafita Gordillo
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¿Arte Chochi?: Yo también soy trans.

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17.12.2023

Después de un año cargado de exposiciones, conferencias, publicaciones justas y de todo tipo, comparto estas reflexiones devenidas de lo que se habla en privado.

Hablo con colegas del ambiente –me refiero al artístico, no sólo a los otros- y la mayoría -si no todxs aunque no debería escribirlo porque mi ego no da pa tanto- y me comentan que también ellxs están cansados de lo que llaman el “Arte Chochi”, en relación a los eventos artísticos hechos exclusivamente por mujeres aunque esté realizado para todo tipo de público sin considerar el género, la cuenta corriente, raza, etc. pero sí pretendidamente orientada –y como es lógico, legal y lícito para cualquier artista (también los fontaneros,...)- a todo clientes, coleccionistas y prensa en general (en el caso de que los hubiera ya que parece que todas estas últimas son especies en extinción, de la que se salen sólo los consagrados y tampoco todos). La excusa que se pone –aunque no estoy ajena a esta corriente- es que lo que interesa es la visualización ante la invasión masculina y de todas las opciones sexuales que tienen o no tienen nada que ver con el arte.

Cuando nos reunimos en el........

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