Desde que Whoopi Goldberg se enfundara en unos hábitos para esquivar a unos delincuentes peligrosos y revolucionara un convento con sus habilidades cabareteras en la ficción, ninguna congregación había congregado —tenía que hacer el juego— la atención del público de manera semejante. Las monjas del convento de Belorado (Burgos) se han convertido en el culebrón de la primavera 2024, una historia que lo tiene todo, cisma eclesiástico, trama económica, posicionamiento político, dos curas fake y sobre todo, la sensación de que hay algo que nos estamos perdiendo.

No les voy a contar la trama, que seguro que usted ya la conoce. Sinceramente, en mi opinión, estas monjas son más listas que dios. Una vez se vieron involucradas en un proceso judicial por impago del convento que habían adquirido, consideraron que era mejor ser las monjas cismáticas o rebeldes que las monjas morosas. Así que, en una maniobra de distracción como las que solemos ver habitualmente en política, decidieron abjurar, así de forma repentina, de la Santa Madre Iglesia por motivos ideológicos. Pero, ¿desde cuándo las monjas clarisas en lugar de votos de pobreza, obediencia y castidad hacen ponencias políticas sobre los posicionamientos vaticanos?

La estrategia comunicativa es perfecta. En tiempos de polarización política, en los que la extrema derecha acusa de rojerío a cualquier postulado que no huela a naftalina y alcanfor; a cualquier opinión que critique las dictaduras o que abogue por la igualdad; la estrategia de distracción de las monjas de Belorado, apoyadas por dos curas, que no son curas, pero sí son evangelistas de Vox, pasa por posicionarse como las guardianas de las esencias eclesiásticas frente a un Papa que es acusado de comunista y ateo.

Y ya les digo, que ha tenido éxito. En todas las tertulias informativas, las monjas aparecen como las hermanas hartas de que la Iglesia se haya convertido en parte fundamental del consenso progre. Si ustedes miran los seguidores en las RR. SS. de las monjas de Belorado, comprobarán las bases de mi teoría. Eso sí, muy pocos hablan de cómo estas monjas realizaron una compra a un convento a las clarisas de Vitoria y las han intentado estafar.

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El monasterio de Orduña que las monjas de Belorado intentaron comprar tenía un valor de 1,2 millones de euros. Alguien me puede explicar cómo 14 monjas con voto de pobreza pueden tener esta capacidad de compra y sobre todo, para qué querían el convento. Ellas aseguran que pagaron una cantidad que se gastaron 1,6 millones de euros en la reforma del convento. Sus pruebas aportarán y demostrarán o no si se gastaron esa cantidad, pero sigo sin dar crédito de cómo 14 personas sin más actividad económica que las donaciones y que la repostería mariana pueden estar detrás de operaciones hipotecarias de estas envergaduras.

A partir de ahora, si es cierto que las monjas abandonan la Santa Madre Iglesia Católica y abrazan la secta ultra Pía Unión Sancti Pauli Apostoli deberían abandonar también el convento que pertenece a la organización de la que están abjurando y deberían deshacerse de ese hábito que ahora las protege del azote implacable de la opinión pública. Si en lugar del titular "unas monjas clarisas se encierran en un convento …", fuera "una secta religiosa de ultraderecha okupa un convento …", imagine usted la opinión que todo el mundo tendría en ese momento. Por eso, ellas son perfectamente conscientes, igual de los dos curas fake, que los hábitos que llevan son lo que les aportan una impunidad que de otra manera no obtendrían.

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Mientras tanto, las clarisas de Vitoria, las monjas reales timadas por esa secta religiosa que ahora mismo está okupando dos conventos que ya no les pertenecen, permanecen en silencio confiando en que la justicia les dé la razón. Los miembros de la Iglesia reales, obispos, curas y clérigos en general, se limitan a pedir a quienes ya no son sus "hermanas" que vuelvan al redil. Estos son plenamente conscientes del poder del hábito y de la comunidad y sus vínculos políticos con quienes ellas dicen defender; por lo tanto, no pueden asumir discursos más contundentes que podrían generar una oleada mayor de sensibilidad con ellas. Nadie mejor que los que crearon los rituales y la uniformidad para generar autoridad moral conoce el poder del hábito.

Las miembros de la secta Pía Unión Sancti Pauli Apostoli todavía no han sido excomulgadas. Méritos están haciendo. Los tiempos de la justicia divina y humana son más lentos que los de la opinión pública. Sin embargo, ellas cuentan con la aversión de la Iglesia católica a los escándalos y a que el desalojo policial de unas personas con hábitos sería un shock emocional para un estado que se declara laico, pero que tiene el catolicismo grabado a sangre en el ideario cultural. No se dejen engañar por las apariencias, ni el poder del hábito puede ocultar que aquí hay mucho dinero de por medio, intereses inmobiliarios e ideología ultra, un coctel explosivo que hay que saber desenmarañar.

Desde que Whoopi Goldberg se enfundara en unos hábitos para esquivar a unos delincuentes peligrosos y revolucionara un convento con sus habilidades cabareteras en la ficción, ninguna congregación había congregado —tenía que hacer el juego— la atención del público de manera semejante. Las monjas del convento de Belorado (Burgos) se han convertido en el culebrón de la primavera 2024, una historia que lo tiene todo, cisma eclesiástico, trama económica, posicionamiento político, dos curas fake y sobre todo, la sensación de que hay algo que nos estamos perdiendo.

No les voy a contar la trama, que seguro que usted ya la conoce. Sinceramente, en mi opinión, estas monjas son más listas que dios. Una vez se vieron involucradas en un proceso judicial por impago del convento que habían adquirido, consideraron que era mejor ser las monjas cismáticas o rebeldes que las monjas morosas. Así que, en una maniobra de distracción como las que solemos ver habitualmente en política, decidieron abjurar, así de forma repentina, de la Santa Madre Iglesia por motivos ideológicos. Pero, ¿desde cuándo las monjas clarisas en lugar de votos de pobreza, obediencia y castidad hacen ponencias políticas sobre los posicionamientos vaticanos?

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El poder del hábito o la estafa de las monjas

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19.05.2024

Desde que Whoopi Goldberg se enfundara en unos hábitos para esquivar a unos delincuentes peligrosos y revolucionara un convento con sus habilidades cabareteras en la ficción, ninguna congregación había congregado —tenía que hacer el juego— la atención del público de manera semejante. Las monjas del convento de Belorado (Burgos) se han convertido en el culebrón de la primavera 2024, una historia que lo tiene todo, cisma eclesiástico, trama económica, posicionamiento político, dos curas fake y sobre todo, la sensación de que hay algo que nos estamos perdiendo.

No les voy a contar la trama, que seguro que usted ya la conoce. Sinceramente, en mi opinión, estas monjas son más listas que dios. Una vez se vieron involucradas en un proceso judicial por impago del convento que habían adquirido, consideraron que era mejor ser las monjas cismáticas o rebeldes que las monjas morosas. Así que, en una maniobra de distracción como las que solemos ver habitualmente en política, decidieron abjurar, así de forma repentina, de la Santa Madre Iglesia por motivos ideológicos. Pero, ¿desde cuándo las monjas clarisas en lugar de votos de pobreza, obediencia y castidad hacen ponencias políticas sobre los posicionamientos vaticanos?

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Y ya les digo, que ha tenido éxito. En todas las tertulias informativas, las monjas aparecen como las hermanas hartas de que la Iglesia se haya convertido en parte fundamental del consenso progre. Si ustedes miran los seguidores en las RR. SS. de las monjas de Belorado, comprobarán las bases de mi teoría. Eso sí, muy pocos hablan de cómo estas monjas realizaron una compra a un convento a las clarisas de Vitoria y las han intentado estafar.

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