La XV legislatura española es una montaña rusa. Está llena de sorpresas y descargas de adrenalina. Desde que Feijóo dio por finalizado su intento de convertirse en presidente del Gobierno, todo lo que le ocurrió a Pedro Sánchez no estaba en el guion. Hubo un mes de tira y afloja para firmar los acuerdos con los partidos independentistas (ERC y Junts) que ponían la amnistía como premisa inexcusable para investirlo de presidente. Luego llegaron los decretos-ley fallidos y la primera propuesta de Ley de Amnistía rechazada por el Congreso de los Diputados debido a que Junts votó con la oposición del centro-derecha. Unas semanas más tarde se celebraron elecciones en Galicia y el PSOE sacó el peor resultado en cuarenta años de etapa autonómica.

Borrascas
Tras cuatro meses de borrascas encadenadas en La Moncloa creían que llegaría la calma firmando una ley de amnistía sin líneas rojas, donde quedarían amnistiados presuntos terroristas, convictos criminales, malversadores probados y todos los que Puigdemont y su abogado, Gonzalo Boye, consideraran procedente. Una ley redactada fuera de España e impuesta a Cerdán, Bolaños y compañía con el argumento de que «la firmáis o vamos a nuevas elecciones». Una norma tan espuria que los principales dirigentes de Junts y ERC la presentaron, repetidamente, como un primer paso hacia la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Hace siete años delinquieron y ahora prometen que volverán a delinquir. Ya vemos el valor que tiene la solemne promesa de Sánchez de ‘guardar y hacer guardar la Constitución’.

Sí, la amnistía para el Gobierno socialista suponía el inicio de la vuelta a una legislatura normal. Una operación que necesitaba ser complementada con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2024, como prueba de un Gobierno sólido, sostenido por una miríada de grupos minoritarios que tienen en común el deseo de ordeñar al Ministerio de Hacienda y de romper los lazos de solidaridad que hay entre todas las regiones. Unos lazos que nos llevan a sentirnos en casa cuando estamos en Alicante o en Huesca. Benedetti, hablando de la patria, lo expresó como nadie: «quizás mi única noción de patria sea esta urgencia por decir Nosotros».

Los distintos portavoces socialistas daban por hecho el pacto sobre los presupuestos, porque la negociación «está muy avanzada». Los aliados no les iban a fallar, pues «quedan tres años y medio de legislatura». Dejaba de llover, por fin salía el sol. En esas estábamos cuando la devolución de los presupuestos catalanes forzó al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (¡cómo me cuesta poner esa tilde con el trazo equivocado!), a disolver la Cámara catalana y convocar elecciones para el 12 de mayo. No necesitó Pedro Sánchez un tiempo de reflexión para asumir la prórroga presupuestaria y encomendar a la ministra de Hacienda que vaya preparando el proyecto de cuentas para 2025.

Qué fuerte está el Gobierno PSOE-Sumar que la convocatoria de elecciones en una región le impide presentar el proyecto («muy avanzado») de presupuestos para este año, incumpliendo el mandato constitucional (art. 134.3) de registrar el proyecto de presupuestos en el Congreso de los Diputados.

Elecciones
En este breve resumen dejé a un lado el daño que causa al Gobierno el ‘caso Koldo’, que es el cabo de una madeja que está por desenredar, con José Luis, Víctor, Juan Carlos, Patricia, Joseba, Francisco, Francina, Ángel Víctor, Delcy, Begoña, Juan José, Ignacio y una larga serie de personajes que tienen en común la sensación de asco que les produce la corrupción. Sufren arcadas cuando les cuentan que alguien trincó.

En el pasado ejercicio decíamos que 2023 era un año electoral (comicios autonómicos municipales, autonómicos y generales), pero 2024 no le va a la zaga: elecciones gallegas el 18 de febrero, vascas el 21 de abril, catalanas el 12 de mayo y europeas el 9 de junio.

Primera consecuencia de esta cuádruple cita con las urnas: la política española seguirá paralizada, primero por las largas negociaciones de los socialistas con los independentistas y ahora porque las urnas constituyen la prioridad. Cuando hayan finalizado las consiguientes investiduras y se hayan asimilado los resultados europeos (intuyo una pesada digestión), se podrá recuperar la agenda nacional, siempre y cuando el resultado de las urnas catalanas no fuerce a uno de los dos grupos independentistas a tirarse al monte y romper con el Gobierno. No es necesario que les beneficie especialmente la rotura de lazos con el Ejecutivo, basta con que la aritmética parlamentaria les permita imitar a Sansón.

Asturias
Es muy difícil realizar pronósticos sobre lo que durará el mandato, pero sí se puede apostar por el rumbo que va a seguir que no es otro que el marcado en la agenda nacionalista, como corresponde a una mayoría parlamentaria plurinacional. ¿Y Asturias?

Por aquí no nos damos por enterados. El Principado sigue el argumentario de la Moncloa y la oposición combate a Barbón, como si lo más importante fueran las cuitas de la política regional. Asombra la falta de perspectiva. Están en Suiza hablando de negociar la singularidad fiscal catalana y el referéndum de autodeterminación y nuestros representantes se quedan con los brazos cruzados como si a estas alturas no supiéramos que los acuerdos suizos se traducen al Boletín Oficial del Estado, una vez corregidas las erratas.

QOSHE - TODO PARALIZADO - Juan Neira
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TODO PARALIZADO

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19.03.2024

La XV legislatura española es una montaña rusa. Está llena de sorpresas y descargas de adrenalina. Desde que Feijóo dio por finalizado su intento de convertirse en presidente del Gobierno, todo lo que le ocurrió a Pedro Sánchez no estaba en el guion. Hubo un mes de tira y afloja para firmar los acuerdos con los partidos independentistas (ERC y Junts) que ponían la amnistía como premisa inexcusable para investirlo de presidente. Luego llegaron los decretos-ley fallidos y la primera propuesta de Ley de Amnistía rechazada por el Congreso de los Diputados debido a que Junts votó con la oposición del centro-derecha. Unas semanas más tarde se celebraron elecciones en Galicia y el PSOE sacó el peor resultado en cuarenta años de etapa autonómica.

Borrascas
Tras cuatro meses de borrascas encadenadas en La Moncloa creían que llegaría la calma firmando una ley de amnistía sin líneas rojas, donde quedarían amnistiados presuntos terroristas, convictos criminales, malversadores probados y todos los que Puigdemont y su abogado, Gonzalo Boye, consideraran procedente. Una ley redactada fuera de España e impuesta a Cerdán, Bolaños y compañía con el argumento de que «la firmáis o vamos a nuevas elecciones». Una norma tan espuria que los principales dirigentes de Junts y ERC la presentaron, repetidamente, como un primer paso hacia la celebración de un........

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