Las fugas de adolescentes y niños de los Centros de Menores del Principado preocupan a familias, trabajadores del sector y expertos. Estos establecimientos son noticia siempre que surgen sucesos, que van desde el abandono del centro por parte de un menor para andar por el mundo sin más amparo que el que puedan prestarle personas caritativas hasta peleas entre residentes o fricciones con el personal que los cuida. Si no hay actuaciones transgresoras los centros funcionan correctamente. Dicho de otra forma, la sociedad, todos nosotros, nos conformamos con que no haya escándalos porque los niños y adolescentes abandonados por las familias, o separados de ellas porque eran nocivas, constituyen un agujero negro de nuestro sistema social. Entiendo que el Principado, las personas que trabajan con esos niños y adolescentes y los que estudian la problemática de los menores tutelados pongan especial énfasis en los abusos sexuales que a menudo sufren cuando se fugan de la institución, pero siendo este extremo el más llamativo de su desdichada existencia, no pasa de ser uno más de los distintos itinerarios hostiles por los que se ven abocados a transitar cuando traspasan las puertas de la institución.

Los jóvenes residentes sufren un doble abandono, el más remoto que les privó de contar con una persona mayor a la que pudieran llamar papá o mamá, y el que ocurre a diario con la indiferencia social. Como no nos importan, sus problemas tampoco son relevantes y su futuro carece de interés. Si fueran falsas estas afirmaciones, habría muchos más recursos humanos y materiales para acompañarlos, aunque solo fuera para compensar tanto infortunio.

La problemática de los niños y adolescentes acogidos por instituciones públicas carece de visibilidad. Si en una encuesta pidiéramos que se eligieran los cien problemas principales que hay en Asturias, seguro que no habría un hueco para ellos. Y no me referí, todavía, a lo que pasa a esos jóvenes cuando al cumplir los 18 años tienen que abandonar la institución y ven cómo les abren las puertas al abismo.

Quizás el cambio más grande que haya habido en la naturaleza del hombre en los últimos cien años es la pérdida de calidad del semen. Tanta incapacidad para engendrar apenas tiene incidencia en la suerte de los menores. Hace unos años me contaron unos amigos las peripecias de unos hermanos, de tres o cuatro años, que vivían en un centro de menores de Oviedo. Los dos pequeños dormían cara a cara, abrazados. Como no lo hacen los enamorados.

QOSHE - LOS QUE NO IMPORTAN - Juan Neira
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LOS QUE NO IMPORTAN

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20.03.2024

Las fugas de adolescentes y niños de los Centros de Menores del Principado preocupan a familias, trabajadores del sector y expertos. Estos establecimientos son noticia siempre que surgen sucesos, que van desde el abandono del centro por parte de un menor para andar por el mundo sin más amparo que el que puedan prestarle personas caritativas hasta peleas entre residentes o fricciones con el personal que los cuida. Si no hay actuaciones transgresoras los centros funcionan correctamente. Dicho de otra forma, la sociedad, todos nosotros, nos conformamos con que no haya escándalos porque los niños y adolescentes abandonados por las........

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