Alejandro Calvo, consejero de Fomento, anunció un cambio en la gestión de los trenes de cercanías: «Necesitamos más frecuencias, trenes semidirectos en momentos de mayor demanda y agilizar nuestra red eliminando apeaderos inservibles». Al parecer, el ajuste en horarios y frecuencias es una tarea que se va a acometer con inmediatez.

Desde hace años tengo la sensación de que los políticos asturianos están montados en un tiovivo que da vueltas sobre los mismos temas. La cuestión de las frecuencias, apeaderos y horarios estaba expresada en idénticos términos hace muchos años y los planteamientos no fueron nunca desarrollados. El propio Gobierno que anunció cambios se encargó de frenarlos. En 2019, el Ejecutivo socialista, del que es miembro Alejandro Calvo, empezó a tramitar un plan de movilidad multimodal en el área central que hablaba de 72 apeaderos con menos de tres usuarios diarios, donde proponía reducir la frecuencia de trenes que allí se detenían, hasta dejarla en uno cada tres horas. La contrapartida era intensificar el paso de trenes en las 33 estaciones que tenían mayor demanda. En el estudio se estimaba que de esa manera se ahorraban casi un millón de desplazamientos en automóvil privado. Quizás el cálculo pecara de optimismo, pero es muy probable que miles de automovilistas se hubieran subido al tren. No había que gastar dinero, bastaba con reordenar el tráfico. Pasaron cinco años y nada se ejecutó. En 2021, el Principado iba a hacer un trabajo conjunto con Renfe para racionalizar las cercanías, pero el proyecto no cuajó. Cuando se firmaron los Acuerdos de la Castellana (febrero 2023) también se hizo un hueco para reformar los servicios; un año más tarde todavía no se movió un vagón.

En una ocasión, un miembro de Asturias al Tren, un colectivo ciudadano que trabaja de forma meritoria y desinteresada por la mejora del servicio ferroviario en nuestra región, le planteó a un miembro destacado del Gobierno la supresión de apeaderos donde nadie se apea, y el gobernante dio largas perdiéndose en consideraciones políticas que sólo se traen a colación cuando no se quiere reformar la red irracional de apeaderos. Llama la atención que siendo tan compleja la gestión de la infraestructura ferroviaria, en el caso de las cercanías con la sola supresión de apeaderos y cambio de horarios el panorama se pueda transformar radicalmente. A ver si el anuncio parlamentario de Alejandro Calvo se lleva a la práctica antes de que las cercanías se queden sin viajeros.