El Estado que se niega a aprender
No hará falta un virus más agresivo para que la próxima pandemia sea peor que la del COVID-19. Bastará con que el Estado Peruano siga actuando como hasta ahora: sin memoria institucional, sin convicción para gobernar y sin voluntad de corregir. Si estalla una nueva emergencia sanitaria, el país llegará más frágil, desordenado e injusto que tras la última crisis.
En democracias con instituciones sólidas, los grandes errores se documentan, analizan y se corrigen para evitar su repetición. En el Perú sucede lo opuesto: los informes se archivan, las responsabilidades se diluyen y todo vuelve a empezar como si nada hubiera ocurrido. Esa rutina no es un detalle menor; es una patología del Estado que convierte cada crisis en otro ejercicio de improvisación.
Durante el COVID-19, el país superó los 200.000 fallecidos. Esa cifra condensó una tragedia nacional que debió marcar un punto de quiebre. Sin embargo, el ciclo posterior no produjo reformas de fondo. Hemos tenido gestiones que duraron años y otras que duraron meses; aun así, el resultado agregado fue el mismo: problemas........





















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