Tocayo
Conocí a mi amigo y tocayo, Jacobo Königsberg, frente a una buena taza de café en la Ciudad de México. Cuando nos presentaron, él ubicó en el mapa político de mi atlas virtual, la ciudad de la que su familia era originaria y que habría dado nombre a su apellido. A título anecdótico, les diré que, para mí, a partir de aquel día, esa ciudad del Báltico, hoy Kaliningrado, pasó a ser mucho más que una referencia de la Europa del pasado o uno de los escenarios en los que Euller planteó alguno de sus famosos juegos matemáticos.
Me gusta pensar que a mi amigo también le sucedió algo parecido con Segovia. Lo digo un poco en base al contenido de las conversaciones que pudimos mantener a lo largo de muchos años y en las que en ocasiones hacía gala de su conocimiento acerca de nuestra ciudad y de su patrimonio.
Jacobo, Doctor en arquitectura y desde joven, conocedor del oficio de joyero, también era pintor y escritor, aunque él prefería decirse “cuentista”. Visitaba con frecuencia, una de las Sinagogas del barrio, y después, era raro el día que no aparecía por el café Guardatiempos en busca del distinguido y nutrido,........
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