Los que amamos a Garci
Puede que tú, conato de artista, hayas pensado alguna vez en contratar a Bódalo y a Ferrandis, enfrentarlos de tal modo que te hagan llorar. Quizás, aunque no sabes pintar, hayas querido plasmar la luz de un domingo bajo la cual surge el amor y la tragedia. O, ya en el trapecio de las locuras, se te ha ocurrido parar el tiempo en la mitad de una sonrisa de monja que va a morir joven por mucho que su padre sea médico. Qué cosas dices. Qué atrevimientos.
Garci lo hizo.
No me extrañaría que guardes el reclinatorio de tu madre, desde donde tu abuela, en la iglesia, en tiempo de ánimas, echaba unas perras en el cepillo a razón de un responso por cada ser querido difunto. Sobre ese reclinatorio no sientes el cansancio de las rodillas cuando aparece Garci con su “Qué grande es el cine”, “Classics”, entre otros, y empiezan a desfilar los Carl Dreyer, Robert Bresson, Krzystof Kieslowski, Leo McCarey, Friz Lang. Para ti, que también coincides con Orson Wells en esto, John Ford, John........
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