menu_open Columnists
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close

La Escuela de Salamanca

10 0
14.12.2025

Durante los cuatro viernes del pasado mes de noviembre la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce ha ofrecido un curso dedicado a esta Escuela fundada por teólogos dominicos en la Universidad de Salamanca, de la cual se cumplen quinientos años en 2026. Fue en 1526 cuando Francisco de Vitoria llegó a Salamanca procedente de Valladolid, tras haberse formado en París (1508-1523), iniciando una profunda renovación de la Teología desde su cátedra de Teología de Prima de la que tomó posesión en el otoño de ese año.

Cuatro profesores de gran prestigio en este campo han trazado las líneas más importantes de un proyecto que el humanismo renacentista impulsó sobre diversos campos del saber: el rigor del método filológico que condujo a la necesidad de regresar a las fuentes eludiendo una metodología que llevaba más a la disputa que al genuino saber; cultivo de la ciencia, principalmente la física y la medicina, al tiempo que asentaban algunos peldaños de las futuras ciencias sociales, tanto de la Psicología como de la Sociología o la Economía. Este impulso alcanzó también a la Teología, corrigiendo los excesos del escolasticismo, y a la Espiritualidad que hoy conocemos como Mística y de la que hemos heredado textos que expresan una gran riqueza interior.

Tres fueron los pilares de este humanismo en la España de los Reyes Católicos y de los primeros Austrias, en las décadas que siguieron al descubrimiento o encuentro con las tierras y gentes al otro lado del Atlántico. En palabras de Javier García Gibert (2022) fueron “la idea de la igualdad esencial de todos los humanos, al margen de su raza, religión u origen social”; “la conciencia permanente y simultánea de la dignidad y la miseria del humano como elementos constitutivos e indisociables de nuestra naturaleza”; y, finalmente, “la consideración de la plena libertad interior para actuar en un sentido u otro” por lo cual el hombre, como criatura privilegiada creada por Dios, estaba obligado a conocer el orden natural, necesario para desarrollar la sociabilidad humana. A la memoria nos vienen autores y títulos de obras fundamentales que sostenían estas ideas que conformaron un tiempo que hizo virar los viejos saberes tal como se habían cultivado en la Edad Media. Quizá el valenciano Luis Vives por encima de los demás.

El mundo se había ensanchado y la realidad se había vuelto más compleja. No solo los saberes científicos hubieron de buscar nuevas respuestas y así nos lo recuerda la estatua de un pensativo Andrés Laguna, esculpida por Florentino Trapero hace ya más de medio siglo. La propia Iglesia se incorporó a la búsqueda de esas necesarias reformas. Así nos lo recuerda, igualmente, el torreón de la familia Arias Dávila por su contribución a la introducción de la imprenta en España o el convento de Santa Cruz la Real a cuya orden pertenecerían los principales teólogos de la Escuela Salmantina, incluido Domingo de Soto. Y, por supuesto, el convento de las Carmelitas descalzas de San José fundado en 1574 o el Convento de San Juan de la Cruz regido por el santo en los últimos años de su vida,........

© El Adelantado