La cultura de la vulgaridad
Este fin de semana se ha celebrado, en Malmö (Suecia,) la edición número 60 del Festival de Eurovisión, el evento musical más importante del año, un festival que ha ido perdiendo con los años en calidad y ganando en extravagancia.
Al margen de implicaciones territoriales, porque los países vecinos suelen votarse entre ellos, lo que sí que se observa es que el festival ha ido degenerando, año tras año, hasta convertirse en un evento en el que el aspecto musical ha pasado a un segundo plano y se premia más la reivindicación política o social del momento.
Desde hace años, este festival se plegó, sin tapujos, a hacer apología de la ideología LGTB. Cuanto más pro LGTB es la canción o actuación, más opciones tiene de ganar. En el Reino Unido muchos comentaristas de Eurovisión se refieren al certamen como “El Mundial Gay”.
También se pone de manifiesto en el festival la exaltación de una visión de la sexualidad transgresora, que supone la ruptura con la condición natural de todos los seres humanos........
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