En mi anterior artículo ya hice referencia a una crónica sin firma publicada por DIARIO DE AVISOS el jueves 10 de junio de 1915. Creo conveniente ahora detenerme en ciertos detalles del mismo, como son los referentes a la remodelación efectuada en LA SEGOVIANA.

Facilita los datos al cronista, ya dije que anónimo, el ingeniero don José López. Dos amplias salas de 50 metros de longitud por 11 de ancho, albergan gran número de “aparatos mecánicos que son manejados hábilmente por los trabajadores”.

“Las piezas se cuecen en seis hornos de llama reversible. Tres de ellos de bizcochar cuya temperatura alcanza los 1.300 grados, uno pequeño que no se emplea por su poco volumen y dos de cochura de baño cuya temperatura es de 1.150 grados. En un horno de baño caben por término medio 24.000 piezas, y en uno de bizcochar 48.000; al mes se queman cuatro hornos de bizcocho y de siete a ocho de baño, representando un consumo de carbón (sic) de 50 toneladas”.

“Hay también cuatro hornos de mufla de los que solo se usan tres que sirven para la fijación de los colores sobre baño. Su temperatura es variable y depende de los colores que se pretendan cocer; oscila entre 620 y 900 grados”.

Da cuenta también de las primeras materias, de las turbinas, del personal e incluso de nuevos proyectos para un futuro inmediato. Se puede apreciar, pues, una gran diferencia entre la primera fábrica y la renovada.

Con respecto al personal no voy a repetir lo ya dicho. En todo caso el siguiente párrafo que corrobora lo señalado: “Contando los obreros de la fábrica, los de la cantera, acarreadores de leña, heno, cuarzo, etc. se puede calcular en 200 familias las que viven al amparo de la fábrica”.

HACIA 2010 e investigando sobre el particular, encontré en EL ADELANTADO DE SEGOVIA una noticia fechada el 27 de enero de 1914 en la que se daba cuenta del fallecimiento en Madrid ese mismo día de don Marcos Vargas, propietario de la fábrica de loza.

A la vez, se comunica en un suelto que:”Al saberse aquí la triste noticia, se han suspendido los trabajos en la mencionada fábrica, durante hoy y mañana, en señal de duelo. Una comisión de obreros de la misma, portadora de una corona que todo el personal de la fábrica dedica al fallecido, ha salido para Madrid, al objeto de asistir al sepelio, acto que tendrá lugar mañana miércoles a las once de la mañana”.

Cinco días después tanto EL ADELANTADO DE SEGOVIA como el DIARIO DE AVISOS publicaron sendas esquelas dando cuenta del dicho fallecimiento.

Es previsible pensar que algún atisbo se percibiera ya en el ambiente de Segovia relativo a la inminente coronación canónica de la Virgen de la Fuencisla. Y es de suponer, también, que a doña Obdulia Vargas se le ocurriera a partir de este momento, homenajear a su padre decorando con azulejos la sacristía antigua del santuario.

Siendo la fecha prevista para el 24 de septiembre de 1916, faltaba menos de dos años para poder cumplir con sus deseos y es casi seguro que no quisiera perder tiempo tratándose, de un trabajo tan complicado.

Los periódicos locales no tardaron en hacer públicas las listas de donantes para los gastos del evento. A tal efecto, el 9 de mayo de 1916 aparece en el DIARIO DE AVISOS una nueva en cuya cabecera figuran doña Obdulia Vargas, viuda de Pérez Vargas, 25 pesetas; don José López Vargas, 15; doña Concha López Vargas, 10; don Luis Inglada Ors, 5; don Luis Domingo, 2; don Jesús Maseda, 2; don Ramón Martín, 3; don Gregorio Arnanz, 2…

Poco antes, el 4 de abril de 1916 y en el DIARIO DE AVISOS, se pondera un excelente trabajo que se exhibe en la tienda de muebles Sesé, y otro el 17 de junio en la tienda de Claudio Moreno, ambos en la calle Real “que honran a la fábrica de loza donde se han hecho”.

Cabe señalar que entre 1906 y 1912 hay un paréntesis en el que el LABORATORIO DE LA SEGOVIANA carece de dirección conocida o al menos, yo la ignoro. También cabría suponer que en la fábrica quedaran piezas sin vender de la época de don Daniel. Y por qué no sospechar de cierta picaresca con la confusión que todo ello generara y que pudo continuar en la siguiente época.

A esta confusión se añadieron los “anónimos” paramentos de la Fuencisla. Pero, a partir de 1912, cuando se produce el regreso de Arnanz a su antiguo LABORATORIO, ya no quedan dudas sobre la paternidad de los nuevos emprendimientos cerámicos de LA SEGOVIANA.

Así quedaron las cosas pero las dudas siguieron campando por sus respetos. Incluso hoy en día a pesar todo lo dicho, que no es poco: Artículos en diversos medios, un libro, alguna que otra charla, dos exposiciones en el museo Rodera Robles y dos informes a la Cofradía de la Fuencisla y al Obispado…

Fue éste informe, sin duda, el que más eficacia ha tenido, pues ha propiciado que el Rvdmo Sr.César Augusto Franco, Obispo de Segovia, autorizara en fecha reciente la colocación de una placa que reza: MURALES CERÁMICOS REALIZADOS POR EL CERAMISTA GREGORIO ARNANZ SEGOVIA 1916.

Esta placa, hecha y donada por el ceramista Juan González, fue colocada en un lugar visible y sin dañar los azulejos.

Traigo aquí, una vez más, una anécdota acontecida hace más de 80 años y que ya he contado en varias ocasiones. Bajaba de la mano con mi tía Daniela, hermana de mi padre, de vez en cuando a la Fuencisla. Corrían los años cuarenta del pasado siglo. Leía el capellán en su breviario mientras paseaba por el soto y cuando llegábamos mi tía y él se saludaban.

Hablaban de sus cosas y al despedirse mi tía le soltaba la muletilla de que había que levantar un azulejo para poner el nombre de su hermano como autor. El sacerdote le contestaba siempre lo mismo: Que no tenía potestad para ello. Que se lo tenía que mandar el Obispo.

No ha sido necesario levantar ningún azulejo como se acaba de ver.

Los lectores se habrán dado cuenta de que he focalizado preferentemente en la FÁBRICA DE LOZA LA SEGOVIANA el interés principal de estos renglones a excepción de ciertas explicaciones que me parecían necesarias.

Por lo tanto y volviendo a los venerables vestigios que subsisten en la Vía Roma, no me queda más que lamentar su abandono, por una parte y por otra, desear vehementemente una solución digna para los mismos.

No me resignaría a pensar que en aras de una propuesta ventajosa para la propiedad, a la que insisto, no me opongo, ocurriera lo mismo que con la Casa Grande sobre cuyo solar se ha levantado la UVA.

Lloraría amargamente si solo se conservara, como en este caso, una puerta andadera que viaja de aquí para allá y que amantes de nuestra historia han logrado recuperar de un vertedero.

Ningún sitio mejor que Vía Roma 23 para rendir un merecido homenaje a la milenaria industria de la moneda, el cuero, los paños, la cerámica, el chocolate… y qué sé yo de cuantas cosas más. Haría falta, tan solo un poco de sensibilidad porque el dinero no cuenta con tanto despilfarro como se viene observando.

¡Qué canto más hermoso podría llevar hasta el océano el Eresma acompañado por el ritmo pausado de las turbinas, ahora en silencio!


* Académico Honorario de San Quirce.

QOSHE - Salvemos la fábrica de loza (y II) - Carlos Arnanz Ruiz
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Salvemos la fábrica de loza (y II)

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18.05.2024

En mi anterior artículo ya hice referencia a una crónica sin firma publicada por DIARIO DE AVISOS el jueves 10 de junio de 1915. Creo conveniente ahora detenerme en ciertos detalles del mismo, como son los referentes a la remodelación efectuada en LA SEGOVIANA.

Facilita los datos al cronista, ya dije que anónimo, el ingeniero don José López. Dos amplias salas de 50 metros de longitud por 11 de ancho, albergan gran número de “aparatos mecánicos que son manejados hábilmente por los trabajadores”.

“Las piezas se cuecen en seis hornos de llama reversible. Tres de ellos de bizcochar cuya temperatura alcanza los 1.300 grados, uno pequeño que no se emplea por su poco volumen y dos de cochura de baño cuya temperatura es de 1.150 grados. En un horno de baño caben por término medio 24.000 piezas, y en uno de bizcochar 48.000; al mes se queman cuatro hornos de bizcocho y de siete a ocho de baño, representando un consumo de carbón (sic) de 50 toneladas”.

“Hay también cuatro hornos de mufla de los que solo se usan tres que sirven para la fijación de los colores sobre baño. Su temperatura es variable y depende de los colores que se pretendan cocer; oscila entre 620 y 900 grados”.

Da cuenta también de las primeras materias, de las turbinas, del personal e incluso de nuevos proyectos para un futuro inmediato. Se puede apreciar, pues, una gran diferencia entre la primera fábrica y la renovada.

Con respecto al personal no voy a repetir lo ya dicho. En todo caso el siguiente párrafo que corrobora lo señalado: “Contando los obreros de la fábrica, los de la cantera, acarreadores de leña, heno, cuarzo, etc. se puede calcular en 200 familias las que viven al amparo de la fábrica”.

HACIA 2010 e investigando sobre el particular, encontré en EL ADELANTADO........

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