Con este título tenía postergado un artículo que pensaba remitir a EL ADELANTADO DE SEGOVIA cuando la ocasión lo requiriera. Otras prioridades se me han ido “colando” y cuando el texto va terciado, me entero de un anuncio que reza: SE VENDE ANTIGUA FÁBRICA DE LOZA EN SEGOVIA. A este titular se acompaña una información sobre características del edificio, la parcela y su precio.

Mi vinculación a esta fábrica me obliga a echar un cuarto a espadas, si bien, no quisiera interferir en las legítimas aspiraciones de sus propietarios. Me mueve únicamente un particular interés emocional al que no puedo sustraerme.

“Estas venerables ruinas”, tenía ya escrito, “que cuando se baja por la Vía Roma, antes Carretera de Boceguillas, hallamos a la derecha junto al puente del río Eresma, son un grito mudo que nadie escucha. Es lo que queda de aquella industria famosa que produjo miles de piezas domésticas al mismo tiempo que decoración para fachadas de edificios notables e infinidad de objetos decorativos repartidos por palacios y viviendas de medio mundo.

Es por esto por lo que bien valdría la pena recuperar tales vestigios y convertirlos en un icono de la antigua industria segoviana, española y europea.

LA FÁBRICA DE LOZA LA SEGOVIANA, era el nombre con el que la que se la conocía. Tuvo antecedentes en 1752 y 1843, según D. Carlos de Lecea, pero su nacimiento fue en 1875 cuando la adquirió D. Marcos Vargas Mayorga.

En según qué momentos, llegó a tener 150 y hasta 200 trabajadores a los que habría que añadir varias decenas de empleos indirectos. Esta cifra total tenía capital importancia si se tiene en cuenta que la población de Segovia no alcanzaba entonces los 15.000 habitantes.

VIVA SEGOVIA, QUE TIENE/ UNA ALAMEDA FRONDOSA/ UN ACUEDUCTO ROMANO/Y UNA FÁBRICA DE LOZA, decía una canción popular. Los obreros cobraban el que menos tres pesetas y el que más 5,50 diarias; los peones, 1,75 y 2, y los niños 5 ,4, 3 y 2 reales. No es de extrañar, por lo tanto, que la ciudad temblara cuando se rumoreaban dificultades económicas en la empresa.

PRIMERA ÉPOCA
DE LA SEGOVIANA

Tanto la producción de loza doméstica como la cerámica decorativa tuvieron vigencia todo el tiempo que duró la vida de esta fábrica. Pero conviene diferenciar, a mi juicio y por lo que se refiere a la segunda, dos épocas principales: La de don Daniel Zuloaga y la de don Gregorio Arnanz. Mucho más importante la primera que la segunda. Pero en todo caso, interesantes.

En 1893, Zuloaga Boneta firma un contrato con los propietarios de la fábrica de loza y se instala en un pabelloncito independiente al que le pusieron el nombre de LABORATORIO.

Allí se encontró con sus colaboradores artísticos más directos llamados Felipe Tejero, Bonifacia Rebollo, Nicasio Rebollo, José Delgado, Esteban Velasco, José Valor, Pedro López, Miguel Pascual, Rafael Olaso, y Julio (sin más).

Cuatro años después, se incorporaría a tan escogido grupo un niño de 11 años llamado Gregorio Arnanz Rodríguez. Procedía de la Escuela de Dibujo de Segovia donde había obtenido, con 10 años, buenas notas en el curso de 1896/97.

No volvió a la citada escuela al siguiente curso, sino que prefirió formar parte del escogido grupo de don Daniel, que ya contaba 45 años de edad y que no sólo le prodigó su afecto y amistad sino que le conceptuó como su discípulo predilecto.

Y todo el LABORATORIO, junto a los torneros, mufleros, maestros de horno, prensistas plateros, carreteros transportadores de leña y otros harían posible, como si de una gran orquesta se tratara, la excelente obra de su director posibilitada por LA SEGOVIANA.

A esta época pertenece la decoración cerámica del SANTO CRISTO DE LA AGONÍA O DE LOZOYA de la catedral de Segovia en la que, de alguna manera, debió participar también y a pesar de su corta edad, Gregorio Arnanz.

Como el 10 de abril de 2023 EL ADELANTADO publicó mi artículo EL TRANSPARENTE (de la Catedral de Segovia) no voy a repetir lo redactado al respecto. Por lo tanto, continúo mi enunciado.

En 1906 don Daniel abandonó esta fábrica y se trasladó a Pasajes de San Juan. También lo hizo el joven Arnanz, marchándose a Madrid para preparar oposiciones al Cuerpo de Telégrafos. Y he aquí el final de una época y el comienzo de la siguiente.

SEGUNDA ÉPOCA
DE LA SEGOVIANA

En 1907 don Daniel regresó a Segovia pero no a LA SEGOVIANA, instalándose por su cuenta en la iglesia románica de San Juan de los Caballeros. En 1912 Gregorio Arnanz sí vuelve a LA SEGOVIANA donde se hace cargo de un desplazado LABORATORIO como consecuencia de la reciente remodelación experimentada por esta fábrica. Y alterna su trabajo de ceramista con el de Oficial del Cuerpo de Telégrafos.

El jueves 10 de junio de 1915, el DIARIO DE AVISOS, de Segovia, publica un extenso reportaje sin firma en el que se da cuenta de las novedades introducidas en LA SEGOVIANA, del que me ocuparé con más detalle en el segundo artículo.

En él hay un párrafo extremadamente significativo donde se dice que “al frente de todo el personal expresado están los ingenieros López e Inglada, a quienes ayuda con arte e inteligencia muy apreciables, el notable dibujante D. Gregorio Arnanz.

Esto viene a cuento para documentar la obra que podría ser más importante de esta segunda época de LA SEGOVIANA: Los azulejos que cubren las paredes de la Antigua Sacristía del Santuario de la Virgen de la Fuencisla.

Desde el presbiterio de la iglesia se accede a una sala rectangular de 5,67 m. de largo por 4,47 de ancho y 3,27 de alto. En el muro de la izquierda, uno de los más alargados, pueden apreciarse dos hermosas vistas del Alcázar y la Catedral de Segovia. En el de la derecha, paralelo al anterior, puede verse otra vista de El Acueducto de Segovia, a cuya izquierda se presenta la hornacina con la fuente que da nombre a este sagrado lugar: fons stilans, enmudecida por problemas de humedad.

Viene la luz de una única ventana que, junto a una lámpara pendiente del techo, iluminan el espacio. Debajo de esta ventana una cartela nos dice: “Dedicado a la Santísima Virgen de la Fuencisla por doña Obdulia Vargas Fernández a la memoria de su padre D. Marcos Vargas Mayorga”. No pone fecha ni tampoco firma.

Y el cuarto paramento en el que se halla la puerta de acceso, se complementa con adornos a sus dos lados. Predomina el azul cobalto. Dos frisos: uno junto al suelo y otro a 96 centímetros del techo, enmarcan toda la obra a base de roleos de hojas, flores, caras, frutas… con predominio de tonalidades azules, verdes, moradas, rojas…

Este anonimato ha permitido elucubrar, desde el primer momento, con su paternidad. Aunque para algunos fuese obra de don Daniel Zuloaga, otros lo dudaron porque éste fue muy escrupuloso con la publicitación de sus trabajos y nunca dijo nada al respecto.

Solo un sector del público segoviano conocía quien era el verdadero autor de semejante obra, además de su familia y allegados. (Continuará)


* Académico Honorario de San Quirce.

QOSHE - Salvemos la fábrica de loza ( I ) - Carlos Arnanz Ruiz
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Salvemos la fábrica de loza ( I )

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17.05.2024

Con este título tenía postergado un artículo que pensaba remitir a EL ADELANTADO DE SEGOVIA cuando la ocasión lo requiriera. Otras prioridades se me han ido “colando” y cuando el texto va terciado, me entero de un anuncio que reza: SE VENDE ANTIGUA FÁBRICA DE LOZA EN SEGOVIA. A este titular se acompaña una información sobre características del edificio, la parcela y su precio.

Mi vinculación a esta fábrica me obliga a echar un cuarto a espadas, si bien, no quisiera interferir en las legítimas aspiraciones de sus propietarios. Me mueve únicamente un particular interés emocional al que no puedo sustraerme.

“Estas venerables ruinas”, tenía ya escrito, “que cuando se baja por la Vía Roma, antes Carretera de Boceguillas, hallamos a la derecha junto al puente del río Eresma, son un grito mudo que nadie escucha. Es lo que queda de aquella industria famosa que produjo miles de piezas domésticas al mismo tiempo que decoración para fachadas de edificios notables e infinidad de objetos decorativos repartidos por palacios y viviendas de medio mundo.

Es por esto por lo que bien valdría la pena recuperar tales vestigios y convertirlos en un icono de la antigua industria segoviana, española y europea.

LA FÁBRICA DE LOZA LA SEGOVIANA, era el nombre con el que la que se la conocía. Tuvo antecedentes en 1752 y 1843, según D. Carlos de Lecea, pero su nacimiento fue en 1875 cuando la adquirió D. Marcos Vargas Mayorga.

En según qué momentos, llegó a tener 150 y hasta 200 trabajadores a los que habría que añadir varias decenas de empleos indirectos. Esta cifra total tenía capital importancia si se tiene en cuenta que la población de Segovia no alcanzaba entonces los 15.000 habitantes.

VIVA SEGOVIA, QUE TIENE/ UNA ALAMEDA........

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