Si algo se ha perdido en nuestra nacionalidad, es la cultura ciudadana o, lo que es más abrumador, el sentido de pertenencia.

No se respeta la diferencia, el derecho a opinar distinto; tampoco el civismo ni mucho menos la autoridad para mantener el orden.

Muchas regiones han perdido lo que años atrás las caracterizaba, su amor por su terruño, debido, según se dice, a la inmigración por desplazamientos masivos que son causa de invasiones y transformación cultural de las regiones que padecen esta perturbación.

Claro está que los que sufren los desplazamientos por la violencia que por años han sufrido también tienen sus argumentos muy valederos (pauperización, deserción escolar, falencias complicadas), y les toca comenzar de nuevo, con familias enteras.

En Cali, al menos, a estas familias se les ha ubicado con vivienda propia y servicios públicos, sin desconocer que el proceso de adaptación cultural y ciudadana conlleva algún tiempo. Lamentablemente, eso ha atraído más gente sin que haya cobertura suficiente para ayudarles.

Por eso vale destacar que a Cali se le haya entregado la organización del COP16, porque siendo una ciudad pluriétnica, pluricultural y diversa, tiene la oportunidad, con el Pacífico a bordo, de demostrarle al mundo su gran calidad resiliente, adaptable y solidaria.

Asimismo, lo que le sucedió al alcalde de Medellín—Federico Gutiérrez—al nombrar a un secretario de cultura que no sabía que “era una biblioteca”, no deja de ser preocupante.

Pudo ser un acto de buena fe del gobernante o uno de esos actos de “queridura” con alguien cercano que le recomendó al frustrado funcionario que, pese a tener algún título universitario, demostró que una cosa es sentarse en un pupitre de educación superior y otra tener la capacidad, la iniciativa, la sindéresis para ocupar un cargo público de indudable importancia.

Eso sucede en muchos ámbitos de la administración pública, empezando por el gobierno nacional. La incapacidad académica, tristemente, se volvió endémica en el sector público.

Está demostrado que en dicho sector existe alguna mediocridad, gracias a que, como lo denunció alguna vez la concejal de Cali—Ana Erazo—se “cobra”, de alguna manera, el ingreso o el ascenso, en una entidad oficial. Desafortunadamente, no “le pararon bolas” y, las que corren riesgos de desarticulación, planeación y, lógicamente, de ejecución, son los entes gubernamentales y la ciudadanía en general.

Como dice el refrán: “Una persona sin sentido de pertenencia está perdida y un líder sin el mismo sentido, hará que otros se pierdan.”