Pilita Clark

En septiembre de 1970 apareció en la página 36 del Financial Times (FT) una historia con implicaciones inquietantes para los viajeros de negocios. Se trataba de lo que el periódico llamó “el llamado desfase horario” y reveló que un experimento con 14 voluntarios que habían volado de Londres a San Francisco y de regreso había dado resultados desafortunados.

Los científicos, los cuales habían recopilado una gran cantidad de medidas de los 14 'conejillos de indias' y 50 galones de su orina, concluyeron que el rendimiento de los voladores se había visto "significativamente alterado" por el viaje durante hasta cinco días. Los viajeros tardaron hasta un 20% más tiempo en tomar una decisión, lo que generó temores de que pudieran haber parecido débiles en la mesa de negociaciones. Peor aún, no parecía haber cura a la vista.

Encontré esta historia la semana pasada, cuando la neblina del desfase horario de un vuelo de 23 horas a Londres desde Australia me hizo preguntarme cuánto tiempo llevaban los investigadores estudiando este tedioso flagelo y si estaban más cerca de una solución decente.

Las respuestas no son exactamente las que yo esperaba. Como muestra la historia del FT de 1970, los científicos han pasado más de 50 años estudiando lo que le sucede al cuerpo humano cuando se desplaza a través de múltiples zonas horarias a gran velocidad. En ese tiempo, se han logrado grandes avances en la comprensión de la causa fundamental del desfase horario (un reloj biológico fuera de control) y qué debería ayudar a abordarlo.

Las soluciones más prometedoras están vinculadas a la luz, un regulador clave de los ritmos circadianos que nos hace estar alertas o somnolientos en el transcurso de aproximadamente 24 horas. Si dejas que tu cuerpo se normalice por sí solo, tarda aproximadamente un día por cada hora que cruza la zona horaria en un vuelo largo, lo que significa que toma más de una semana para recuperarse de un viaje como el mío desde Australia.

Pero los investigadores ahora saben que el sistema se reinicia más rápido cuando se expone a la luz en el momento adecuado antes, durante y después de los vuelos. Sus hallazgos se han utilizado para desarrollar una serie de aplicaciones para teléfonos inteligentes y calculadoras en línea que ayudan a los viajeros a determinar los mejores momentos para obtener una dosis de luz u oscuridad, en teoría.

En la práctica, casi nadie utiliza estas cosas. Sólo uno de cada 460 pasajeros de la aerolínea Qantas de Australia utilizó una aplicación de desfase horario, según un estudio de 2020, y sólo la mitad salió al aire libre para adaptarse a su nueva zona horaria. Incluso los viajeros de negocios internacionales con más experiencia buscan ayuda para el desfase horario en el Internet o de sus colegas, familiares y amigos, no de calculadoras ni aplicaciones, según mostró otro estudio.

"Ha sido difícil poner en práctica lo que sabemos de la biología circadiana", me dijo la semana pasada uno de los autores de ambos estudios, Yu Sun Bin, de la Universidad de Sídney.

Tengo una idea de cuál es el problema después de haber probado un par de calculadoras de desfase horario. Se necesita una voluntad de acero para seguir sus consejos, a veces complejos, de pasar, digamos, tres horas en la oscuridad después de las 4:30 p.m. del primer día en Sídney, o recordar exponerte a la luz a medianoche tres días después.

Jamie Zeitzer, un científico de la Universidad de Stanford, demostró hace ocho años que la exposición a breves dosis de luz mientras duermes restablece mejor los relojes biológicos que la luz continua.

Su investigación se ha utilizado para desarrollar una máscara para dormir controlada por una aplicación con luces LED que se supone que ayuda a frenar el desfase horario. Pero hay un inconveniente: su precio de US$ 298.

No puedo imaginarme haciendo una inversión de esa magnitud, así que me alivió escuchar lo que dijo Zeitzer cuando le pregunté cómo manejaba los vuelos de larga distancia.

"No me opongo a los sedantes", dijo. Las pastillas para dormir pueden no ser perfectas, añadió, pero ayudan a superar el agotamiento que intensifica el desfase horario para aquellos de nosotros que carecemos de la ayuda definitiva: un asiento en clase ejecutiva.

Zeitzer también recomienda tener cuidado con el café durante los viajes. Una taza que tiene poco efecto en casa puede causar estragos en el camino, cuando un entorno desconocido dificulta el sueño. Pero su recomendación clave para evitar el desfase horario vuelve al tema de la luz: busca una aplicación confiable que pueda mostrarte cuándo buscar la luz y cuándo evitarla.

Sospecho que se necesita un enfoque más sistemático. Debería comprenderse más ampliamente la importancia de obtener la dosis adecuada de luz u oscuridad. Las aerolíneas podrían proporcionar orientación sobre el desfase horario cada vez que alguien reserva un vuelo. Los empleadores podrían ofrecerle al personal que viaja consejos similares. En última instancia, tenemos más conocimientos que nunca sobre cómo abordar este problema. Es una pena que no los aprovechemos más.

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¿Por qué no hemos solucionado el problema del desfase horario?

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06.02.2024

Pilita Clark

En septiembre de 1970 apareció en la página 36 del Financial Times (FT) una historia con implicaciones inquietantes para los viajeros de negocios. Se trataba de lo que el periódico llamó “el llamado desfase horario” y reveló que un experimento con 14 voluntarios que habían volado de Londres a San Francisco y de regreso había dado resultados desafortunados.

Los científicos, los cuales habían recopilado una gran cantidad de medidas de los 14 'conejillos de indias' y 50 galones de su orina, concluyeron que el rendimiento de los voladores se había visto "significativamente alterado" por el viaje durante hasta cinco días. Los viajeros tardaron hasta un 20% más tiempo en tomar una decisión, lo que generó temores de que pudieran haber parecido débiles en la mesa de negociaciones. Peor aún, no parecía haber cura a la vista.

Encontré esta historia la semana pasada, cuando la neblina del desfase horario de un vuelo de 23 horas a Londres desde Australia me hizo preguntarme cuánto tiempo llevaban los investigadores estudiando este tedioso flagelo y si estaban más cerca de una solución decente.

Las respuestas no son exactamente las que yo esperaba. Como muestra la historia del FT de 1970, los científicos han pasado más de 50 años estudiando lo que........

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